V. Exodus

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16:00:00 horas antes del impacto

Mariposas gélidas, cristales del mismo color purpúreo que contiene la dimensión vacía. Nadie le creería a Sir. Hoope cuando años atrás expusiera sus idílicos sueños.

Aún podía paladear el sabor afrutado del vino por el "Festival de Ascensión"; aún se creía dueño y señor de los extensos palacios mentales que llenaban su cerebro.

—Es tarde para lamentarse, padre.

Liliath colocó su mano pequeña sobre su cabeza. Los ojos cansados y llenos de historia de Hoope parecían centellear mientras la turba a los pies de la "Gran Torre" se divertía con el estandarte cruzado.

—Nadie creería que ya había asistido a algo como esto.

La voz carrasposa del anciano se ganó la atención de la más joven. Ese era el destino de los arquitectos de mundos: predecir las realidades que los monarcas no querían escuchar. Por eso el ático de la Torre Blanca les servía de hogar.

—Supongo que algunos dones incluyen una maldición.

Hoope asintió dejándose arropar por el cálido edredón que la propia Liliath había tejido. Mientras, las figuras deformes que intentaban escalar hasta ellos decoraban con rojo el regalo de la nieve.

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