Capítulo 8: Manipulados.

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Ana.

Quede tan cansada después de lo que paso entre Cristóbal y yo, tan confundida también que cuando me ofreció darme una ducha la tome de inmediato. Lejos de aclarar mi cabeza solo logro relajar mi músculos lo suficiente para secarme y caer rendida en la cama de la habitación. 

No sentí cuando Cristóbal se acostó junto a mí, pero si me desperté cuando lo escuche murmurar en repetidas ocasiones algo. Prendí la luz de la mesa que daba a mi lado y lo quede mirando para procesar que realmente se había acostado a mi lado, sintiendo que era un tipo diferente de intimidad. Jamás había dormido con nadie de forma amorosa, solo con Vicente en el internado por seguridad de ambos. 

Veo como su entrecejo se contrae y no sé si lo mejor sea despertarlo de forma abrupta de su sueño. Le pongo una mano en el rostro para que no se sienta solo y tal vez pueda despertar solo. 

—No quiero— niega con la cabeza cuando sigue murmurando— por favor, ayuda. 

Como dice aquellas palabras me rompe el corazón, no se ve como el hombre controlador que aparenta ser y luce casi desprotegido. 

—Cristóbal— lo llamo no resistiendo el verlo pasar un mal rato— despierta, estas soñando. 

—Mamá, por favor no me dejes aquí— veo como su pecho sube de forma violenta. 

—Cristóbal despierta— le digo más fuerte y muevo su hombro. 

Puede que no sea la forma más suave de despertarlo, pero esta al borde del llanto, así que hago lo que creo es lo mejor. Lo muevo más fuerte del hombro y lo sigo llamando hasta que se sienta en la cama. 

—¿Estas bien?— le pregunto viendo como se lleva las manos al pecho. 

Tiene las pupilas dilatadas y sigue respirando de forma irregular. 

—No puedo respirar— me dice a penas en un susurro. 

—Si, si puedes— le digo viendo la palidez de su rostro. Tomo su cara en mis manos— respira conmigo, fue una pesadilla, vamos ayúdame. 

Intenta hacerlo, pero no veo que le funcione en absoluto. 

—Mi corazón esta latiendo muy rápido, algo no esta bien— se altera más. 

Pongo mi mano en su pecho y aunque lo siento acelerado su latido es normal. 

—Cristóbal— lo llamo para que me vuelva a mirar y deje de perderse en su cabeza— estas teniendo un ataque de pánico, necesito que me hagas caso, ¿bien?— me asiente— Dime cinco cosas que puedas sentir. 

—Tus manos, tu mirada, el calor de tu piel junto a la mía— pongo su mano en mi pecho para que siga desviando su atención— los latidos de tu corazón— lo beso— tu boca. 

Logra calmarse un poco, pero sigo haciendo los ejercicios con él hasta que recupera el color en su cara. Para cuando ya esta mejor su cuerpo esta sudoroso. 

—¿Fue tu primer ataque?— le pregunto preocupada. 

—Solo fue un mal momento, no te preocupes, el estrés de la campaña me esta pasando factura— se levanta dejándome una sensación de frío en las zonas donde estábamos conectados. 

—Cristóbal, no soñaste con nada sobre la campaña— le digo sincera— llamabas a tu madre todo el tiempo, le pedías ayuda, ¿fue solo una pesadilla?

Sus facciones cambian como si hubiera levantado un muro entre nosotros. 

—Fue una pesadilla, extraño a mis padres y probablemente con el estrés me ha jugado una mala pasada— su respuesta es más cortante de lo que se ve— iré a darme un baño, no puedo dormir así. 

Red de mentiras [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora