Atsushi se sintió ofuscado al haber perdido de vista a su mentor. Por más que aceleró y se dio prisa para alcanzarlo al pie del edificio, le fue imposible determinar el camino que el castaño había tomado; incluso se asomó por la entrada de la cafetería, solo para recibir la negativa del hombre que la atendía acerca de si le vio pasar por ahí. Dazai simplemente se le escapó.
Estaba angustiado por el rumbo de las cosas. Y es que los gritos de Nakahara Chuuya fueron demasiado claros, al punto en que el trío que le acompañó estaba más que listo para entrar en acción, de ser necesario. Agregando el que Dazai respondiera con el mismo tono, lo cual ya resaltaba de ser extraño, era obvio que dentro del despacho del Presidente de la Agencia se libró cierto conflicto que parecía solo inmiscuir al antes conocido Soukoku. Aunque existía la vaga idea de que el supuesto aliado tenía algo que ver también; bastaba con recordar la tensión que el cuerpo de Dazai emitió en cuanto le vio, y que no pasó desapercibido para su pupilo.
Suspiró abatido. No hacía falta regresar para recibir la orden de Kunikida: tendría que buscar al ex-mafioso. La reunión era demasiado importante como para seguir sin él.
Así pues, se dio a la tarea de pensar en los lugares dónde podría estar. La cafetería estaba descartada; lo siguiente, sería aquella colina a la que solía ir a refugiarse cuando algo salía de su control. Ese mismo lugar en que, alguna vez, Atsushi le contó su sospecha sobre que ahí estaba la tumba de alguien en verdad importante, y de la cual Dazai no se negó realmente. El chico tigre desconocía partes de gran peso sobre la vida de su salvador. Y aunque le picaba demasiado la curiosidad, no pensaba presionarlo a contarle algo de lo que seguramente el mayor quería olvidarse.
Estaba tan metido en sus divagaciones, que solo cuando el firme muro frente a él le hizo caer se percató de que caminaba sin estar atento al camino.
—L-Lo siento —se disculpó en cuanto vio que no era un muro, sino la espalda de alguien—. No prestaba atención y-
Calló al ver al pelinegro, miembro de la mafia, girarse para encararlo. Genial, lo único que le faltaba para completar su cuadro deprimente.
—Podría asesinarte ahora mismo —amenazó el más alto—, pero he prometido no acabar con la vida de nadie por cierto tiempo sin razón alguna.
—Debe ser un genio el que te pidió tal cosa —respondió, haciendo una mueca de disgusto.
El otro soltó un molesto bufido antes de darle la espalda de nuevo, dispuesto a irse.
El albino vio la oportunidad que necesitaba para desenredar algunas cosas, y de paso pedir ayuda.
—Espera —le detuvo de la gabardina, aun sentado en el suelo. Akutagawa jaló de su prenda —. Necesito hacerte unas preguntas —pidió.
—No pienso perder mi valioso tiempo contigo, Jinko.
—Es importante.
—Me importan poco tus problemas —frunció el ceño. El chico peliblanco le irritaba tanto, se preguntaba seguido qué era lo que veía Dazai en él como para protegerlo—. Por mi puedes irte al demon-
—Es sobre Dazai-san —interrumpió, y añadió como último recurso—: Salió de la agencia muy enojado, parecía perturbado incluso. Estoy seguro de que algo ocurrió que le ha puesto muy mal —el otro detuvo todo movimiento y Atsushi lo tomó como una señal—. Ayúdame a entender.
—... Entender, ¿qué?
—En la agencia, están Chuuya-san y una persona que se dice es un aliado de la mafia. Dazai-san se puso mal en cuanto lo vio.
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DARKNESS MY SORROW |SOUKOKU
Fiksi PenggemarYokohama recibe la visita de un fuerte prospecto a negociante con Port Mafia. Mori, consciente de que aquel hombre tiene un interesante secreto detrás de su fortuna, decide enviar al Soukoku en una misión especial. Una en la que Chuuya tendrá un alt...