Cap 10 "Incomodo"

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Día 27 de marzo
Corea del Sur
02:42 a.m.

Nara pudo observar a Miyu y a Mi-Suk compartir cierta mirada, una que parecía una conversación silenciosa y privada. Para su mala suerte, su admiración ante aquel acto se veía empañada por un sentimiento de envidia que pinchaba de forma desagradable su pecho.

Quizás, por cosas de fortuna o destino, la persona que consideraba su amiga (sólo a momentos) interrumpió sus sombríos pensamientos.

—Bueno, entonces nos vemos. Adiós Nara, un gusto Ale. Vamos Mi-Suk.

Se fueron rápidamente mientras Mi-Suk volteaba a ver a la persona que estaba a su lado una última vez. Después de eso la atención de Nara volvía a Alessandra nuevamente y rebuscaba en cada recoveco de su mente las palabras adecuadas para demostrar lo agradecida que estaba. Esto, mientras recordaba el hecho de que la primera vez que se vieron fue ella quien la defendió unos instantes de su hermana.

—Gracias, no quería seguir ahí. Ellas...

—¿Son desagradables? ¿Detestables? ¿Unas arpías? —Preguntó mientras una sonrisa juguetona cruzaba sus labios y le miraba de reojo sin cambiar su postura.

—Si —Soltó mientras exhalaba. Sin estar completamente de acuerdo, pero queriendo complacer a su receptora.

—Lo noté.

—Mmm... Entonces ¿Quieres...? — Preguntó, aunque ni siquiera sabía muy bien a que se referían sus propias palabras.

—¿Quiero...? ¿Qué? —La mujer jugó nuevamente con el trago que seguía en su mano. Su mirada estaba imperturbable, no dejaba a la vista nada de lo que pudiese estar pasando por su cabeza y eso la turbaba.

—Yo...

—¿Hablas de lo que dije hace un momento sobre llevarme? Porque era sólo una excusa para que te dejaran en paz —La cortó como si esta mujer la entendiera perfectamente.

—Ya. Bueno. Si tú quieres puedo irte a dejar de todas formas. Después de todo me liberaste la noche —Intentó continuar con una sonrisa.

Pero como si esta no hubiese logrado su cometido, la persona frente a ella la miro dudosa, sopesando la idea como si fuese algo que se debía considerar más de una vez. Lo curioso era que esa incertidumbre no parecía calzar con ella. Desentonaba.

—Puedo tomar un taxi —Respondió después de un momento de silencio.

—Lo sé —Lo intentó nuevamente esperando que la otra persona entendiera lo que quería, aunque ella misma no lo tuviera claro. —Pero sería una forma de quedar a mano ¿No crees?

Alessandra se rio con ganas frente a su cara dejándola anonadada.

«¿Qué le causa gracia?» Se preguntó Nara sin saber cómo tomárselo.

Cuando dejo de reír, recobro su compostura rápidamente y le pareció ver a la persona que le sonrío a las afueras del museo. Seguridad y confianza saliendo por cada uno de sus poros junto a una sonrisa que parecía tener el poder de lograr lo que fuera.

—Entonces, vamos Nara —Se levanto con gracia, como si ese no fuera su quinto vaso, como si el contenido hubiese sido agua.

—Bien.

Intentó despabilarse lo más rápido posible mientras intentaba alcanzar a la chica que iba en dirección a la salida, jamás se volteó a ver si la seguía, como si la posibilidad de que no lo hiciera fuera imposible.

Eso hizo que Nara no supiera como sentirse. Poco a poco fue perdiendo distancia cuando esta se quedó de pie en la salida. Al llegar a su lado, esta vez de pie, pudo notar que los tacones de la otra mujer la hacían ver inmensamente alta.

Era delgada, como una persona que se cuida demasiado al comer, su espalda, así como sus hombros eran angostos y finos, el vestido hacía relucir sus clavículas y tenía unas piernas que ella hubiese deseado tener. Eran esveltas y curvilíneas al igual que todo su cuerpo. Le recordaba un poco a las modelos de las revistas europeas, una belleza un poco extraña.

—¿Sucede algo? —Preguntó la mujer sacándola de sus pensamientos. Sin embargo, la expresión que llevaba daba a entender que no necesitaba la respuesta. La sabía.

—No... ¿Cuánto mides? —Intentó cambiar el tema mientras sus orejas hervían. —Eres...Pareces realmente alta.

—Mido un metro setenta. Aunque los tacones deben darme unos 4 centímetros más— Respondió orgullosamente como si de un logro se tratara. —¿Cuánto mides tu?

—Uno con sesenta y dos.

A decir verdad, a Nara jamás le había gustado su altura. Bajo los estándares de su país era demasiado alta y a la mayoría de chicos no les gustaba que una chica se asemejara a su tamaño. Claro, también estaba el hecho de que jamás saldría con un hombre, pero eso no le ayudaba en su propia inseguridad.

—Es una buena estatura —Agregó y se quedó en silencio.

Después de unos segundos que parecieron eternos, Nara recordó que era lo que se suponía que iban a hacer. Alessandra la estaba esperando.

—Oh. Acompáñame, mi auto esta por aquí.

Mientras caminaba por las calles ya casi desiertas intentó que su andar demostrara la mitad de seguridad que realmente sentía. Cuando llegaron frente a su bebé ya no supo que hacer además de quitar la alarma y abrirlo.

—Corolla Hybrid. Es lindo.

—¿Te gustan los Toyota? —Intento seguir la conversación mientras encendía el auto a la vez que su copiloto se ponía en cinturón de seguridad.

—Me gustan los autos... En general.

Después de aquello comenzó un silencio casi palpable. Nara pensaba en temas, uno tras otro, pero no había ninguno que sonara adecuado. No tenían nada en común que ella supiera además de que ambas conocían a su hermana, y obviamente no hablarían de ella ¿De autos? Había dicho que le gustaban, ella en cambio, no sabía nada. Ni siquiera sabía mucho de su propio auto.

Cuando ya estaba a punto de rendirse recordó que ese mismo auto tenía una radio que amaba usar en viajes largos.

Escúchame (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora