Capítulo 17 Yezabel.

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Jhoan.

Llego a mi casa, busco a mi madre quien se sorprende, ya que no soy de buscarla, siempre arreglo las cosas solo, pero ahora no tengo tiempo y necesito ayuda.

Le cuento todo lo que pasó y sin dudar, entre los dos empezamos a planear el secuestro de la madre de Andrea para ésta misma noche. Le pido que consiga información tanto de los Costanzo como de los Calabresse y ella asiente.

Para las doce de la noche ya tenemos diagramado todo el interior y exterior de la casa, también a todos nuestros hombre listos para el ingreso y la planificación del secuestro.

En unas siete camionetas, vestidos de negro y con pasamontañas, llegamos a la casa de los Costanzo.

Dos en punto de la madrugada ingresamos a la casa, mis hombres ingresaron a todas las habitaciones menos a la matrimonial donde sólo mi madre y yo ingresamos. Sí, señores, mi madre tuvo que venir, fue su única condición, y bueno, aquí está conmigo.

Sin problemas y velozmente redujimos al matrimonio que dormía allí. Amordazamos, vendamos los ojos y manos de la mujer, mientras nos la llevábamos, el hombre nos dijo que no esperáramos dinero para rescate, que hiciéramos lo que quisiéramos con ella, que no le interesaba. Nos observamos sorprendidos con mi madre mientras la mujer lloraba desconsoladamente.

La verdad, el tipo era una basura.

Llevamos a la aterrada mujer hasta una de las camionetas y nos fuimos de allí.

Indicamos al chofer detenernos en un descampado donde le quitamos las vendas de los ojos para luego quitarme el pasamontañas yo.

— Perdón por la forma en que tuvimos que entrar a su casa, señora Costanzo, pero es un asunto de suma gravedad, de vida o muerte, si no le juro que en mi mente, mi presentación era completamente diferente. — Ella me observa con los ojos llorosos. — Quédese tranquila, nuestra intención no es lastimarla de ninguna manera, pero necesito hablar con usted. Si le retiro la mordaza y le suelto las manos, usted ¿me promete no hacer ninguna tontería?— ella asiente – Bien – le desato las manos y le retiro la mordaza, donde detrás de ello lo único que oigo en un susurro de ella es mientras observa el suelo – soy una guerrera, soy una guerrera, soy una guerrera.-

Le extiendo la mano y me presento. — Mi nombre es Jhoan Ferrari, – abre los ojos sorprendida - y creo que sabe quién soy. Atemorizada y en un hilo de voz me devuelve el saludo – Yezabel Moretti, creo que difunta Costanzo. —

- No, no, no, no, tranquila señora Moratti, ya le dije que no estamos aquí para lastimarla. Estoy aquí por su hija, por Andrea. — Ella se sorprende aún más y rompe en un llanto desolador – ¿Qué pasa con mi bebé? Dime por favor que está bien, dime que él no la encontró, la está buscando como loco desde que se fue de aquí. Por favor dime que se encuentra bien.-

- No, señora Moretti, Andre no está bien, por eso tuvimos que venir por usted de ésta manera – respondo. Le relato todo lo ocurrido hasta ahora, la gravedad de su estado actual y la imperiosa necesidad de la transfusión de sangre. Ella sin dudarlo me pide que la lleve con su hija, bajamos de la camioneta, mi madre me dice que se ocupará de lo otro y se va en la camioneta rumbo a su casa mientras con la madre de Andrea subimos a mi auto en el que Marcel nos está esperando y nos vamos al hospital.

Al llegar ingresamos a la sala de espera de la guardia donde Paula está bebiendo un café y Daniel está dormido desparramado en una silla. Me acerco a ellos, les pregunto si hay alguna novedad y me responden que no por el momento. Yezabel se acerca a un mostrador, se presenta como la madre de la paciente, que quiere verla y que vino para donarle sangre mientras le hacen llenar una ficha con los datos de Andrea.

Una enfermera la lleva hasta el lugar donde mi rubia preciosa se encuentra y desde donde estábamos oímos el grito de Yezabel. Sin importarnos nada, los tres entramos de prepo a la habitación también. La madre de Andrea está tirada en el suelo a puro llanto, Paula se tira en llanto también a su lado y Daniel enfurecido comienza a golpear la pared.

— ¡Hijos de puta! ¡Son unos hijos de puta! - grita Yezabel, se acerca a Andre y le acaricia su casi desfigurado rostro – mi bebé, te alejé para mantenerte segura y mira como te dejaron. Es mi culpa, todo ésto es mi culpa por permitirlo. — Decía sin dejar de llorar.

Paula se mantenía en silencio, sólo observaba a Andrea y lloraba. Daniel no paraba de golpear la pared y decir que lo iba a matar; sin embargo, creo que sólo tendrá la oportunidad de colaborar en el proceso, ya que el privilegio del fin de su vida es mío.

Seguridad del hospital, médicos y enfermeras llegaron a la habitación e intentaron calmarnos. Nos dijeron que Andre debía permanecer en un lugar calmado y tranquilo, que por favor fuéramos a conversar afuera, que era un área crítica y que no podíamos permanecer todos allí, que podríamos turnarnos en un horario específico. Pedimos disculpas, estábamos terriblemente conmocionados. Yezabel les dijo que tenía el mismo grupo de sangre de su hija, que le donaba, pero que por favor la salvaran. Nos dirigieron nuevamente a la sala de espera y a la madre de Andre la llevaron al servicio de hemoterapia para la extracción de sangre, la cual duró aproximadamente cuarenta minutos y volvió con nosotros. Los cuatro estábamos destruidos.

— Deberían ir a descansar un poco y a comer algo – les digo. — Y usted – señalo a Yezabel – debería ir a su casa a cambiarse – ya que se encontraba en camisón – como también a descansar y a comer algo.-

— No quiero irme de aquí, aparte no tengo donde ir, no quiero volver a mi casa ni con Salvatore, todo ésto es su culpa y también la mía. Aparte, si vuelvo me hará miles de preguntas que no estoy dispuesta a responder, y si me sigue, sabrá donde se encuentra Andrea. No permitiré que Ángelo la encuentre otra vez, voy a deshacerme de él antes— dice.

—Tranquila Yezabel, Ángelo no volverá a acercarse a su hija ni a nadie más, de eso, puede estar segura.— Le sonrío con pena.

— Sé quién eres niño, ¿a caso también eres mi yerno? – me dice en una pícara sonrisa que quiere asomarse entre la tristeza.

— Eso, intento – le respondo nervioso.

Me palmea la espalda – Bien. Agradezco todo lo que hiciste y estás haciendo por mi hija. También a ustedes.-Señala a Dani y a Pau.

— Mire, podría quedarse en mi casa, yo no vivo allí de momento, pero tiene todo lo que necesite en lo que Andrea se recupera, allí no le faltará nada, si necesitara algo más, lo pide y se lo traerán.— Yezabel dice no querer molestar, pero le digo que hasta que arreglemos todo ésto, ella puede quedarse, aparte sería mejor que nadie la viera, ya que supuestamente está secuestrada y ella asiente con un "de acuerdo". — Nos turnaremos los cuatro para venir a cuidar a su hija, ustedes tres arreglen para venir durante el día y durante las noches seré yo quien me quede.— Nos pasamos todos nuestros números de teléfono – si algo pasa, nos llamaremos entre nosotros para tenernos al tanto ¿les parece? - todos afirman.— Bien, ¿Quién podría venir hoy a la mañana? -Yezabel levanta la mano – listo, hoy se queda Yeza, con el correr de los días nos iremos acomodando – todos asienten.

Marcel llevó a cada uno, me quedé en esa sala de espera toda la noche pensando en mi rubia preciosa, no soy muy religioso, pero le pedí a Dios que me la salve. El lunes debería ir a sus escuelas para hablar con sus directivos. También haría conocer el infierno al angelito. Por la mañana, otro custodio trajo a mi suegra y ambos nos relevaron a Marcel y a mí. 

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora