Cap 6 "Conociendo a tu familia pt1"

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Día 24 de marzo
Corea del Sur
09:43 a.m.

Narrador omnisciente

Alessandra conducía por la ciudad, un poco fastidiada por el tráfico que se había generado en una de las intersecciones. «Doble a la derecha en doscientos metros»

-Eso ya lo sé, ya lo habías dicho ¿Puedes dejar de torturarme? -Soltó con enfado dirigiéndose a la pantalla digital. Sabía que no le respondería, pero su humor no era de lo mejor hoy.

Su enojo se podía deber a varios factores, por ejemplo; el hecho de que Eun-Ji le hubiese escrito esa mañana el horario y la locación dando a entender que su tiempo no era tan importante como el de ella; o quizás el que su lugar de encuentro fuese un establecimiento con público como si se tratara de "tierra de nadie" en medio de dos trincheras en plena guerra; aunque si era sincera consigo misma, su motivo real era la incomodidad que sentía. Los problemas o enredos de la chica Pixie no eran los suyos, ni siquiera tuvieron una cita, y si era objetiva, sus encuentros no habían sido ni mínimamente románticos, tampoco agradables.

Gruñó y se quejó antes de apagar el motor. Se miro por el retrovisor y se dio confianza antes de salir del automóvil. «Soy linda, no impactante pero lo suficientemente linda» se dijo así misma un par de veces mientras avanzaba hasta la entrada. Si tuviésemos que describir el aspecto de Alessandra, podríamos decir que no era verdaderamente llamativa, lo que más la diferenciaba era su aspecto que difería del asiático, su metro con setenta y dos, su cuerpo curvilíneo y su rostro anguloso.

Todo lo demás pasaba desapercibido, su cabello castaño y sus ojos un tono más claro. Aunque el balayage en su cabello y su ropa la hacían lucir un poco exentica, algo que intentaba que los demás notaran en la primera impresión.

No tuvo que caminar demasiado para reconocer la figura de la abogada frente a una gran pintura, lo que la hizo enojar consigo misma.

-Eun-Ji -Llamó.

La abogada se volteó, y como ya se le estaba haciendo habitual, se reencontró con esa expresión amarga que tanto parecía ser el sello que definía a la mujer. Las situaciones anteriores no les permitieron conocerse en demasía, pero definitivamente, la mujer le desagradaba cada vez más.

-Me alegra que hayas venido Alessandra.

«Tu mirada dice lo contario» quiso responder, sin embargo, se imaginó que si tenía suerte nunca más la volvería a ver.

-Lo mismo digo -Respondió con falsa cortesía.

-Me imagino que para ti debió ser incomodo conocer a mi novio. Lamento no habértelo dicho antes, de seguro pensaste cosas de no eran y yo tampoco hice nada por aclarar tus malinterpretaciones -Dijo diplomáticamente.

-¿Mis malinterpretaciones? -La cordura de Alessandra ya se dirigía a la salida del museo donde se encontraban, y no parecía que fuese a volver pronto. -¿Sabes? Eres realmente divertida. Me dices todo esto con un comportamiento que no te corresponde ¿Olvidas cómo nos conocimos? Bueno, te lo recuerdo. Fue en una reunión de personas...

-Lo sé -Interrumpió. -Sin embargo, esos no son mis gustos. Es por eso que te digo que me estas malinterpretando.

-Sabes lo que yo sé. Que no he malinterpretado nada, sólo me equivoque contigo, eso ha sido todo. Creí que eras un poco interesante, pero eres menos que corriente. -Soltó con amargura y fingida superioridad esperando que eso dañara su orgullo, aunque fuese un poco.

Ella se quedó en silencio por unos segundos, parecía incapaz de asimilar lo que le acababa de decir, como si el echo fuera inaceptable.

-Ale...

-¿Eun-Jin?

Una tercera persona había llegado interrumpiendo lo que se estaba convirtiendo poco a poco en una discusión.

-Me dijeron que no tenías nada que hacer hoy aquí ¿Por qué estás en este lugar? -Interrogó.

La abogada le dio la espalda para hablar y acercarse a la otra mujer. Y por un momento Alessandra creyó que todo estaba diciéndole que esta era la parte donde se marcharía de una vez.

-Te recuerdo que este es mi lugar de trabajo -Soltó la desconocida con una firmeza que no se vio reflejada en su voz. -¿Qué haces aquí? Creí que no te veríamos hasta el domingo.

-Tengo un asusto importante. Hablaremos después -Ordenó como si aquella chica menuda fuese su empleada. Lo que claramente no parecía ser así.

Tal vez fue eso lo que motivo a Alessandra a no irse, no había nada que odiara más que la gente injusta, y la mujer que después de varios reencuentros seguía siendo una desconocida, parecía estar dispuesta a pasar por sobre cualquiera.

-¿Por qué la echas? ¿No la escuchaste? Este es su trabajo, si no querías toparte con ella debimos encontrarnos en otro lugar.

El reproche y enfado lograba darle la motivación para enfatizar lo que decía. Y a la abogada no le estaba gustando nada aquella actitud.

-Me reuní aquí contigo porque tendríamos más privacidad -Se excusó.

Alessandra no pudo evitar soltar una carcajada a menos de un metro de su cara. Esto no sólo provocó el aturdimiento de la chica Pixie, sino también el de la otra chica.

-¿Privacidad? ¿Estás bromeando conmigo, cierto? Eun-Ji, dejémoslo aquí ¿Te parece? Esto me está provocando migraña, y de paso, deja de molestar a la pobre chica que no merece tener que soportarte tampoco -Dijo con un tono acido.

Alessandra era conocida por sus amigos y conocidos como una persona realmente paciente, una paciencia que parecía la de un buda pero que en definitiva tenía un límite remarcado. Y cuando esa línea era cruzada, no era fácil retroceder.

-Alessandra...

-Alessandra nada. Nos vemos.

Esta vez sí se dio la vuelta y avanzó a la salida con paso rápido. Al llegar al estacionamiento se sentó en una de las bancas al aire libre y apoyo sus codos en sus piernas mientras llevaba su rostro a sus manos.

-Mierda. Mierda. Mierda.

Escúchame (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora