Capítulo 31.Mi madre, la mejor.

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Jhoan.

Llegamos a la casa de Salvatore, pareciese que hay una fiesta. Está lleno de autos y se oye música a elevado volumen que proviene desde dentro. Al recorrer el perímetro del lugar, algo nos dio mala espina. Notamos los coches de un clan con quien no nos llevamos muy bien, y ese es el clan Morano quienes suelen manejar trata de órganos y personas. Cuando lo vi, un escalofrío recorrió mi cuerpo. El saber que mi mujer está ahí adentro me congeló el alma.

Mi madre pide hacer una reunión antes de ingresar. – Los Morano y otros clanes amigos de ellos están aquí, no podemos entrar así nada más, – manifiesta – ésto que está pasando, no lo sabíamos y es un problema no sólo para tu mujer, sino que para nosotros también. Estaba pasando ésto aquí, en nuestras propias narices y no lo sabíamos. — Dice seria.

—Si los Morano están aquí, algo importante o terrible está pasando allí adentro. Me gustaría entrar a ver que es lo que está pasando, de que nos hemos estado perdiendo. También necesito saber cuantos guardias más de cada clan hay, seguramente son más que la cantidad que Yezabel nos dio y si es así, necesito hacer un llamado para que nos envién más hombres que en menos de media hora estarán aquí. — Asiento.

— Déjame arreglarme – dice y no sé de donde saca un vestido de noche, se arregla en cinco minutos y queda despampanante. — Listo. Ahora, nos llevaremos un auto y entraremos con Jhoan como invitados, necesito saber que tanto hacen ahí adentro. Un disparo será la señal para que todos ingresen, mientras tanto tú, Francisco, revisa todo el perímetro desde fuera, intenta calcular cuantos guardias hay e inutiliza los autos. — Mi madre, una estratega nata. Mi padre asiente, subimos al auto y nos dirigimos hacia la entrada donde al vernos llegar nos dejan ingresar sin problemas. Bajamos del auto, mi madre muy coqueta le pide a un guardia de seguridad pasado en años que la guíe hasta el evento y éste maravillado con mi madre la acompaña encantado mientras los sigo detrás.

Al ingresar mi madre saluda a todos, ya que es una persona muy conocida, por suerte, no es mi caso. El mayor de los Morano se acerca a ella – Pero qué belleza de mujer, - le dice el viejo sucio – ¿Quién es el poco hombre que permite venir sola a semejante mujer? Si fuera mía, yo no la dejaría sola ni un segundo. — Continúa el viejo verde mientras libidinoso observa a mi madre y se le nota caer un hilo de baba. Estoy por pegarle un tiro, pero mi madre me observa y hace un gesto haciendo que me tranquilice. — Señor Morano, – le dice entre risas coquetas mi madre mientras se deja caer en el pecho del viejo y le habla al oído – digamos que para ciertos negocios, me gusta trabajar sola, aunque de vez en cuando... no me vendría nada mal algo de compañía – le dice, soplando en su cuello, y ahí está, terminó de matar al viejo quien queda cual inocente presa en las garras de mi madre. Se retira de su lado y lo deja suspirando por ella. — He estado manejando ciertos negocios que no suelen ser mi especialidad, y me han invitado a éste evento, pero no conozco a muchos de aquí, ¿podría usted, ayudarme? – le dice al viejo haciéndole puchero y acariciando su corbata. Éste sin más empieza a llevarla de grupo en grupo presentándole a todos incluyendo a los Calabresse y a la familia Salvatore quienes son los organizadores del evento, ambas familias la saludan muy orgullosos de que mi madre se encuentre allí, ya que es una persona muy importante y reconocida. Mientras ella los engatusa con su amabilidad y simpatía, yo voy contando la cantidad de guardias que hay en el recinto, las personas de diferentes clanes y también las diferentes entradas y salidas.

Hay un escenario con un micrófono al cual Salvatore sube y comienza – Quiero darle la bienvenida a todos, a nuestros viejos clientes como a los nuevos – hace un ademán hacia mi madre y ella agradece. — Pido por favor que se sienten ya está por comenzar el show. Espero que se diviertan yyyy, que gane el mejor – finaliza y mi madre me echa una mirada de desconcierto. Empiezan a subir mujeres aterradas, obviamente proveniente de tratas y una detrás de la otra van siendo subastadas. Observo entre la multitud de cuerpos la mano de mi madre enrojecida, cerrada en un puño. Las jóvenes van pasando, pero ninguna es Andrea, el presentador comenta que lo mejor vendrá al final, pero que antes tiene una sorpresa. Hace salir a dos personas mayores con un niño pequeño amarrado que intenta luchar contra ellos sin conseguir liberarse. Cuando lo observo bien me doy cuenta de que es Walter. — Bueno, señores – continúa el presentador – ésta es una joyita que hemos conseguido a último momento, sus padres, aquí presentes, – señala a los dos hijos de puta que tienen amarrado a Walter – les firmarán el documento que deseen y luego, podrán hacer lo que quieran con él. – Finaliza. Uno tras otro empiezan a tirar números, le hago señas a mi madre para que también ofrezca dinero por él, no pienso permitir que nadie se lo lleve. El monto sube cada vez más y a medida que el precio sube mi madre me observa para saber qué hacer. Yo sigo afirmando con la cabeza hasta que ganamos la subasta. Todos aplauden y observan a mi madre – Mi sobrino necesita un trasplante – dice dejando a todos conformes. Mientras Walter es llevado en llanto a no sé donde los padres de él le entregan un documento sin llenar firmado por ellos donde entregan la custodia.

—Efectivo, cheque o transferencia— dice mi madre a Salvatore quien le responde efectivo y ella pide que le presten el teléfono para que le traigan más dinero y habla delante de todos – "Sí, sí, unos cincuenta más"— cuelga. – Ya está, en menos de media hora me traerán el dinero que falta, aquí les dejo lo que traigo ahora, no sabía que habría tan buena mercancía, sino, hubiera traído más que éste simple vuelto – manifiesta entregándole a Salvatore cincuenta mil dólares, quien los toma a prisa sin dudar. Mi madre chasquea los dedos en mi dirección. — Niño – me dice – llévate la mercancía al auto y vuelve rápido, que si ésto sigue así, tendré que pedir más dinero – asiento y llevo a rastras a Walter, quien hecho una furia patalea, me dice malo y que me odia.

Una vez que llegamos al auto, lo tomo de los brazos, lo obligo a calmarse y a mirarme - ¡Walter, para ya! Mírame.— levanta su cabeza hasta mí - ¿Jhoan? - asiento con una sonrisa y él me da un fuerte abrazo que obligado tengo que rechazar.

— Escúchame, Walter, mírame. Tenemos que hacer como que no nos conocemos para que los demás no se den cuenta, ¿me entiendes?— él asiente con la cabeza. — Todas esas personas que están ahí dentro y aquí afuera son gente mala que van a querer llevarte. No voy a permitirlo, pero hasta que salgamos de aquí tienes que hacer como que no me conoces, que estás enojado y que quieres escapar. En un momento pasará algo feo allí adentro, no tengas miedo, tú estás seguro aquí. Quiero que en cuanto escuches gritos, te encierres bajando las perillas del auto, ¿ves? Así, — se las muestro – y te metas debajo de los asientos de aquí detrás. Y no sales ni te levantes hasta que vuelvas a escuchar mi voz, ¿entiendes? - Asiente y vuelve a abrazarme con fuerza.

- Jhoan, trajeron a la Señorita Andrea también aquí. La vi cuando me sacaron del sótano para llevarme al escenario – y mi corazón se detiene.

— ¿Qué estaba haciendo, Walter? ¿Ella estaba bien? - él niega con la cabeza y quiero llorar de la bronca.

—No, estaba tirada en el suelo durmiendo, la llamé, pero no se despertó, por favor Jhoan, sálvala a ella también, es la única persona que me trata bien. — Asiento con un nudo en el pecho.

— Me tengo que ir, escóndete ya yyyy...— le digo.

—No levantarme ni abrir hasta que seas tú el que me llame— asiento con una sonrisa, cierro la puerta, él pone las trabas y se acomoda debajo de las butacas traseras mientras yo vuelvo a ese horrible lugar.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora