→ 11: hermoso.

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— ¡Oye, ________!

Se giró ante aquella voz, terminando de colocarse su pijama. Su compañera se acercó emocionada a ella.

— Ya llegó tu amigo, te está esperando fuera. — dijo con una sonrisa. — ¿Van a salir?

— Oh, muchas gracias. — murmuró, tomando su chaqueta. — Solo estaremos por la base. Nos vemos.

— Adiós, linda. — se despidió amigable, y _______ salió del dormitorio.

Sonrió cuando lo vió a pesar del frío que caló por sus huesos.
König la escaneó con su mirada, paseando sus ojos por todo su cuerpo.
Inevitablemente sus mejillas enrojecieron.

— Oye, no me mires así. — murmuró divertida, y el muchacho señaló sus piernas.

— Estás desabrigada, tendrás frío. — dijo, y la muchacha comenzó a caminar por lo que tuvo que seguirle el paso.

— Estaré bien.

— Si tienes frío no te prestaré mí chaqueta. — murmuró con un tono divertido y la muchacha rió, dándole un suave golpe en su brazo.

— ¿Para qué quieres una chaqueta cuando estoy segura que tus brazos son cálidos? — murmuró, y el Coronel sonrió debajo de aquella tela.

— Se que quieres volver a ver mis brazos desnudos, pero lamento decepcionarte, no me la quitaré.

La muchacha rió un poquito y ambos llegaron a aquel espacio en el que siempre se reunían. Se dejó caer con suavidad sobre el césped, observando la bella luna que estaba sobre ellos.
Königs se recostó a su lado como solían hacerlo y ambos guardaron silencio por unos momentos.

— ¿Que has hecho hoy? — preguntó ella.

— Uhm... Bueno, me desperté y fui a trotar por la base... ¿Sabes? Esta mañana he estado viendo a una chica.

___________ frunció sus cejas cuando dijo eso, y un extraño sentimiento apareció en su pecho.

— ¿A-Ah si? ¿Dónde?

— En el campo de entrenamiento. La hubieras visto... Era tan talentosa.

— Ah...

— Realmente fuerte, una mujer increíble.

— Que bien. — murmuró, y König sintió ganas de reír.

— Tenía un talento innat-

— Si, muy buena, lo tengo.

El hombre rió, levantándose solo un poco hasta poder verla a los ojos.

— ¿No te das cuenta de que estoy hablando de tí, tonta? — dijo divertido. — Te he visto en la mañana en tu prueba física.

Sus mejillas enrojecieron, y König sintió su pecho acelerado ante la imagen. Le gustaba eso, le gustaba verla así y saber que él lo había ocasionado.

— Oh... — murmuró bajito, y no pasó mucho hasta que cubrió su rostro con sus manos. — ¡Lo siento!

König rió, y la muchacha sintió su corazón agitado ante el sonido.
Siempre le había gustado la risa del muchacho, mucho más cuando era ella quien la ocasionaba.

— Así que... ¿Eres de esas chicas celosas? — preguntó divertido, y ella negó todavía sin descubrir su rostro.

— ¡Claro que no!

— ¡Eso parecía! — reclamó divertido, realmente entretenido con ver lo nerviosa que se veía.

Usualmente era difícil ponerla nerviosa, pero parecía que había tocado una fibra sensible con aquello.
No le gustaba que descubrieran esas facetas de su personalidad.

Coronel KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora