Días Ordinarios [Especial]

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20 años más tarde

John se levantó de la cama volteando a ver a la ventana con una ligera sonrisa, un día más de vida. Miró el reloj en su teléfono notando que se le hacía tarde para ir a abrir el Night Flower, a lo cual antes de levantarse, observó en silencio por unos segundos la daga de Gilbert que yacía sobre un delgado soporte en un mueble frente a su cama, era de los pocos recuerdos que tenía de él.

Se levantó de la cama para vestirse y prepararse aún en silencio; en realidad, un silencio absoluto reinaba sobre toda la casa debido a que hasta hace algunos años atrás le acompañaba Sarín, el gato que Gilbert llevó a su casa pensando en adoptarlo.

El hombre suspiró pesadamente mientras terminaba de abotonar su camisa y de ajustar el moño que portaba por corbata.

Salió de su casa poco después la cual mantenía cuidada pese a todo y tras caminar un poco experimentando la brisa de la mañana, llegó al Night Flower que ahora era suyo puesto que había terminado haciendo algunos tratos con el anterior propietario y logrado que se lo vendiera.

Abrió la puerta con una sonrisa y dio vuelta al cartel que decía "Cerrado" siendo ahora "Abierto" y al igual que todos los días, encendió las maquinas para preparar el café mientras se preparaba uno para él mismo y ponía en un pequeño plato un trozo de pan.

«Justo a tiempo como siempre» Pensó el pelinegro mientras escuchaba sonar el sonido de la guitarra de un músico ambulante que tocaba al otro lado de la calle desde hacía unos meses.

Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro mientras bebía de su café y miraba a la mesa del fondo del lado izquierdo donde le gustaba imaginar a aquel joven Gilbert la primera vez que llegó a la cafetería.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la campana de la entrada, era Louis, el más puntual de sus empleados, un joven delgado de cabello castaño y ojos miel.

–Buen día señor John, ¿cómo está hoy? -Preguntó el chico mientras dejaba su mochila en el cuarto de empleados.

–Igual que siempre. -Le respondió John con un tono simpático. –Quizá con un poco de hambre ¿tú cómo estás? Te ves contento.

Louis le respondió, sin embargo al estar en el otro cuarto, su voz se vio opacada por la campana que sonaba de nuevo y durante más tiempo, ahora llegaban Delilah y Michael que eran el resto de sus empleados.

–Buenos días John, sentimos la tardanza. -Comentó Delilah mientras pasaba apurada al cuarto de empleados seguida de Michael.

–Buenos días chicos, prepárense porque hoy parece que será un día interesante. -Respondió John con entusiasmo mientras terminaba su café y pan.

Se podía ver cómo algunas personas comenzaban a pasar por las calles y cómo la ciudad despertaba poco a poco. De cuando en cuando se escuchaba el tintineo de la campana que anunciaba la llegada de un cliente, algunos ya eran incluso clientes conocidos ya fuera por él o por sus empleados debido a sus visitas recurrentes al Night Flower.

Y justo como había anunciado a sus empleados al decir "interesante" se refería más bien a agitado, pues con el paso de las horas llegaban las personas a buscar un lugar para poder tomar el café en compañía u otras que llegaban de paso para comprar e irse, sin embargo, pasadas las horas y casi sin darse cuenta del paso del tiempo, cayó la noche.

La guitarra del músico ambulante hacía ya horas que había dejado de sonar y ahora solamente se escuchaba las voces de los chicos que limpiaban el resto de mesas al igual que él y dejaban todo listo para el día siguiente.

En cuanto terminaron por fin las labores del trabajo, Michael, Delilah y Louis fueron al cuarto de empleados por sus cosas y salieron del mismo despidiéndose de John con bastante ánimo aunque cansados por el día ajetreado de trabajo.

–¡Hasta mañana! -Respondió el pelinegro a los jóvenes mientras se le escapaba una corta risa y se alistaba también para irse.

Apagó las luces del lugar, contó las ganancias del día y dejó todo ordenado para poder cerrar el lugar mientras apagaba el letrero de afuera.

Al cerrar la puerta, caminó por la calle iluminada por las farolas hasta la banca que le mostró Gil una vez. Se sentó en la misma y comenzó a mirar al mar con una expresión doliente.

Cuando perdió a Gilbert, solía visitar esa banca todos los días y lloraba por lo ocurrido; ahora la visitaba una vez al año en la fecha de la muerte de su muerte. Gilbert deseaba que llevase una vida tranquila y era lo que hacía. Se le escapó una risa cuando recordó que tuvo la remota idea de entrar a la mafia, Gibert lo hubiera lanzado al mar antes de permitir que hiciera algo como eso. Y en realidad estaba bastante feliz de no haberlo hecho.

¿Habría sido feliz de esa manera? ¿Siquiera hubiera sobrevivido? Le parecía hilarante el mero hecho de imaginarlo, aunque deseaba que hubiera Gil hubiera podido llevar la misma vida ¿Quizá llevar juntos la cafetería? Y que el lugar al lado en esa banca no estuviese vacío, incluso si hubieran terminado sin nada sentía que habría sido mejor que perderlo.

No podía cambiar el pasado, e imaginar el "hubiera" no le servía de nada, sin embargo imaginar cómo habría sido su vida juntos hacía que se formase un nudo en su garganta cada vez que pensaba en ello.

Apretó su pecho arrugando su blanca camisa mientras lagrimas comenzaban a recorrer las que ahora comenzaban a ser arrugadas mejillas.

«Si estuvieras aquí... podríamos ver este bello mar de nuevo. Quizá alguno de mis chicos te agradaría, Michael es parecido a tí, tenemos que arrancarle las palabras.» Pensaba mientras se podía escuchar un sollozo.

El pelinegro continuó sentado en la banca durante un rato mientras el sol poco a poco caía y la luna se adueñaba del cielo. Para ese punto ya estaba calmado, respiraba de manera tranquila, en silencio mientras veía el agua moverse de un lado a otro. Se levantó de la banca y comenzó a caminar con lentitud de vuelta.


–Te veo en un año querido. -Susurró mientras caminaba.

A la mañana siguiente, John se levantó para ir a atender la cafetería, se alistó como de costumbre y fue alegremente a abrirla a la misma hora de siempre. Al llegar la hora, cerrarla y volver a casa, de esta forma día tras día, mes tras mes.

Sin embargo, año tras año continuaba visitando a Gilbert en aquella banca, casi como si este le esperase ahí sentado, y tras pasar un rato en prolongado silencio recordando el ayer, terminaba su visita y regresaba a su hogar para continuar con aquella tranquila vida que tanto le gustaba. 


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Hey, autor aquí. Debido a que recientemente la historia alcanzó los 20k de lecturas, me pareció una buena idea hacer un capítulo especial dedicado a John. Así que espero les haya gustado. 

Amor Entre Mafia [Yaoi] [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora