La parte difícil

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Antes de leer:

Traje actualización, pero antes: dos noticias, una buena y otra mala. 

La buena, es que no es el último capítulo... Al perecer reconciliar a mi Soukoku me es más complicado de lo que creí. Además, necesito espacio para el duelo por Alek, claro. 

La mala... la leerán más adelante. 


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Cuando sus padres le contaron que su habilidad era demasiado peligrosa para usarse a la ligera, él entendió que era la parte de su vida que tendría que ocultar, incluso de sí mismo, hasta el fin de sus días. Le aterraba el solo hecho de saber que aquel poder existía para un objetivo en concreto: Desaparecer de la faz de la tierra lo que alguna vez existió. El cómo sabía su padre sobre la habilidad tal cual fue algo que no le preguntó directamente, aunque tiempo después escuchó por casualidad que su abuelo había desaparecido de esa forma.

«Prueba y error», se dijo.

En cierta medida se sintió insensible ante aquel pensamiento, Pero es que, si se dejaba llevar por el terror que su propia habilidad le causaba, terminaría enloqueciendo y cediendo a ella. Alek tenía demasiados planes como para rendirse tan pronto.

Así pues, se prometió ignorarla por completo. Hacer como si no existiera, como si no fuera una opción. La escondería de todos porque él amaba vivir, conocer y mejorar; no estaba dentro de sus planes desaparecer como si su existencia no hubiera supuesto algo en el mundo.

Sin embargo, en algún punto de su camino aquello cambió.

Conforme pasó día tras días junto a Chuuya, la resolución de que usarla no era tan mala le arrebató el sueño en más de una ocasión. Y no es que quisiera hacerse el héroe por el ejecutivo, sólo que de los dos, quien estaba más hambriento de vida era Chuuya. Él, por supuesto que haría hasta lo imposible por darle esa oportunidad, a costa de su temor, de lo desconocido... de sus anhelos.

Cerró los ojos con cansancio. No esperaba ese escenario tan deprimente.

No había nada. Todo su alrededor parecía estar cubierto de neblina ligeramente densa; podía ver a Pavel, quien se mostraba más que estresado ante lo obvio: No tenían salida.

—Por Dios... ¿Qué has hecho? —preguntó en un susurro Pavel, a la par que giraba en todas direcciones en búsqueda de alguna puerta secreta—. ¿Qué has hecho?

Alek sonrió resignado. Él, mejor que nadie, sabía que era inútil todo intento.

Soltó un sonoro suspiro y miró al frente. Nada. No importaba a dónde girara la cabeza, simplemente no había nada. Si de alguna forma su abuelo pudiera decirle, aunque sea en sueños, que esa habilidad era así de aterradora, no la habría usado.

Tenía miedo.

El fuerte jalón de Pavel le devolvió a la realidad.

—¡Sácanos de aquí ahora mismo!

Pero el más alto sonrió complacido por la desesperación en la voz del profesor.

—¿Por qué? ¿No querías que te dedicara tiempo de calidad como cuando éramos adolescentes? —preguntó burlón—. Ahora es cuando. Puedes decirme todo lo que quieras que sepa de ti, Pavel Ivanov.

Pavel apretó la mandíbula haciendo chocar sus dientes. Estaba furioso.

—Deja de jugar conmigo, hijo de puta —gruñó.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora