Capítulo 34: Elecciones

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El octavo mes del año se hizo presente con el comienzo de un sol cálido y que no molestaba demasiado. Mientras me estaba vistiendo para hacer las compras de supermercado, Bolita estaba con Hideki en la sala de estar esperando a que terminara de vestirme, pero en eso el sonido de una llamada entrante captó mi atención.

—Hola, Killua. Hace mucho que no sé nada de ustedes, ¿Qué han estado haciendo?

Halu. — su voz salió tan profunda que me asustó.

—¿Qué ocurrió?

Necesito que vengas ahora mismo con Hideki al hospital central, por favor.

—Entiendo, pero necesito que me digas para qué, me pones nerviosa. — me senté en la cama con mucho nerviosismo por el silencio que ocurría en el otro lado de la línea.

G-Gon está muriendo.

—¿Q-Qué? — una fuerte corriente de dolor se expandió por mí pecho al temerme lo peor. — ¿Qué han estado haciendo?

Te lo explicaré cuando vengan, es una larga historia.

—De acuerdo, nos vemos.

Adiós.

Bajé lo más rápido que pude a la sala de estar a medida que sentía como mi corazón latía con mucha rapidez, ambos se me quedaron mirando expectantes hasta que conté la noticia. El rostro de Hideki fue de espanto, ojos muy abiertos y su boca siendo tapada por su mano izquierda mientras negaba suavemente.

—¿Estás segura?

—Eso fue lo que me dijo Killua, no puedo saber más. Necesito que me acompañes.

—Halu, está vez no podré, lo siento. Sabes que hemos estado ocupados con las dos órdenes grandes que tenemos en estas semanas. — explicó sentándose en el sillón con la cachorra en sus piernas.

—Pero no puedo ir con Bolita. Solo tendrás que llevarla con Dena-san.

—Recuerda que te dijo que esta semana es su ciclo de celo.

—Cierto. ¿Puedes llamar a Maru para preguntarle si puede cuidarla?

—Sí, yo lo hago. Ve con mamá, Bolita. — le dijo a la cachorra y ella asintió.

Tomé su mano con cuidado para ayudarla a subir la escalera y alistar mi bolsa. Saqué lo esencial del armario a medida que vigilaba que Bolita no cayera de la cama por estar saltando en ella. Pero fue muy tarde cuando me giré a sacar la ropa interior y el golpe de la cachorra resonó por la habitación al igual que su llanto.

—Te dije que tuvieras cuidado, Akashi. Ven aquí. — hablé con voz suave y me agaché a su altura para verla levantarse con cuidado, la cama estaba algo alta para ella. La abracé contra mi cuerpo dejando que se calmara con mis feromonas. — ¿Te duele en algún lado?

'Tabeta. — se tocó ella la frente enrojecida por el golpe. — 'Eto 'beshitos, mami.

—¿Los besitos de mami curan? — me reí por su inocencia al verla asentir. — De acuerdo. — comencé a repartir juguetonamente besos por toda su cara y cuello hasta escucharla reír. — Listo, Bolita está curada. Vamos a terminar de arreglar la bolsa.

—¿'Onde 'vamo, mami?

—Saldré por un par de días, pero tú te quedarás aquí con tío Hideki.

'Eto ir con mami. — me dijo ella tirando un brassier a la bolsa.

—Me gustaría llevarte, pero no puedes ir conmigo está vez, Bolita. — dije tirando el estuche de los lentes y desodorante.

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