💫El enigma de Anthony💫

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¤Junipher Thot¤

El sol se alzaba en lo alto del cielo, envolviendo a Sephira en una cálida y brillante luz. Mientras me adentraba en los cultivos, llevando una cesta de mimbre en brazos, divisé a Anthony acercándose por el sendero.
Anthony es mi mejor amigo, desde que tengo memoria. Nuestros padres se conocieron cuando eran jóvenes y se ayudaron a hacer prosperar sus respectivos cultivos. Su familia se encarga de criar a las cabras y crear con su leche todo tipo de alimentos.
Para mi cumpleaños número quince, Tony (ese es el apodo que le puse) me regaló una pequeña cabrita a la que llamé Blanquita, y la cuido como si fuera mi propia hija. Siempre viene a visitarla y cuando no puedo hacerlo, la saca a pastar junto con sus otras cabras.
Anthony es un chico menudo, con cabello castaño revuelto y un rostro pecoso lleno de vida. Siempre ha sido mi compañero de travesuras desde que éramos niños, pero... últimamente...nuestra relación se volvió un poco...complicada.
No de mala manera, sino que con el paso de los años, Anthony está creciendo, cambiando de apariencia cada año porque está en esa edad.
Esos cambios hacen que unas emociones desconocidas y confusas se agiten en mi corazón, y me pregunto si él también las experimentaba. O si solo era yo la que se estaba confundiendo y volviendo paranoica.
- ¡Buenos días, Juniper! -exclamó Anthony con una sonrisa amplia mientras se acercaba. El viento frío, agitando sus despeinados cabellos.
- Buenos días, Anthony -respondí, sintiendo un cosquilleo en el estómago al verlo. Era como si el aire mismo se volviera un poco más cálido cuando él me sonreía cada vez que me visitaba. Sacudí la cabeza, tratando de aceptar que mi mejor amigo podía llegar a gustarme.
Colocamos la cesta en el suelo y nos sentamos en un banco de madera cercano.
-¿Qué tal Blanquita?
-Muy bien, creo que mamá ha empezado a aceptar que esa es la única nieta que le daré-expliqué, cruzandome de brazos, reafirmando mi postura de no tener hijos porque cada niño que nace aquí, es una nueva pesadilla para mi.
Él soltó una carcajada y trató de acomodar su cabello rebelde.
-Me parece bien. Por mi lado, creo que tengo un lado de padre protector que no conocía antes-me confesó con una sonrisa. Lo codeé divertida ante aquella revelación.
-¿Ah, si? ¿Cómo es eso? ¿Tu sobrino, el pequeño Timmy, ha despertado un deseo paternal profundamente oculto en ti?
-No lo digas con tanto sarcasmo, Juny.-se quejó ante mi burla- Resulta que ayer tuve que cuidarlo, así que lo llevé conmigo a los prados elevados. Le pedí que me sostuviera la mano para que no perdiera, y tuve que regañarlo muchas veces porque no dejaba de querer comerse todo fruto de los arbustos.
-Más que padre protector, eres uno estricto.
-¡No lo soy! ¡Mira si termina envenenado!
-Entonces serás un padre asesino.
Anthony me miró de mala manera y replicó que aquella era una broma de muy mal gusto. Yo no podía parar de reirme.
La conversación fluyó entre nosotros como siempre, llena de risas y bromas. En un momento, cuando se nos terminaron las burlas, hablamos sobre los cultivos y cómo habíamos notado un ligero retraso en su crecimiento este año.
Era una preocupación compartida, ya que nuestras familias dependían de los frutos de la tierra para sobrevivir, al igual que los animales.
- Quizás necesiten un poco de magia para acelerar su crecimiento -sugirió Anthony, guiñándome un ojo con complicidad.
- No creo que la magia de mi belleza pueda ayudarlos, pero gracias por el cumplido, Tony.-hizo una mueca, que provocó un ligero golpe en su hombro-Además, debemos tener cuidado. No podemos arriesgarnos a que la aldea o peor aún, los Dragos descubran mi magia.
Ante aquello, Anthony asintió comprensivamente. Éramos conscientes de la rareza y escasez de los hechiceros en nuestra región y eso los convertía en un objetivo para los Dragos. La realeza buscaba extinguir a los hechiceros, desde siempre, debido a las capacidades mágicas que podrían destruirlos.
Mi familia y Anthony habían mantenido en secreto mi habilidad mágica, temerosos de las posibles consecuencias. Si la aldea se enteraba, podría esparcirse el secreto. O usarme para sus beneficios, como dijo mi padre. Por eso, mientras más oculto el secreto y el poder, mejor.
-No te preocupes, en años nunca se supo nada de tu condición ni se sabrá -afirmó Anthony, su mirada intensa y llena de complicidad. Asentí tristemente, porque una parte de mi, estaba cansada de tener que ocultar mi magia. Cada vez, el deseo de explotar mi potencial, me consumía lentamente.
Tony se percató de mi estado y me dió un leve empujoncito de ánimo. Me sonrojé ligeramente, sintiendo que mi corazón empezaba a latir con más rapidez. Aunque él no lo supiera, esas acciones hacían que mi intento de olvidar mi joven enamoramiento, fracasara. Igualmente, nunca se lo confesaría. Cada vez que lo intentaba, las palabras se quedaban atrapadas en mi garganta, temerosa de arruinar nuestra amistad si él no sentía lo mismo. Así pasaron dos años y seguirán sumando.
-Bien, basta de bochornos, tengo trabajo que hacer. Blanquita no se alimenta sola-me recompuse e incorporé de un salto, poniendo mis manos en mis caderas. Tony sonrió y continuamos con nuestras tareas diarias. Él me ayudó a recoger los vegetales maduros y colocarlos en la cesta, mientras nuestras palabras llenaban el aire. Siempre me era cansador el trabajo de cultivo, pero hacerlo juntos, charlando y jugando, aligeraba la monotonía de los campos.
Cuando terminamos, exhaustos nos sentamos bajo la sombra de un árbol, disfrutando del merecido descanso. El viento jugueteaba con nuestros cabellos mientras le contaba que ayer había probado un nuevo hechizo sobre mi cabello.
-¿Sobre tu cabello?-preguntó mi amigo, frunciendo levemente el ceño, confundido. Yo asentí, decidida a mostrar mi nueva habilidad.
-Pienso ponerle...¡Coloris!-dije y revelé con un movimiento extraño de manos, el mechón de cabello que había ocultado detrás de mis cabellos castaños oscuros. Allí se veía, un pequeño mechón, que contrastaba con el resto por ser de color rubio.-¿Qué opinas?
-¿Del rubio o del nombre tonto que acabo de escuchar?
-¡No es tonto! ¡Opina sobre el hechizo, padre sobreprotector!
-Como padre sobreprotector, te digo que esto es una etapa. Luego te arrepentirás de cambiarte el color de cabello, así como si nada.
Lo miré de mala manera y Tony se acercó a mirar el cabello distinto fijamente.
Siempre había sido mi mayor admirador y me animaba a desarrollar mis habilidades al máximo. A pesar de que, muy pocas veces lo admitía.
- June, a pesar de que los nombres que le pones a tus hechizos son los más tontos que he escuchado-me preparé para discutir, pero prosiguió- estoy impresionado con lo lejos que has llegado en tu dominio de la magia de los estados -dijo, mirándome con admiración-. Sé que te debe parecer tonto lo que haces y que puedes hacerlo mejor, pero para mi eres única y especial. Estoy seguro de que tienes un gran destino por delante.-dijo poniendo su mano sobre la mía con suavidad- Aunque...seguramente tu futuro vaya a la ruina con tu escasez de inteligencia.
Lo golpeé en el brazo pero sonreí tímidamente, agradecida por sus palabras. Sentía una conexión especial con la magia, pero también sabía que era un camino peligroso si era descubierto.
Me percaté del contacto de su mano con la mía, enviando oleadas de calor a través de mi cuerpo. Mi corazón latía aún más rápido, y me encontré deseando que nuestras manos permanecieran así por siempre pero también regañándome por ser tan hormonal. La incertidumbre y el miedo me frenaban, así que me alejé ligeramente, apartando mi mano de la suya.
- Gracias, Anthony. Eres un verdadero amigo -dije, desviando la mirada hacia el horizonte. Quise golpearme fuerte la cabeza. No podía creer que había soltado aquello.
Anthony pareció confundido por mi reacción, pero decidió no insistir. Cambiamos nuevamente de tema y continuamos nuestra charla, aunque una tensión sutil se había instalado entre nosotros.
El sol comenzaba a descender en el cielo, anunciando el final de la tarde. Nos levantamos y recogimos la cesta, preparándonos para regresar a nuestras respectivas casas. Un silencio incómodo se interponía entre nosotros mientras caminábamos lentamente. Solo había sido algo tan normal, como tomarse de las manos, pero aquello provocaba un lío de pensamientos en mi ser.
Justo en ese momento, en que me perdía en la calidez del recuerdo del momento como una ilusa, un grito desgarrador resonó a lo lejos, rompiendo el tranquilo ambiente. Miré a Anthony con preocupación, y en sus ojos pude ver la misma inquietud reflejada.
- ¿Qué ha sido eso? -pregunté, mi voz salió levemente temblorosa. Nunca antes había escuchado un grito así.
- No lo sé, pero suena como un grito de auxilio o de miedo. Debemos ir a investigar -respondió Tony, su voz llena de determinación, a diferencia de la mía. Y se supone que soy la poderosa aquí.
Sin pensarlo dos veces, corrimos hacia el origen del grito, dejando atrás nuestras preocupaciones y dudas. Nuestro instinto nos guiaba, y estábamos dispuestos a enfrentar cualquier peligro que se interpusiera.



















Y he aquí el segundo capitulo. Estos primeros capitulos van a tratar de contar un poco sobre Juniper Thot. Luego saltaremos a Sebastian Drago😏.
Espero que les guste, no olviden dejar su estrellita.
¡Hasta la próxima semana!

Pd: F x Tony. No hay chances contigo pequeño, sino mira la trama de esta historia.

Cenizas de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora