Amor Entre Mafia [Yaoi] [BL]

Actos [Capítulo 3]

•Gilbert•

Habían pasado ya un par de meses desde que aquel joven de cabello negro había sido nombrado como uno de los jefes de la mafia, cosa que no pasó desapercibida y por la cual se hizo una "celebración" si es que puede llamarse así, donde era dado el aviso por los demás altos mandos, y al terminar con las formalidades de su nombramiento, se dio libertad a los presentes en el evento a hacer lo que quisieran, lo cual aunque no fuera sorpresa para nadie, provocó que muchos miembros comenzaran a beber, fumar e incluso consumir drogas como ya era habitual entre los más bajos de la organización, sin embargo eran quienes menos lejos llegaban.

Pero para ere momento Gilbert ya no era quien recibía ordenes, sino quien las daba en cuanto a las misiones, sin embargo para no aburrirse, de vez en cuando aceptaba realizar encargos junto con los demás miembros, además de ser el estratega principal en varias de las misiones y sobre todo participe en aquellas que involucraban infiltración, a lo cual comenzó a ser llamado "Jefe Mantis" ganándose aún más reconocimiento en la organización.

Sin embargo, al pasar a ser quien encargaba las misiones, tenía más tiempo libre, tiempo que utilizaba para merodear por la ciudad, aunque sería más acertado decir que por cierta calle y establecimiento de la ciudad. Tras caer el sol en estas ocasiones, iba al mismo establecimiento siempre: El Night Flower, un café el cual siempre cerraba hasta tarde y no se encontraba en una zona céntrica, al contrario, se encontraba en un punto medio entre las orillas y el centro de la ciudad. Un establecimiento relativamente pequeño, con un letrero de neón blanco con el nombre del lugar, una fachada con una gran puerta de cristal y un par de mesas afuera rodeadas de una pequeña reja color negro a sus lados, por dentro, una elegante estética minimalista, paredes pintadas de negro con detalles de madera hasta una altura de un metro aproximadamente, focos pegados al techo y bancos altos con gruesos asientos circulares de cuero negro junto a una barra del mismo color y con un par de mesas al fondo del lugar, siendo 4 mesas en total con las de afuera.

Siempre que iba al lugar, ordenaba lo mismo, un café Ristretto con un pequeño sobre de azúcar, aunado a esto pedía que se agregasen un par de tabletas pequeñas de chocolate al mismo, a lo cual la primera vez que lo ordenó, los meseros se extrañaron ligeramente, sin embargo tras unos cuantos segundos de pensarlo, no cuestionaron nada y lo hicieron con una amable sonrisa en el rostro.

Pero no era la estética del lugar, ni el café con chocolate aquello que hacían que Gilbert volviera a aquella cafetería en las noches que estaba libre, era alguien que llamaba su atención; un joven de cabello negro bastante corto de los lados y detrás, pero con la parte superior más crecida; ojos azules; una piel blanca y varias perforaciones en la oreja; alto y con rasgos bien marcados en su rostro; desconocía su edad, sin embargo calculaba que tenía unos 25 años.

En la mafia no era común entre los miembros tener pareja debido a las complicaciones que esto podía tener, por lo tanto simplemente contrataban a alguna persona del laburo nocturno para pasar el rato; Gilbert era uno de los miembros que en contadas ocasiones había hecho esto, incluso podrían ser contadas con los dedos de una mano las veces que llevó prostitutos y prostitutas a su habitación, su sexualidad en la mafia era un tema en realidad poco relevante, más importante era el miedo que ejercía sobre los demás miembros debido a su historial, idiota tendría que ser aquel que se atreviese a decirle algo respecto a aquellas ocasiones que había contratado gente para satisfacer sus ganas de placer. Pero con algún miembro con quien hubiere tenido alguna plática, no tenía problemas en decir que era bisexual y continuar con su conversación como si nada en alusión al tema referente si es que trataba de sexo, parejas o amoríos.

Un día al salir de la base en una noche libre, como ya era costumbre fue al Night Flower, sentándose en la mesa que parecía ya era reservada para él; tras sentarse, pasados unos cuantos segundos, se le acercaba aquel joven de nombre desconocido que le hacía volver al establecimiento.