Capítulo 12: Hasta Luego

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—... Así fue como me convertí en una asesina. — le terminé de contar a Killua sobre mi crianza en el cuartel, él solo me miraba fijamente y en silencio.

—Vaya... debió ser difícil, nunca había escuchado de ese cuartel, suena interesante. — comentó mientras volvía a mirar al cielo. Los demás chicos continuaban durmiendo, pude ver que Gon tenía una pierna arriba de la espalda de Leorio. — Supongo que por eso tienes estás cicatrices. — expresó tocando ligeramente mis brazos.

—Sí, estas tres de aquí fueron de una pelea que tuve con una mujer que manejaba perfectamente los cuchillos. — dije a medida que tiraba de mi musculosa dejando ver entre mi hombro e inicio de mis senos; lugar donde se encontraban esas tres marcas de apuñaladas. Noté como Killua asintió y volvió a mirar al cielo.

» No eres el único que se siente de una manera u otra, salvado por estos chicos, ¿sabes?... Lo que quiero decir con toda esta historia es que, a pesar de que muchas veces no podamos con lo que cargamos internamente, siempre habrá alguien que nos ayudará a salir de ese pozo de oscuridad mental que nosotros mismos creamos... de cierta forma entiendo cómo te sientes, donde eres técnicamente una marioneta que hace todo lo que le digan sin derecho a opinar porque su voz nunca es escuchada. — comenté y de inmediato vi como bajó su cabeza esta vez mirando al suelo.

» Cuando pasó lo de tu hermano, de alguna manera me vi reflejada en ti cuando tenía tu edad, por eso me dije que tenía que venir a buscarte también. Me alegra que quieras ser diferente a tu familia, es como dicen: "el cambio empieza por uno mismo", aunque por experiencia propia sé que no es fácil hacerlo, ya que hay ciertos hábitos que nunca mueren, pero sé que podrás, eres un cachorro fuerte... Escucha, sé que no nos conocemos muy bien, ni tenemos la suficiente confianza, pero créeme cuando te digo que puedes contar conmigo cuando lo necesites, Kill. — terminé de hablar a medida que le acariciaba el cabello, era tan suave como el algodón, mientras que él seguía cabizbajo.

—G-Gracias, Halu. — respondió segundos más tarde está vez mirándome a los ojos para luego abalanzarse sobre mí y rodear mi torso con sus brazos.

Le devolví el abrazo por un momento; hasta que me di cuenta de algo, llevé mis manos a su frente y luego las pasé por su cuello.

—Kill, tienes fiebre. — dije mirándolo a los ojos.

—¿En serio?... qué raro, nunca me enfermo. — respondió mientras tocaba su cuello.

—Puede ser por los golpes que tienes, ven aquí y quítate el suéter, quiero ver algo. — pedí a medida que buscaba en mi bolsa un kit de emergencia.

—¿Para qué quieres que haga eso? No soy un chico fácil si es lo que insinúas, primero debes pedirme una cita. — soltó tapando su torso.

—¿La fiebre te está afectando el cerebro? Quiero ver tus golpes. — contesté a la vez que abría una pomada con mis manos.

—De acuerdo, pero no toques de más. — comentó para luego quitarse su suéter negro con mangas largas.

Tomé la pomada de hipérico para frotarlas entre las palmas de mis manos hasta calentarla y poder esparcirlas por sus hombros, por las marcas que tenía pude identificar que fue encadenado por sus muñecas; además de haber sido golpeado con un látigo en varias zonas de su cuerpo y cara. Killua daba pequeños ronroneos ante los toques, seguí esparciendo el medicamento por toda su espalda y torso, luego por sus muñecas y rostro. Cuando terminé le ayudé a ponerse el suéter sin que se quitara todo el medicamento con el mismo.

—¿Tus piernas no están lastimadas? ¿no quieres que te ponga pomada ahí? — pregunté a medida que terminaba de pasar su cabeza por el hoyo del suéter.

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