→ 07: monstruo.

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König miró de reojo a la mujer sentada a su costado.

Era usual que se encontraran en la noche y se sentaran bajo el frío cielo estrellado a pasar el tiempo juntos.

Pero el silencio de la muchacha no era usual. Solían hablar bastante, y König lo agradecía porque ella lo ayudaba a practicar su inglés, y además su compañía era muy agradable para él.

Por eso estaba inquieto.

— ¿Qué te pasa? — preguntó cuidadoso.

— Nada...

— Algo te pasa. No hablas conmigo y-y somos amigos... Los amigos hablan... — murmuró confundido y ella suspiró, con su pecho doliendo un poco por las palabras del chico.

— No sé si debería estar aquí, König... Estoy replanteandome todas las decisiones que tomé en mí vida.

— ¿Por qué dices eso? — murmuró. — Eres buena, solo te falta un poco de práctica, y-

— No es eso... — susurró. — No quiero... traicionarme a mí misma. — explicó triste y él frunció sus cejas.

— ¿De que hablas?

— ¿Qué harías tú si te piden que tortures a una persona?

König suspiró angustiado.

Aquello era algo que no lo dejaba dormir por las noches. Los gritos angustiados de todas aquellas personas a las que les había quitado información a la fuerza lo perseguían por las noches.
La sangre, el dolor... La inocencia de muchos de ellos.

König cargaba con mucha culpa en sus hombros, culpa que le impedia dormir, comer, vivir... Sabía que lo que hacía estaba terriblemente mal y eso lo atormentaba, y lo atormentaría hasta el día de su muerte.

— ¿Quién te dijo? — susurró.

— Un recluta... ¿Es cierto? — preguntó cautelosa.

— Si... — respondió. — Es mí trabajo, y si me lo piden tengo que hacerlo.

— Pero nosotros no hacemos eso... No tenemos que torturar gente, tenemos que proger a los civiles... La tortura es un método horrible que desde hace años se intenta eliminar, y-

— Pero es mí trabajo, _______. — la ingerrumpió en un susurro, bajando su mirada hacia sus propias manos progresivamente más temblorosas. — Sé que soy un criminal de guerra, se que si descubren lo que hago voy a pudrirme en la cárcel, lo sé. Pero no me importa, porque es mí trabajo. Tampoco estoy de acuerdo con eso, pero solo obedezco a los superiores. La culpa... La culpa siempre está allí. Me mata en las noches, pero es mí trabajo...

Ella se giró para mirarlo, notando los ojos vidriosos del chico. Su voz había flaqueado por un segundo y el corazón de la chica sufrió un tirón al escuchar la debilidad en su voz.

— König...

— No quiero hacerlo... Nunca quise... — susurró angustiado. — Pero una vez lo hice ya no pude detenerme, porque era lo único que me pedían. La vida me obligó, _______...

— Lo siento... Siento haberte preguntado... — dijo genuinamente arrepentida.

— Eres joven, se que tienes dudas, pero tienes que estar segura de tus ideales. Si tú no quieres tomar el trabajo sucio no lo hagas. Trabaja duro para destacarte en lo bueno y hacer el trabajo como corresponde. No te tranformes en lo que yo soy... — susurró angustiado. — No te transofrmes en un monstruo como yo...

_______ se despesperó ante sus palabras, sintiéndose demasiado culpable.

Estiró su mano, tomando la mejilla del Coronel por sobre su máscara.

— No llores... No quería hacerte llorar, lo siento mucho, König. — susurró, viendo como una lágrima caía por su mejilla.

— Pero es que eso soy... Soy un monstruo... Ocultarlo no vale de nada. Todos lo saben.

— König... No digas eso, por favor... Lo siento, lo siento... — susurró por lo bajo y sus miradas conectaron. Los ojos brillosos del chico la miraron y ella movió un poco su pulgar, dándole una suave caricia en su mejilla. — En todo este tiempo en el que te conocí descubrí que tú no eres malo como todos dicen... Eres dulce, un hombre muy atento... Lo siento...

König cerró sus ojos ante las dulces palabras de la muchacha y su pecho se apretó con dolor.

Era la primera vez que escuchaba algo tan hermoso salir de los labios de alguien para referirse a él. La primera vez que alguien lo trataba con cariño.

Un sollozo salió de su boca y la muchacha mordió sus labios. Colocó su otra mano sobre el rostro del hombre y lo tomó por las mejillas.

— Lo siento... Perdóname... No eres un monstruo.

Pero él seguía con sus ojos cerrados, disfrutando del calor de aquellas manos en su rostro.

— Gracias... — susurró él Coronel. — Gracias por ser mí amiga a pesar de todo esto...

— Yo debería agradecerte a tí... Siempre meto la pata. — dijo y el chico soltó una pequeña risa. Ella rió también, soltando sus mejillas y volviendo a colocar sus manos en su propio regazo.

Ante la ausencia del tacto könig asumió que le gustaba mucho su calor.

— Es tarde... Debes dormir... — susurró él, y como era usual fue el primero en levantarse, tomando la mano de la mujer para ayudarla a levantarse.

— Si... Tú también.

Él asintió, guardando silencio por varios segundos.

Quería sentir su calor, pero sentirlo bien... Piel con piel.

________ frunció sus cejas con confusión cuando él desabrochó su guante y dejó su mano desnuda ante ella.

Era la primera vez que veía algo más de piel que no fuese la de sus párpados. Miró su mano con atención, notando como estaba cubierta por cicatrices de quemaduras.

Él levantó su mano suavemente, dirigiendola a la mejilla de la mujer. Ella tembló, sintiendo el frío tacto del hombre contra su piel.

¿Cómo podía estar frío incluso con los guantes puestos?

Confundida dirigió su mano hacia la del hombre, tomandola por encima.

Su piel cálida chocó contra la helada de él, y ambos se miraron.

— Tus manos... Están frías...

— Y tus manos son cálidas. — susurró.

Ambos se quedaron quietos hasta que él subió un poco más su mano hacia la cabeza de la muchacha, despeinando sus cabellos como era usual.

— Gracias... — susurró, colocándose su guante antes de marcharse.

Ella se quedó allí, tomando su pecho con su propia mano, sin entender por qué su corazón estaba tan agitado.

— Mierda... — susurró.

¿Acaso le gustaba König?



Vi a mucha gente enojandose porque rayita está en contra de los métodos de König, y me pregunté "acaso eso no hace una persona normal que conoce los derecho humanos?" boe

Prometo que a partir del próximo capítulo todo mejora

Tengan lindo día!

Coronel KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora