☆Sebastian Drago☆
-Mierda-solté y me sorprendió un poco lo ronca que salió mi voz. Tosí para disipar la molestia en mi garganta pero era inútil, la aspereza de mi voz no se iba.-Maravilloso, me lleva la pura mierda.
Me terminé de despertar en mi cama, aún mantenía los ojos cerrados, con una resaca que parecía empeñada en aplastar mi cráneo. Abrí los ojos y me encontré en mi habitación lujosamente decorada con aquellos doseles de porquería y dibujos raros de dragones grabados en las paredes, que tan bien representan a mi maravillosa familia. Me levanté con torpeza y me acerqué al espejo, mirando mi reflejo desaliñado. Mi cabello rubio se encontraba disparatado para cualquier lugar, y tenía marcas de un labial en todo mi cuello. Unas ligeras bolsas asomaban debajo de mis ojos y noté toda mi camisa blanca hecha un desastre. No llevaba pantalones pero sí mi ropa interior. Suspiré aliviado.
-La puta madre... ¿Qué carajos pasó anoche? -murmuré mientras me pasaba una mano por el cabello desordenado.
Me acomodé un poco mejor, saqué unos pantalones y salí de la habitación, encontrándome con el ruido de mierda habitual en los pasillos del castillo. Sirvientes apresurados, nobles molestos charlando y el aire lleno de expectativas por el comienzo de un nuevo día, que me enfermaba. No podía evitar sentirme, tan malditamente desconectado de todo eso. Siempre había sido lo que mi gritona madre llama "un espíritu libre" (por no mencionar, cómo en realidad me llama siempre), más interesado en disfrutar la vida a mi manera y al puto máximo que en los asuntos reales.
Me dirigí hacia el salón principal, donde sabía que encontraría a mis viejos. Pero una mano sobre mi hombro, me detuvo al intentar abrir la puerta.-¿Y Damian? No tengo ganas de lidiar con tus estupideces hoy, Alec.-saludé de la manera más amable posible que me permitió mi estado de ánimo. A pesar, de ello, el caballero me sonrió con esa sonrisa tonta suya que siempre tiene. Aún me preguntaba cómo es que había llegado hasta ese puesto, y ser una especie de hermano para Damian.
-Eso lo veo. Te ves horrible, hombre-mencionó mirándome de arriba a abajo, sin un poco de disimulo. A diferencia de Damian, Alec me hablaba siempre sin formalidades. Incluso, cuando estábamos en alguna reunión importante que involucra ciertos términos aburridos y correctos. Por un lado, no me molestaba. Pero por el otro, se trataba de Alec. El chico más amable, estúpido y carismático que he conocido, por lo que puede ser muy irritante.-No querrás que tus padres te vean así. Al menos, te hubieras esforzado un poco en cambiar de camisa y bañarte. Hueles a sudor y alcohol. Basicamente, a una buena noche de sexo.
Lo miré de mala manera y alcé mi brazo, para olfatear mi axila. Tenía razón, traía tremendo aroma a transpiración. Solté un gruñido por lo bajo, que le hizo soltar una carcajada.
-Vamos, no eres un perro, Sebastian. Date un buen baño, así tu madre no se enfada más de lo que ya está.
-No tuve sexo-interrumpí, molesto con la suposición-Se supone que eso es para la mujer con la que me case-agregué irónico.
-Claro, y los besos y lametones, también.-revoleó los ojos, pero pronto trató de mantenerse serio-Llamaré a Damian para que te escolten y te diga todas las cositas que se supone que debes hacer hoy-le lancé una mirada furiosa, que ignoró.
-¿Dónde está?
-Entrenando. Mencionó algo de que esperaba que te levantarás al mediodía, pero le ganaste. Ahora...-me palmeó el hombro y siguió caminando por el pasillo-...tengo que seguir con mi rutina. Nos vemos y no la arruines, casanova.- saludó de espaldas, mientras volvía a mantener su postura firme.
Pasé una mano con fuerza sobre mi rostro, mientras me quejaba en silencio. Si mal no había escuchado, Alec mencionó que mi madre estaba molesta. Maravilloso, lo que me faltaba para tener un buen resto del día. Me dirigí hacia mi cuarto, con la idea de que la causa del enojo de mi madre debía ser por mi noche atareada. Sin querer, me choqué a alguien y levanté la cabeza para disculparme, pero al levantar la cabeza, la incomodidad me invadió.
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Cenizas de Dragón
FantasíaFrente a una posible y próxima guerra, el Reino de los Seres necesita a un nuevo Rey Dragón. Cuando el hijo de la reina, cumple con las expectativas y la profecía, se espera que cumpla con su papel contrayendo matrimonio, heredando el trono. El pro...