Al cuarto niño perdido no le gustaba hablar con la personas ni que lo tocasen.
Mofeta dijo que él era Ciervo.
Ciervo escuchaba los cuentos de Lobo.
Y le gustaba el olor de los cigarrillos de Mofeta.
Tal vez Ciervo no estaba perdido, pero sí que necesitaba encontrarse.