Capítulo 25. Algo me tiene preocupada.

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Andrea.

Hace un mes Paula y Marcel están en algo así como una relación, se llevan muy bien, a veces salimos los cuatro junto a Jhoan.

Es sábado y durante la mañana he llamado por teléfono a mi madre, hemos quedado en reunirnos hoy en un café cercano a su departamento y en éstos momentos estoy en él esperando que llegue.

Apenas ingresa me saluda con la mano y al llegar a mí me da un abrazo, la independencia la ha cambiado mucho como mujer. Por lo que me comenta Jhoan, al parecer arrasa, ya que tiene a varios enamorados; sin embargo, le consulto y por el momento no quiere saber nada, según ella, quiere disfrutar de su soltería y me parece perfecto.

— Mamá, te pedí que nos reuniéramos porque hay algo que me tiene preocupada, – mi madre asiente y hace un ademán con la mano para que continúe – me han estado creciendo los pechos y siento mucha sensibilidad. No creo estar embarazada, el periodo no me ha faltado, me viene poco, pero como siempre, no he tenido ni náuseas, ni vómitos, ni mareos. Tampoco sueño ni hambre. He subido algo de peso, pero no más de tres o cuatro kilos, y no sé que podrá ser, sé que la abuela falleció de cáncer y tengo miedo que sea eso, estoy asustada, no quiero pasar por lo mismo que pasó ella— le digo mientras me observa preocupada también.

— ¿Se han cuidado con Jhoan? - pregunta.

—No siempre - y ella sonríe – con tu hermano más grande me pasó igual, eran otras épocas y me enteré del embarazo casi antes de parir – sigue sonriendo. — Primero lo primero, descartemos el embarazo – me toma de la muñeca y prácticamente me hace salir corriendo del café.

— Pero el café ya lo pedí mamá.-

— Después volvemos y le pagamos, ahora quiero saber si seré abuela – responde entrando de lleno a una farmacia cercana y comprando varias pruebas de embarazo.

Me lleva a su departamento. — Bueno, un poquito de pis en cada recipiente, el palito adentro y a esperar – dice metiéndome a empujones al baño. Hago lo que me dice, dejo todo en el bidet, salgo y mi mamá trae dos tazas de té para que hagamos tiempo.

Pasan entre cinco y diez minutos yyyy, sí, señoras y señores, estoy embarazada. Mi madre salta por todo el departamento, me abraza a cada rato y sale saltando de vuelta como una loca feliz canturreando que va a ser abuela.

Yo tengo una mezcla de emociones, no sé si reír o llorar, la verdad es que estoy feliz también, pongo mis manos en la panza, mi madre coloca las suyas también – Sí, créetelo Andre, eres mamá – dice con lágrimas en los ojos – estoy muy feliz, hija.-

—No sé como se lo diré a Jhoan mamá, no sé como lo tomará – le respondo.

— Ese hombre adora el suelo que pisas, lo harás feliz Andre. Tú que piensas que no puedes darle nada que ya no tenga, bueno, le estás dando una familia propia junto a ti, estás llenando un mundo de amor verdadero Andre, ¿Qué más podría pedir? - dice dándome confianza y tranquilidad. — Dame un minuto, llamo a mi ginecóloga a ver si éste mismo lunes tiene un lugar, necesitamos saber de cuanto estás, con nuestro factor sanguíneo debemos estar medicadas para no tener problemas, nosotras o el bebé – asiento. — Espérame aquí que la llamo – se retira y mi cabeza no da más de tantos pensamientos juntos, no me estuve cuidando nada, le di una paliza hace un mes a una zorra y quizás puse en riesgo al bebé, tampoco sé como se lo voy a decir a Jhoan, creo que será de una manera poco convencional. En un momento mi madre vuelve y me avisa que el lunes tenemos turno con su médica, después salimos y nos encaminamos nuevamente al café, mamá contándome de los embarazos de mis hermanos, emocionada por todas las cosas que compraría a su nieto/a, a los sitios que lo llevaría, las cosas que le enseñaría hasta que de repente chocamos contra una persona y cuando estábamos por disculparnos comienza a decir - Oooojojo, ¿pero miren a quien tenemos aquí? La puta y la bastarda. Por lo visto notaron que no les servías para nada y te soltaron – Dice Salvatore – Figuro en banca rota, así que no podrás quitarme ni un centavo, que siga llorando tu abogado, de mí no recibirás nada. ¿Y tú? - me señala – Todavía me debes dinero, debo devolverle a los Calabresse lo que pagaron por ti, según dicen, Ángel se dio cuenta de lo que eras, se cansó de esperar y se fue a buscar a alguien, digamos, con algún valor. —

— Seguramente, – responde mi madre mirándome a los ojos, ya que ambas sabemos la verdad – ahora, sal de adelante que estorbas. Tienes a tu casa, a tus hijos, tus cosas y eres libre, sal de nuestras vidas de una buena vez que nosotras ya salimos de la tuya. Como ves, estamos ocupadas y muy bien sin tener que acordarnos de ti. Algún día pagarás todo lo que has hecho Salvatore. Te amé con mi vida, – le dice observándolo a los ojos sin una pizca de temor – pero ya desperté. Aléjate de nosotras, aléjate de mí, porque hoy no soy quien fui— lo empuja hacia un costado y pasamos a lado de él con la frente en alto sin voltear a verlo.

— Todavía eres moneda de cambio, niña – dice gritando en nuestra dirección – todavía tienes una deuda conmigo— es lo último que escuchamos antes de ingresar al café.

— Por favor mamá, no le digas nada de ésto a Jhoan, no quiero preocuparlo, ya bastante tendrá con la noticia del embarazo, aparte, él siempre está conmigo, nadie se animará a tocarme estando con él – le pido.

— Ok Andre, por el momento no diré nada, pero si en algún momento, siento o me parece que podrías volver a estar en peligro, le diré todo y no me importa lo que pase ni con Salvatore ni con tus hermanos, ya te dije, ellos escogieron su camino y cada uno es responsable de las decisiones que toma ¿estamos? - me dice y asiento.

Luego salimos del café, pasamos por una tienda de bebé, compré un babero amarillo y unos escarpines haciendo juego. Pedí a mi madre que me diera una de las siete pruebas de embarazo que me realicé, pusimos todo en una cajita, la envolvimos en papel de regalo y me la llevé al departamento. 

Le pediré a Jhoan que ésta noche me lleve al club y le daré la sorpresa allí.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora