Una velada inesperada

389 58 6
                                    




El primer rayo de luz del amanecer se filtró a través de las cortinas del viejo apartamento, despertando a Lexa. La abogada parpadeó, adormilada, antes de recordar dónde estaba.Se desperezó, un poco desorientada, hasta que sus ojos se posaron en el rostro preocupado de su abuela, Louise. La primera sonrisa del día acudió a su cara, agarrando su mano mientras le extendía una taza de café.

-¿No dormiste bien, hija? -preguntó Louise con su voz áspera, pero llena de cariño. Su expresión dejó claro que sabía que la visita inesperada de su nieta era indicativa de algo más.

Lexa suspiró, sentándose lentamente y estirándose, con cuidado de no derramar su taza. Su abuela siempre la conocía demasiado bien. Frunció el ceño, mordiendo su labio inferior antes de contestar.

-Abuela, no es nada -intentó asegurar, pero la mirada escrutadora de Louise le recordaba demasiado a la de una abogada experimentada – Está bien... es el trabajo. Tengo un caso que se está complicando más de lo que debería.

Louise frunció el ceño, mirándola atentamente. Sabía que su nieta era una mujer fuerte e independiente, pero también sabía que Lexa solía ocultar sus problemas, una costumbre que le preocupaba enormemente.

-¿Te preocupa el caso en que estás trabajando? - Lexa asintió, suspirando – Lexa, eres mi niña. Recuerda que eres una mujer inteligente, fuerte y capaz, pero tampoco puedes llevar el peso del mundo en tus hombros, cariño.

Lexa se abrió, hablándole de la complejidad de aquel divorcio, de cómo parecía haberse complicado más allá de lo que había previsto. A medida que la conversación avanzaba, su abuela notó que la preocupación de Lexa no se limitaba al caso.

-¿Y qué más, Lexa? -presionó, mirándola con atención. Lexa evitó su mirada, pero Louise insistió-. Eres una abogada excepcional y aunque lo que me cuentas puede llegar a ser demasiado... No apareciste a las tantas de la madrugada sin querer hacer ruido simplemente porque un caso se te complicó.

-Abuela... ¿recuerdas aquella película de Cary Grant, 'El Bazar de las Sorpresas'? - preguntó Lexa de pronto, mientras sostenía su taza de café caliente entre las manos. Louise sonrió ampliamente.

-Cómo podría olvidarla, cariño. Ese hombre siempre fue tan encantador en pantalla.

-Bueno, hay una línea en esa película que ha estado dando vueltas en mi cabeza últimamente - dijo Lexa, mirando su taza de café como si las respuestas que buscaba estuvieran allí - El personaje de Grant dice: 'Lo inesperado es lo que hace la vida tan maravillosa'.

Louise rió con cariño.

-Es cierto, es una de mis frases favoritas. ¿Qué es lo tan inesperado que te ha ocurrido, Lex? – su abuela rió ante el suspiro de la abogada.

-Creo que podría estar sintiéndome atraída  por alguien... por la que realmente no debería – al momento se avergonzó y miró a su abuela con ansiedad, preguntándose qué pensaría.

Louise pareció sorprenderse un poco, pero luego suspiró y le dio a Lexa una mirada de comprensión, estallando en una carcajada.

-Oh, mi niña. ¿Es por eso que has estado tan distraída últimamente?

-Supongo que sí. La cosa es, abuela... es complicado. Ella es la fiscal del caso super mega complicado que se complica hasta rallar lo incomplicable en el que estoy trabajando y... No sé qué hacer - confesó Lexa, sintiéndose un poco aliviada al compartir su lucha con alguien que sabía que no la juzgaría. La anciana asintió con comprensión.

-Querida niña... puedo ver en tus ojos y en tu personalidad como todo eso que sientes podría dificultar las cosas. Pero, ¿no fue siempre Katherine Hepburn quien dijo 'Si obedeces todas las reglas, te pierdes toda la diversión'? ¿No es posible que esto sea un reto en lugar de un obstáculo?

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora