Epílogo I.

348 27 6
                                    

Dos años después.

Ana. 

No desperté esa noche, ni la siguiente. Me tomo dos meses salir del coma, mi cuerpo necesitaba recuperarse de forma correcta o al menos tratar porque después de esos dos meses tuve que volver a aprender muchas cosas básicas. El estar en estado de coma tanto tiempo implica que tu cuerpo pierda muchas cosas, como músculos. Eso conllevó una terapia física de meses, combinada con la terapia que hacía a diario para recuperar la capacidad de mis pulmones. 

El pulmón que mi padre me perforo y que casi me mata. 

Cuando desperté no me dijeron de inmediato las noticias, pero podía sentirlo por todas partes, las miradas de lastima de las personas eran suficiente. 

—¿Mi padre esta muerto?— eso fue lo primero que le pregunte a mi mamá después de mi primera ronda de terapia física. 

Me miro de reojo y se encargo de arreglar mi almohada como si lo necesitará, estaba perfecta. 

—El doctor dijo que lo mejor es no hablar ese tipo de cosas todavía, saliste hace solo una semana del hospital— me da la espalda, pero tomo su mano llamando su atención. 

—Mamá, dime lo que paso, no quiero saberlo porque a alguien se le escape mientras este afuera, quiero escuchar todo de ti. No pueden mantenerme en una caja de cristal para siempre— se debate entre decirme la verdad o no, pero finalmente se sienta en mi cama. 

Porque volví a vivir con mi familia. Blanca ha vuelto a su internado y nos visita los fines de semana, pero avanza rápidamente y el bebé crece sano. 

Todos pensamos que la muerte de Leo la iba a derrumbar completamente, pero creo que incluso se alivio de cierta manera y es feliz sabiendo que el bebé que viene no será como él. 

—Tú padre esta muerto— me confiesa finalmente— se mato después de dispararte a ti y a...— se detiene y me mira. 

¿Le disparo a alguien más? Es imposible, estaba rodeado de policías. 

—¿A quién más?— la confusión me golpea. 

—Cristóbal— me dice suspirando. 

La miro sin entender nada, es imposible que mi padre le haya disparado, no sin haber muerto por la misma policía. 

—Es imposible mamá— rebato sus palabras— no hubiera podido llegar a él aunque quisiera. 

—¿Cómo?— me dice igual de confundida— Ese día estaban solos, claro que podía llegar a ustedes y más si consideraba que lo estabas traicionando.

—¿Solos? No estábamos solos mamá, estaba toda la policía ahí. 

—Cariño quizás estas confundida, el shock de toda la situación debe haber sido muy fuerte para ti y tu cabeza modifico ciertas cosas.— ruedo los ojos— La versión que dio la policía es que estaban solos y que cuando tu padre los encontró juntos enloqueció, les disparo a ambos y alguien dio aviso a la policía. 

Miro a mi alrededor. Algo más grande se oculta atrás de todo esto, es obvio que no tuve ninguna alucinación. 

—¿Y Cristóbal dónde esta?— no temo de su respuesta porque presiento a donde se dirige esta historia. 

—Él no soporto cariño, los doctores intentaron todo, pero llego muerto al hospital.— asiento y una sonrisa cruza mi rostro— ¿Por qué sonríes?¿Estas bien?— me toca la frente para ver si tengo fiebre. 

Sonrió y niego con la cabeza. 

—¿Tú viste el cuerpo mamá?¿Alguien lo vio entrando al hospital?— me mira y niega de inmediato— Porque esta vivo, es todo una farsa. 

Red de mentiras [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora