Capítulo 33. Un luchador.

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Jhoan.

Ingreso corriendo y gritando pidiéndo ayuda con Andrea en brazos al servicio de emergencias del hospital donde trabaja la ginecóloga que la atiende. Por suerte es diferente al anterior y puedo volver a dar la misma mentira.

Apenas ingreso, traen una camilla, me ayudan a recostarla y unos se la llevan mientras otros comienzan a interrogarme. Ésta vez, sí les digo que es mi mujer, les doy todos los datos de ella, les cuento que aparentemente ingresaron al departamento donde vivimos a robar y que cuando llegué la encontré inconsciente y con sangrado. También les digo que está embarazada de siete meses de nuestro bebé, les aviso de su factor sanguíneo y les aseguro que mi suegra está en camino para donarle sangre a mi mujer, si así lo necesitara.

Ellos escriben todo y luego se retiran para trabajar con ella avisándome que en cuanto puedan me dirán como se encuentra. Voy hasta los bancos de la sala de espera, me derrumbo en ellos con la cabeza entre las manos, mi madre llega y se queda abrazándome. No pasan diez minutos que el médico vuelve a salir a buscarme.

- ¿Señor Ferrari?- dice observando en mi dirección, asiento y se acerca a nosotros – necesitamos de un familiar de la paciente de manera urgente por dos motivos, uno es la necesidad de la transfusión, y otra para que decida que hacemos con la paciente. Estamos haciendo todo lo posible para estabilizarla pero no estamos teniendo éxito. Necesitamos llevarla de urgencia a realizarse una cesárea. El bebé tiene un pulso muy débil apenas audible, y ella se encuentra prácticamente igual, si los dejamos como están ahora, uno se lleva al otro y si bien una cesárea en éstos momentos es riesgosa, hay una posibilidad de que ambos sobrevivan, o por lo menos la paciente. No es seguro, quizás también perdamos a ambos. Pero si no hacemos nada, la muerte de ambos es segura.- Concluye.

- Haganle la cesárea – le digo.

-Disculpe señor, pero usted no puede decidir, necesito a un familiar- manifiesta el médico y ya me terminé de cabrear, es el peor día de mi vida y éste me viene con burocrácia.

- Ella es mi mujer, ese bebé es mi hijo, soy su familia. Si la cesárea es la única oportunidad que tienen, ¡haga la puta cesárea!

- No puedo necesito que un familiar firme – no llega a terminar la frase que ya le tengo el cañón del arma en el medio de la frente.

-Hoy no fue un buen día para mí, doctor. Le pido de la mejor manera posible que vaya de nuevo adentro y haga todo lo humanamente posible para salvar a mi mujer y a mi bebé. No le estoy pidiendo que haga milagros, sólo le pido que haga su trabajo. ¿Entendió?- aterrado asiente y está por volver al shockroom cuando los gritos de Yezabel nos hace voltear hacia ella.

- ¿Cómo está Andrea?- dice entre llanto. Le cuento todo lo que el médico dijo, ella se acerca hasta él y le dice que puede donar sangre para su hija. El médico le pide que llene el puto papel para poder llevar a Andre a cirugía y ella lo completa a regañadientes diciendo que estando su marido aquí no tendría que estar ella perdiendo el tiempo con eso en vez de estar yendo a hemoterapia para realizarse la extracción.

Diez minutos después, vemos como se llevan a Andre en la camilla al quirófano quedando los tres (mi madre, mi padre y yo) en completo desconcierto. Luego, Yezabel regresó y se sentó junto a nosotros con el mismo sentimiento y comenzó a llorar.

- El día que nos enteramos del embarazo, caminábamos por la calle y Salvatore nos encontró. Nos amenazó, pero lo ignoramos y seguimos nuestro rumbo. Andre me pidió no decirte nada para no preocuparte y como por meses no tuvimos más noticias de él, pensamos que se había olvidado de nosotras y había continuado su vida, hasta anoche. Sé que si te lo hubiera dicho ésto no habría pasado, ella no estaría nuevamente en ésta situación, sé que la habrías cuidado. No tengo cara para mirarte, es mi culpa Jhoan, siempre lo ha sido.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora