→ 04: divertido.

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— ¡Boo!

König se giró y observó a la chica detrás de él. Sonrió un poco bajo su máscara, no la veía hace bastante.

— ¿Te asusté, verdad? — preguntó divertida.

König bajó la mirada, notando como el brazo de la muchacha estaba cubierto con vendas y pegado a su abdomen.

— ¿Qué te pasó? — preguntó preocupado y ella sonrió, quitándole importancia.

— Oh, nada. Estábamos entrenando hace tres días y uno de mis compañeros de grupo chocó conmigo y caí sobre mí brazo. Voy a estar bien. — explicó, pero la mirada del hombre no parecía alegre, sino que parecía incluso algo enojado.

— ¿Fue accidente? — dijo. Su acento parecía incluso más marcado.

— Si, tranquilo. — murmuró un poco confundida.

Claro que ella no sabía que König en su época de recluta había sufrido demasiado, y que por ello creía que todos tenían las mismas malas intenciones que sus compañeros.

Lo habían maltratado, lo habían golpeado y pateado hasta que tuvo que suplicar que se detuvieran. Se burlaban de él por su tamaño y lo torpre que solía ser con sus extremidades. Lo hacían tropezar y se reían cuando su delgado cuerpo chocaba contra el suelo.

Pero el ya no era aquel delgado chico, ya no dejaba que nadie pasase sobre él, o sobre nadie.

— ¿Dónde estuviste? Hace varios días que no te veo por aquí, casi como una semana. — preguntó ella.

— Misión. — explicó y ella levantó las cejas sorprendida.

— ¿Ya te dejan ir a misiones? ¡Es increíble! ¿Dónde fueron? — preguntó curiosa, y König frunció sus cejas.

Por supuesto que lo dejaban ir a misiones, era un Coronel.

— Rusia. — dijo simplemente.

Quería hablar más con ella, pero no encontraba las palabras. Su mente maquinaba en Alemán, y le resultaba muy difícil el tener que traducir lo que ella decía y lo que tenía que responder.

Sumado a eso, tenía una gran inseguridad con su voz y su acento. Los odiaba.

Aunque a ella le resultaba tierno.

— Que frío debía hacer, ¿no? — dijo divertida. — Si te soy sincera creo que extrañé mucho tus respuestas cortas. Esta semana fue muy aburrida y mí único amigo no estaba aquí.

König la miró.

— ¿Soy tu amigo? — preguntó y ella lo miró.

— ¿Fue insolente decir que eras mí amigo sin preguntarte? Es decir... Siento que eres mí amigo porque me agradas, hablas conmigo y no te molesta mí presencia. Creo... — murmuró algo insegura.

No solía caer bien por su personalidad charlatana.

Él la miró por unos segundos más, desviando su mirada.

— Entonces también eres mí amiga.

Ella sonrió, siguiendo al alto muchacho cuando comenzó a caminar.

— ¿A dónde vas?

— Campo de tiro. ¿Vienes conmigo? — preguntó y ella asintió.

— Claro. Me gustaría practicar, pero no puedo usar el brazo izquierdo. — dijo y él se giró a ella, sin dejar de caminar.

— Puedo enseñarte a disparar con un solo brazo. — se ofreció. — Si quieres...

— ¿En serio? ¡Gracias! — dijo feliz, acelerando el paso, hablando algo agitada. — Caminas rápido.

Coronel KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora