'Te buscaría en cualquier realidad'

312 44 10
                                    




Lexa se hundió en su silla de cuero en el despacho con su mente flotando lejos de los documentos legales que la rodeaban. Los días desde la vista con Adrienne habían pasado demasiado rápido y la abogada seguía puliendo la estrategia que, desde su profesional opinión, terminaría por hundirla. Clarke la había ayudado en todo lo necesario, con aquel ingenio que provocaba que Lexa se enamorara un poco más de ella cada día. 'Como si eso fuera posible', suspiró Lexa para sí, 'como si no me tuviera totalmente a su merced'. Por décima vez en la mañana su mente volvió a la rubia y estaba siendo poco profesional, pero es que, una vez más, las obligaciones laborales de cada una las habían obligado a reducir el tiempo en el que la morena se dedicaba exclusivamente a contemplarla. Lexa volvió a pensar que la dejaba en bastante mal lugar que fuera feliz simplemente observando a Clarke, pero qué le iba a hacer, era feliz así.

En aquella oficina atestada de libros abiertos, papeles y la solemne seriedad del derecho, Lexa no podía evitar sonreír al pensar en ella. Era como si Clarke le hubiera dado respuestas a preguntas que Lexa, amante de la curiosidad y las preguntas sin sentido, ni siquiera sabía que tenía. Una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro al recordar como Clarke, con ese aire despreocupado que tanto encantaba a Lexa, se había puesto a preparar algo sencillo para comer. En un momento determinado, Clarke, con una cuchara de madera en mano, le había preguntado con fingida seriedad: "Si fueras un utensilio de cocina, ¿cuál serías?". Lexa, captando el juego y sonriendo, se recostó contra la encimera, adoptando una pose pensativa antes de responder con una sonrisa sensual: "Creo que sería un batidor de mano. Versátil, eficaz y... bueno, capaz de agitar las cosas de manera interesante." Clarke había estallado en carcajadas con la cuchara de madera suspendida en el aire. "Eso es trampa", había exclamado entre risas. "Estás describiéndote a ti misma, no a un utensilio de cocina". Lexa, avanzando un paso, había reducido la distancia entre ellas con su voz bajando a un susurro cómplice. "¿Ah sí? ¿Y qué serías tú? ¿Una espátula? ¿Flexible y siempre lista para darle la vuelta a cualquier situación?" La respuesta de Clarke había sido una mirada cómplice, seguida de un beso rápido y dulce, con el sabor del vino en los labios. "Quizás," había dicho con una sonrisa, "pero prefiero ser el plato donde sirvas todas tus ideas estrambóticas, Woods".

Aunque la realidad insistía en llamar a su puerta, con el tintineo insistente del teléfono y el murmullo constante del juicio, Lexa se permitía esos momentos de ensueño. Porque sí, porque en efecto, era irremediablemente inevitable. Deseaba ver a Clarke como aquella noche hacía un par de días, acurrucadas bajo las mantas, compartiendo tonterías que para ellas eran el mundo entero. Clarke, con esa mirada que auguraba travesuras, le propuso un juego: inventar historias alternativas a como se habían conocido. Lexa había aceptado el reto, siempre lo hacía cuando se trataba de Clarke Griffin. Lo dicho, "demasiado débil".

—Nos conocimos en una misión secreta — había comenzado Lexa, — yo soy una espía encubierta, y tú, una enigmática ladrona de arte que debía capturar.

—O en una feria medieval, yo como la valiente arquera y tú, la misteriosa herborista con secretos mágicos — había elevado Clarke la apuesta.

—No me jodas, Clarke, ¿herborista en serio? — Clarke rió colocándose encima de ella.

—Vaaale, pues imagina que nos encontramos en un circo — proponía Clarke —yo soy la audaz trapecista y tú la domadora de leones con una mirada verde tan feroz como la de las bestias sobre las que mandas. O también podrías haber sido una sensual vampira y yo una bruja dispuesta a dejarme seducir por ti.

—Eso me gusta más.

—Espera, espera, ¿y si nos hubiéramos conocido en una expedición al Ártico? — propuso Clarke divertida — Yo sería la valiente exploradora y tú, la misteriosa guía nativa, conocedora de todos los secretos del hielo.

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora