Cómo planear no hacer planes.

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Lexa se paseaba por la sala del tribunal como una pantera en su territorio, oliendo la sangre mientras acechaba a su víctima. Su traje estaba tan ajustado como su argumentario legal, y su mirada cortaba como un bisturí quirúrgico a través del juez y el abogado contrario. No obstante, aquella fachada construida a lo largo de los años era eso: una mera fachada. Una pequeña parte de su cerebro, quizás más grande de lo que le gustaría, estaba completamente fuera de aquella sala de tribunal.

"¿Por qué he colgado así? Esa no eres tú, Woods, una jodida adolescente en medio de una crisis emocional", pensó para sí misma mientras escaneaba la sala. La corte guardó silencio cuando el juez dió por comenzada la sesión. Lexa empezó a hablar, presentando argumentos meticulosos y razonamientos inquebrantables. Su lengua era tan afilada como una cuchilla, diseccionando cada punto de su opositor. Estaba en piloto automático; podría hacer esto con los ojos cerrados. "De verdad, ¿por qué corté la llamada así? Clarke est' en medio de una crisis y me llama, y yo... simplemente corto. ¿Quién hace eso? No, en serio, ¿quién hace eso?"

La voz del juez la sacó de sus pensamientos momentáneamente.

-¿Algún comentario adicional, señorita Woods?"

—No, su señoría. Creo que mi punto de vista está claro —responde, su voz tan firme como la decisión que espera del juez, pero dentro de ella, un diálogo completamente diferente estaba teniendo lugar.

"La llamé y ella respondió, y yo simplemente... colgué. ¿Qué mensaje le estoy enviando? ¿Que no me importa? Joder, Clarke debe pensar que soy una idiota. Porque lo eres. ¿Cómo se supone que voy a enfocarme en los intereses compuestos y las leyes fiscales cuando todo lo que quiero es reservar un vuelo a Nueva York y comprobar cómo está  Clarke?"

En la medida en que Lexa puede considerar a alguien un rival, el abogado contrario casi se acerca. Casi. Y es que en ese momento, su mayor competencia parecía ser su propia mente, que insistía en saltar entre su deber profesional y lo que siente por Clarke.

"Lo tengo. Ganaré este caso y enviaré flores a Clarke. No, eso es cursi. Woods nunca has sido de flores ni las has necesitado. Céntrate. Primero, tengo que dejar de imaginar a Clarke en uno de estos horribles asientos del tribunal, probablemente dibujando garabatos de 'Lexa + Clarke' en una servilleta de papel..."

De forma autómata, Lexa sacó su tablet, lista para la próxima ronda de argumentos, pero su corazón, ese maldito órgano traidor, está a unos 4.000 kilómetros distancia, en un pequeño apartamento en Nueva York. Finalmente, Lexa tomó aire y suspiró de alivio cuando el juez declaró un receso. Necesitaba un momento para despejarse y dejar de sentir que estaba en dos lugares a la vez.

Se detuvo y miró en su IPad la agenda del viernes. Aquella maldita vista y sería libre para seguir retozándose en su drama. Porque Lexa es una mujer pragmática y en ese momento, siente de verdad que todo palidece en comparación con la necesidad de arreglar las cosas con Clarke. Decidida, cogió el móvil y abrió la conversación con la fiscal.

Lexa: ¿Cómo estás?

Clarke: Regando una planta.

La abogada miró el teléfono desconcertada. ¿Una planta? ¿En serio? Vale que le había colgado de forma brusca, pero que una planta le robara la atención de aquellos ojos era un poco triste.

Lexa: ¿Una planta? ¿Debería ponerme celosa?

Inmediatamente el teléfono vibró con una nueva respuesta de Clarke.

Clarke: Solo si no puedes competir con su capacidad para alegrar una habitación.

Lexa supiró de nuevo con alivio, parecía que la rubia no se había tomado tan mal su metedura de pata.

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