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El octavo niño llegó con ropas harapientas pero con dinero en los bolsillos. Decía que no le importaba la ropa mientras pudiese comer. Búho le dijo que ella prefería tener ropa antes que comer.


Al octavo niño lo llamaron Paloma. Aunque Paloma solía ser nombre de niña, al octavo niño le encantó. Porque al octavo niño no le importaban mucho las cosas. Y ese era el problema: que a veces, no le importaban las cosas nada en absoluto.

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