Capítulo 12. Es ahora o nunca.

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Jhoan.

Lunes 6:00 hs siento que patean mi cama.

- ¡Arriba, vago, tienes que ir a trabajar! - dice Marcel, hoy, como todos los días, tengo que ir a hacer acto de presencia en alguna de nuestras empresas mediante las cuales legalizamos el dinero del clan.

Me levanto de muy mala gana, otra noche más sin dormir. A las cuatro y media de la mañana logre dormitar un momento hasta que Marcel llegó a patearme la cama. Tomo una ducha, me visto, desayunamos y salimos en mi auto hacia la empresa. Mientras estamos dirigiéndonos hacia allí y voy observando por la ventanilla, en una parada de autobús, algo llama mi atención, algo que nunca antes había visto en ese lugar. Es una hermosísima criatura sencillamente vestida en un solitario y poco habitado lugar. Es rubia, tiene el cabello largo peinado en una cola de caballo, parece tener ojos claros, pero no he llegado a divisárselos bien. Hasta donde logré ver, no pareciera ser alta. Estoy por pedirle a Marcel que dé la vuelta a la manzana para poder observarla mejor, pero veo que el transporte público llega, ella se sube a él y el destino se la lleva de mi vida. Luego llegamos a la empresa y comienzo con mi rutina.

17:00 hs decido que es momento de irme, la hermosa mujer que vi ésta mañana no ha salido de mi mente en absolutamente todo el día. Es la primera vez que me pasa, traté durante todo el día de encontrarle defectos a esa imagen que vi por unos breves segundos el día de hoy sin poder encontrarle ninguno.

Luego Marcel me llevó de regreso a casa de mis padres, ya que todavía vivo allí. Si bien tengo mi casa ya equipada con todo, todavía no me he mudado, tengo pensado hacerlo dentro de un tiempo; sin embargo, y más allá de mi forma de ser, no quiero vivir allí completamente solo, aquí, por lo menos, veo a mi madre, a mi hermano y aunque no haya mucha afinidad, también a mi padre. Le pedí durante el camino que volviéramos a pasar por la parada de ésta mañana, quizás podría volver a verla, pero no, el lugar estaba vacío. Frustrado, ingresé a la casa, mi madre que se encontraba allí me preguntó que me pasaba, le respondí que nada, sin embargo, creo que me conoce más de lo que yo me conozco a mí mismo. Preparó café para ambos mientras hacía la cena y se sentó en silencio a mi lado. Luego me retiré a mi habitación en donde y me quedé encerrado allí hasta el día siguiente.

Martes otra vez comenzó mi rutina, nuevamente estamos viajando hacia la empresa, volvemos a pasar por donde siempre y otra vez la vuelvo a ver, de igual manera que el día de ayer. Marcel pasa de largo por la parada de autobús, pero le pido que dé vuelta a la manzana y se estacione frente a la parada. Me observa algo confundido, pero hace lo que le pido y desde el auto comienzo a contemplarla, la verdad es que es preciosa, no puedo dejar de mirarla.

- Esteemmm, jefe, mmm, disculpe, pero eeee, ¿Qué es lo que estamos haciendo aquí? Llegaremos tarde a la empresa – dice mientras se da vuelta desde su butaca y al verme con detenimiento observa que tengo mi mirada fija hacia la parada donde sólo se encuentra una persona. — Es muy bonita Jhoan, – lo oigo, pero no puedo apartar mi vista de ella. Llega su transporte, ella se sube - ¿Quieres que la sigamos a ver donde se baja?— niego con la cabeza viendo como otra vez se aleja de mi vista, luego le pido a Marcel que me lleve a la empresa.

Miércoles otra vez lo mismo, pero ésta vez salimos más temprano y estacionarnos frente a la parada a esperarla. Luego de un rato la veo llegar.

— ¿Vas a hablarle? - pregunta Marcel a lo que niego con la cabeza. — Entonces, ¿qué es lo que hacemos aquí?

— La estoy cuidando Marcel, – le digo – mira, está sola en ese lugar, no hay nadie, podría pasarle algo. No es mucho tiempo el que espera en ese sitio, podemos tomarnos un momento y esperar hasta que se suba al transporte y esté más segura. — Él asiente y nos quedamos allí hasta que el transporte nuevamente la aleja de mí.

Hoy es viernes, la verdad es que éstos días han sido una verdadera tortura, siento que la cabeza me estalla, no puedo dejar de pensar en ella, tengo una terrible necesidad de acercarme y hablarle, pero no me animo. Marcel también me ha estado insistiendo para que le hable, pero de sólo pensarlo siento que las piernas me flaquean. Ayer también tuve una dosis de mi madre, quien al verme abrumado todos éstos días, no se movió de mi lado. Hasta a la empresa me acompañó para ver si había algún problema allí. Ya cansada, anoche, se sentó conmigo y no paró de preguntarme que me pasaba amenazándome con torturarme si no le decía. Terminé por confesarle todo ésto que me está pasando con la chica del autobús. Mi madre me observa con los ojos brillosos y una sonrisa: - Háblale Jhoan – me dice.

— No puedo mamá, sabes como soy, me cuesta mucho hablar con las personas y peor aún si no las conozco, aparte, con todos mis problemas, con el carácter que tengo, ¿crees que alguien como ella podría fijarse en mí? Cuando sepa a lo que me dedico, seguramente correrá de mí y nunca más la vuelva a ver. — le respondo.

- Jhoan, vas a tener que inflar bien bien tu coraje y vas a tener que hablarle, no tienes nada que perder, enfrenta tu timidez, ve y háblale, ella no es como todas las personas o por lo menos todavía no lo sabes, todos tenemos demonios Jhoan, pero algunos decidimos no combatirlos solos, algunos decidimos batallar con ellos entre dos como equipo, como compañeros de vida y de lucha, quizás esa chica sea tu compañera y por cobardía la estés dejando ir. Uno de éstos días puede no volver a esa parada, y la perdiste para siempre. Por lo menos, háblale y descubre si debes seguir inflando tu coraje o si, por el contrario, es sólo una bonita ilusión que no vale la pena. — Asiento con la cabeza porque tiene razón, ayer podría no haber vuelto a la parada y ya no la hubiera visto nunca más. — Inténtalo, hijo, si no, si mañana esa muchacha desaparece, te lamentarás toda la vida el no haberlo intentado. — finaliza mientras me acompaña hasta la puerta de mi habitación.

Otra noche sin dormir, quedé con las palabras de mi madre y el rostro de la chica rondando mi cabeza.

Cuando llegamos a la parada, veo que el autobús ha pasado más temprano que su horario habitual, al rato la veo llegar a ella como todos los días y sé que hoy estará en ese lugar más tiempo del habitual.

— Vamos Jhoan — dice Marcel. — Es tu momento, háblale. — Cierro los ojos, me armo de valor y asiento. Él sale del auto, pega la vuelta, abre la mía, bajo y camino en dirección a la chica, sintiendo que en cualquier momento mis piernas dejarán de funcionarme y quedaré tirado en el medio de la calle. Con Marcel detrás de mí, me acerco hasta ella, quien me observa asustada, intenta marcharse, pero si lo hace sé que si se le permito marcharse no me animaré nuevamente a hablarle y quizás no vuelva a verla, así que la detengo, le digo que no voy a lastimarla, que por favor no grite, que sólo quiero hablar con ella quien no muy confiada acepta pidiéndome que mantengamos distancia. Luego intento presentarme y que me diga su nombre, pero no obtengo respuesta, entiendo que todavía no confía en mí. Así que comienzo a hablar, le cuento algo de mí, le presento a Marcel, siento que en cualquier momento mi corazón dejará de latir, ella sólo me observa sin decir una palabra. Mis nervios están haciendo estragos conmigo, veo que se me nota y trato de explicar un poco de mi carácter.

Luego me pregunta de mala manera el motivo por el cual estoy todos los días estacionado aquí, no me había percatado de que era algo que podría malinterpretarse. Le explico, aunque no sé si me cree porque ella asiente volviendo al silencio, creo que la he arruinado.

El autobús llega y mientras estaciona para que pueda subirse. Decepcionado de mí mismo, doy un paso para irme cuando ella me extiende su mano, sin dudar le devuelvo el saludo, me dice su nombre, su edad y a que se dedica. Ahora soy yo quien se ha quedado sin palabras. Le sonrío, y me despido mientras va subiendo al transporte. Yyyyy, me siento en las nubes hasta que siento un golpe en la nuca que viene de Marcel y me doy cuenta de que estoy parado como un idiota en medio de la calle con una sonrisa y agitando mi mano hacia el autobús.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora