El último niño también era una niña.
Ella tampoco recordaba su nombre. Ni a su familia (si es que tenía), ni nada de su pasado.
Era la mayor de todos.
Le contaba cuentos a todos los demás y cuidaba de Ciervo como nadie podía hacerlo.
Y fue por eso que a ella la llamaron Wendy.
Los niños perdidos habían encontrado un ancla.
Pero ese ancla se deshacía cada día. Y cada día se iba convirtiendo en polvo.
Fin.