Momentos íntimos

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ANTES DE LEER!!

En este capítulo tenemos Lemon de Chuuya y Alek. Por favor, si no te agrada la pareja, o la diferencia de edad entre estos dos, SALTA ESTA PARTE. 

Lo que menos deseo es que alguien se me ofenda por esta historia. Así que, respeto el que no gusten de leerlo. 

Si por el contrario, ya lo estabas esperando... DISFRUTA <3 que me ha costado mucho escribir esto en la oficina XDDDD


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Alek estaba seguro que haberse separado de Chuuya había sido un error. Después de la desaparición de Dazai, el chico mafioso mostró desinterés total en todo lo que le rodeaba, incluyéndolo. Más que desanimarse por la situación, se comprometió como nunca con el joven. Lo acompañaba a todas partes, se mudó con él y pasaban el día completo juntos, solo siendo interrumpidos por las sesiones de rehabilitación del mafioso. Alek pasó a trabajar directo en las oficinas de Port Mafia, justo a un lado de Chuuya; fue cuestión de semanas para que el pelirrojo tomara el puesto de ejecutivo, que originalmente era de Dazai; de esta forma, conoció más a profundidad al usuario de la gravedad y, sin ser sorpresa realmente, se enamoró como jamás lo había estado.

En cuatro años, vió el desarrollo emocional y profesional en Chuuya. Compartió con él los mejores momentos, otros tantos frustrantes, las recaídas y la amargura que solo los recuerdos podían provocar. Alek se convirtió en el confidente a tiempo completo del pelirrojo. Chuuya solía contarle todo lo que le ocurría, pues el mayor significaba para él su único soporte emocional; Alek era lo más estable que tenía.

Con el tiempo, ambos hicieron más fuertes los sentimientos mutuos. Fue Alek quien se encargó de salvar la poca estima que se tenía Chuuya a sí mismo, recordándole en cada oportunidad lo mucho que le importaba, cuan perdido estaría sin él... lo mucho que lo amaba. Y mientras el mayor le abrazaba con miedo a que perdiera la cordura, cada noche en que entraba en crisis, y repetía una y otra vez que él estaba allí, que no estaba solo, Chuuya lloraba desconsolado. Le pedía perdón por haberlo lastimado -aunque el chico no fue consciente de ello-, para después dejarse arrullar hasta caer dormido entre los brazos del ruso. Solo entonces, Alek lloraba en silencio mientras se preguntaba por qué tenían que cargar con la desesperanza de un día más; con el dolor de las pérdidas.

Cuando llegó el día en que tuvo que despedirse, pues su corporación le necesitaba, se planteó seriamente abandonar todo y quedarse con él. No veía prudente partir y dejarlo solo. No de nuevo. Pero Chuuya le enseñaba una lección más, una que parecía había olvidado por la desesperación y el temor de verlo hundirse hasta el fondo. Fue así que el mafioso le convenció de que él tenía un papel que cumplir y, como todos en cierta medida, tenía que hacerse cargo de ello. Le demostró que podía levantarse por su cuenta, pues antes de Alek, Chuuya estaba acostumbrado a estar solo.

Aquello solo entristeció más al mayor. Sin embargo, comprendió que no podía quitarle el valor de la independencia al joven; por lo que, con todo el dolor que esa decisión causó, subió al avión, esperando verle de nuevo en poco tiempo.

Tuvieron que pasar cuatro años para que pudieran estar juntos, fuera de una reunión rápida de los altos mandos, dónde sólo cruzaban miradas furtivas antes de seguir cada quién por su camino; el tiempo no apremiaba un momento más emotivo.

Miró por el cristal del auto que le transportaba. No tenía ni quince minutos que el avión había aterrizado y él ya estaba en dirección al departamento de Chuuya. La preocupación en la voz, la llamada en sí, y el nombre de Pavel implicado, le llevaron a moverse lo más pronto posible.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora