Prólogo (Presente)

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'La única verdad en la que puedes creer, es en que no existen las verdades'.

Esa fue la última frase que recuerdo del detective Elder, y justo después, desapareció entre las sombras. Nadie lo ha vuelto a ver desde entonces, y todas las investigaciones sobre su extraña desaparición han cesado con el tiempo.

Y ha sido un largo, largo tiempo. Doce años, para ser precisos. Qué curioso, yo en ese entonces apenas había cumplido los seis. Ahora tengo dieciocho, y no solo eso, sino que trabajo para la misma agencia que trabajó Elder antes de desaparecer. Las vueltas que da la vida, ¿hm?

Aunque más que vueltas, yo lo llamo destino. Porque siempre estuve interesada en casos de crímenes, desde pequeña, y entonces, Elder apareció en mi vida.

Recuerdo perfectamente la primera entrevista y cómo le ayudé a resolver el primero de doce casos. Bueno, pensábamos que eran doce.

Mi vida ha cambiado mucho desde esos seis asesinatos, uno tras otro, con un lapso de doce días entre una muerte y otra. Por ese mismo motivo, y por otros patrones que seguía el asesino, este recibió el apodo de 'El Asesino de las 12 Rosas'.

Lo recuerdo como si fuera ayer. Fueron doce chicas, y aunque se descubrió cómo el asesino ejecutó su plan en las primeras seis, se cesó la investigación de las últimas al encontrarse en un callejón sin salida.

Las cosas hubieran sido muy distintas si el responsable de descubrir esos primeros seis casos, Elder, no hubiera desaparecido.

Y esa última frase que me dejó, me marcó de por vida.

Las doce chicas recibieron el apodo de '12 Rosas' para rendirles homenaje. Porque sí, el caso fue muy mediático.

Si hablamos de asesinos en serie que han pasado a la historia, tenemos al Asesino del Zodiaco, Jack el Destripador, y entre otros, al Asesino de las 12 Rosas.

Sí, estamos hablando de ese nivel. Y no era para menos; era un asesino que ejecutaba planes maestros, midiéndolo todo al detalle y escapando ileso, y todo eso con un margen de tan solo doce días.

Y encima, se ha mantenido con vida hasta el día de hoy, sin haber sido capturado por la policía.

Es cierto que hubieron numerosos sospechosos, mi padre era uno de ellos, por ejemplo, pero el asesino nunca fue atrapado.

Podría haber seguido asesinando y, aunque lo hubieran pillado tarde o temprano, seguramente hubiera sido más tarde. Pero supongo que quería mantener el personaje, y por eso paró al llegar a doce.

Ah, cierto, no me he presentado. Mi nombre es Ailén. Soy una chica de, como he dicho, dieciocho años. Mi madre murió cuando solo tenía dos, y a los cinco conocí al detective Elder, para que, semanas después de cuando yo cumplí seis, él desapareciera.

Es curioso, porque yo debería haber sido una de las 12 Rosas. Y ahora, soy una de las mayores detectives de la agencia, a pesar de haberme implantado al equipo hace relativamente poco y de solo tener dieciocho.

Por eso, en cuanto apareció muerto un chico encima de la mesa de su casa, abrasado y con una puñalada en el pecho, fui la primera en correr a la escena del crimen.

Porque este asesinato se parecía demasiado al primero de las 12 Rosas. Solo se diferenciaba en la torpeza; en lugar de estar todo preparado, parecía que el asesino lo había matado sin querer con un cuchillo y, cuando se dio cuenta, trató de imitar el primer caso de El Asesino de las 12 Rosas.

Pero no fue solo ese, ya que después vinieron cinco chicos más. Y estos sí que eran más parecidos a los primeros seis que hubieron.

El lapso de doce días ha vuelto, y si no encuentran al asesino pronto, seis chicos más van a morir estos meses.

No pienso permitir eso.

12 Rosas MuertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora