Caso 1: Rastro de fuego (Pasado)

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- ¿Cuál es la hora aproximada de la muerte? - Le pregunto a la forense, con la esperanza de conseguir algo más de información sobre el cadáver de la mujer.

- Las doce en punto de la noche, justo el momento en el que empezaba su cumpleaños.

- Morir así el mismo día que cumples 24... - Murmuraba para mí mismo. - Gracias por su ayuda, señorita...

- Madeline, señor Elder. - Me responde con un tono de disgusto. No soy muy bueno para los nombres, solo recuerdo el mío y el de mis compañeros de trabajo. - Si no le importa, me quedaré por aquí un rato más por si encuentro algo de importancia.

- Sin problema, señora Mandarina.

- Madeline.

- Eso. - Lo dicho, para ser un detective, y no uno cualquiera, sino el mejor de la agencia, soy muy olvidadizo con los nombres.

La señora... uh... Mantis se dirige al pasillo, supongo que para ver si encuentra algunas pistas.

La agencia de detectives LIE (Liga de Investigadores Especializados) cuenta con el personal más capacitado de todos los tiempos, capaz de resolver casos en cuestión de horas e incluso minutos, de modo que, incluso los forenses que trabajan allí son detectives certificados. Y no precisamente malos. La señorita Marise ha conseguido resolver ella sola algunos misterios que ninguna agencia pudo.

Y claro, yo pertenezco a ella como uno de los mejores detectives, por no decir el mejor.

Curioso, porque soy relativamente joven; solo tengo veintidós años. Bueno, la agencia acepta detectives hasta de dieciocho recién cumplidos, pero se entiende que soy buenísimo con lo que hago, ¿no?

- ¡Os prometo que no fui yo! - Lloraba una mujer de mediana edad. - ¡Yo solo estaba haciendo la compra, y cuando volví...!

- Tranquilícese, señora. - Le llama la atención mi compañero Derek, otro especialista en la criminología. - Nadie dice que usted sea la culpable, pero debe entender que es nuestro sujeto más sospechoso. Cálmese, concéntrese y responda con serenidad a las preguntas. Si usted no ha sido, no tiene nada que temer.

Se le da bastante bien calmar a la gente, las cosas como son.

- ¿Puedes dejarme a la dama un momento? - Le pregunto a mi compañero con intención de interrogar a la criada. - Hay algunas cosas en su coartada que me gustaría entender.

- Claro, Elder, estaré revisando el cuerpo de mientras. - Menciona y se marcha.

Desvío la mirada durante un momento justo hasta la escena del crimen. Ahí sigue, el cuerpo de la señora Mizuki, tendido en la mesa, completamente carbonizado.

- Bien, señora, decía que se llamaba Dafne, ¿cierto? ¿Le importa que la llame por su nombre de pila?

- E-Está bien... - Susurra, aunque algo asustada, pero tratando de seguir los consejos de mi compañero.

- Bien, repasemos su coartada, y de mientras le voy haciendo un par de preguntas, ¿está bien?

- Claro...

- Bien, según usted, fue a realizar la compra y, cuando volvió, la casa estaba ardiendo, ¿no es así?

- Sí, justo así.

- Lo primero que hizo fue llamar al número de emergencias, una sabia decisión, y luego, se quedó esperando a que llegaran los bomberos y apagaran el incendio.

- Correcto.

- Pero, cuando los bomberos apagaron el fuego, descubrieron el cadáver de la señora Mizuki en lo alto de la mesa, la cual había muerto por las quemaduras de alto grado.

12 Rosas MuertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora