Caso 11: Sin resentimiento por el crimen perfecto (Presente)

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Pues parece que al final del día, sí estoy empezando a lograr acostumbrarme a ver cadáveres ensangrentados llenos de heridas abiertas y algunas veces con órganos al aire libre, o más resumidamente, escenarios de un psicópata en los que rápidamente se nota que la víctima ha sufrido mucho, pero que mucho dolor para llegar a ese estado.

Lo digo porque esta vez logré vomitar solo una vez. Bueno, puede que dos, quizás tres..., yo lo he intentado, ¿vale?

Me sorprende, porque en realidad, ya me habían dicho qué era lo que me iba a encontrar, ya me había hecho una imagen mental en mi cabeza y pensaba tenerlo todo bajo control.

Pero una vez más, la realidad y la ficción no tienen nada que ver. Esto os lo puedo asegurar yo; nunca sabes cómo es una escena de un asesinato de verdad hasta que lo vives en carne y hueso.

Aunque me alegro que esta vez yo no fuera la única en reaccionar así, incluso Yael vomitó al ver el cadáver de Juno, y Mónica simplemente estuvo a punto.

Pero Lacey..., se veía impactada, eso seguro, pero había algo extraño en su rostro. Es como si estuviera sorprendida por algo completamente distinto al cómo se realizó la muerte de Juno, o quizás sí es eso, pero no por el asco. Es difícil de explicar, quizás solo estoy delirando.

Además, por muy mal que me caiga, Lacey no es sospechosa. No es capaz de matar a nadie... ¿no?

- Chicos... ¿estáis bien? - Nos pregunta Mónica a mí y a Yael en cuanto regresamos del baño.

- Sí, yo sí, ¿y tú? - Yael me señala con la mirada.

- Por supuesto. - Respondo. - Más importante ahora... - Miro fijamente el estado del cadáver de Juno. Es una escena desagradable, no solo eso, sino más bien parece imposible.

Estamos hablando de que Juno ha aparecido colgado del techo con una cuerda en una celda, con un montón de jeringuillas clavadas en todo el rostro, incluyendo su ojo izquierdo que se encuentra completamente abierto y su ojo derecho, que ya ha dejado de ser ojo y ha pasado a ser un vacío. Tal y como en el caso del bebé, solo que aquí ya han investigado y el ojo se ha encontrado tirado en el retrete y no dentro de él.

Supongo que es un alivio no tener que volver a meter la mano en el boquete de un ojo y arrancar este mismo de un cadáver.

Ah, ¿creías que eso era todo? Nada más lejos de la realidad.

Su brazo derecho está completamente carbonizado, le falta un diente al cadáver, sus manos están llenas de sangre y, para rematar la faena, tiene un cuchillo de cocina clavado en una de sus manos, la derecha para ser exactos.

Y cuando digo clavado, digo clavado de verdad. Atraviesa la mano por completo, de modo que si quitas el cuchillo, solo quedará un hueco vacío lleno de sangre.

- ¿Cómo ha podido suceder esto? - Le pregunto a uno de los policías que al parecer se llama Nilan. - ¿Juno estuvo realizando algún acto sospechoso a su parecer?

- Me gustaría decírselo, señora Ailén, sin embargo y para su mala suerte, yo solo soy el encargado de las visitas.

- Pues qué faena... ¿y entonces es siquiera posible que el asesino haya entrado en la cárcel sin ser visto, más aun en la celda de Juno, y que haya conseguido todos estos objetos? - Pregunta Yael.

- Una hipótesis que estaba barajando es que se tratara de un suicidio, sin embargo... - Murmura por lo bajo Mónica mientras sujeta su papel y boli y apunta algunos datos del caso. - No solo ha ocurrido en el plazo de los 12 días, sino que también es imposible que alguien se suicide de esta manera sin que el cadáver haya sido manipulado. No tenía motivo.

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