Se agota el tiempo

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Akutagawa miró el móvil una vez más antes de guardarlo en el bolsillo de la gabardina negra. Atsushi estaba retrasado. Habían quedado en encontrarse apenas Dazai envío por mensaje la ubicación de Pavel. Dentro de la estrategia, tenía contemplado que ShinSoukoku se encargara de dar con él, mientras Osamu y Alek buscaban el cuerpo de Zaratustra. De camino al punto de encuentro, Hirotsu y Kouyou, les habían informado que existía una alta probabilidad de que los dotados que acompañaban a Pavel fueran parte de la defensa del lugar. Por lo que era necesario que más de alguno se atuviera a sostener una batalla en el proceso.

Black Lizard estaba más que preparado. Movidos por un ansioso Tachihara, se hallaban cerca del dúo para apoyarlos en la infiltración, mientras ellos se encargaban de mantener ocupados a los extranjeros, tenían como ventaja el que solo fueran dos.

El pelinegro repasó en la mente la estrategia. El punto clave era Dazai; siempre y cuando él encontrara el cuerpo de Zaratustra, la habilidad del parásito se vería anulada, dejando libre de esta forma al mafioso. Con ello, ShinSoukoku podría encargarse de Pavel sin miedo a que Chuuya les jugara en su contra al verse potenciado por «Dios ha muerto». Sacarían al mayor de las instalaciones, y seguramente él —Akutagawa— se encargaría de acabar con Pavel de la manera más dolorosa posible.

Porque si, había dado con una fibra sensible: Nakahara Chuuya.

Cerró los ojos, estaba angustiado. No tardó en percibir la presencia del chico albino, por lo que trató de reprimir aquella sensación para ponerse serio ante la encomienda.

—Lamento... ah —jadeó en busca de aire. Akutagawa notó algunas gotitas de sudor en su rostro—. Lamento la demora.

—¿Qué ocurrió? —preguntó, sin ánimos de hacerle sentir mal, pues sabía que en la agencia las cosas tampoco iban nada bien.

Atsushi tardó al menos cinco segundos más, en los que inhaló y exhaló profundamente, para seguir con su explicación:

—Dazai-san y Kunikida-san volvieron a discutir antes de salir. Kunikida-san no estaba de acuerdo con enviar a Kenji a respaldar a Black Lizard, pero Dazai-san objetó al decir que era quien mejor conocía al enemigo.

Black Lizard puede arreglárselas por su cuenta, pero para qué hacer más complicado el contraataque, si ya se tiene información de primera mano sobre el enemigo. Él ya peleó contra uno. Al menos sabrá identificar puntos débiles y armar estrategias sin ir a ciegas.

—Lo mismo dijo Dazai-san —apoyó, y comenzaron a caminar hacía la supuesta ubicación de Pavel—. Entiendo la preocupación de Kunikida-san. Kenji no es el mismo. Algo le ha afectado.

—... ¿Qué tanto logró ver?

—¿Eh?

—Antes de huir-

—No huyó —interrumpió molesto—. Él solo siguió órdenes que el mismo Chuuya-san le dio.

—Está bien, tranquilo. No quise decirlo así —dijo con calma. Lo último que necesitaban era pelear entre ellos—. Sé que hizo lo que Chuuya-san le pidió, no se lo reprocho. —Atsushi lo miró con desconfianza de que fuera así—. Solo pregunto porque tal vez de eso dependa su estado de ánimo.

La suavidad en la voz del mafioso le hizo recapacitar. Recordó que, en alguna ocasión, Akutagawa le contó que Chuuya se había hecho cargo de él cuando Dazai desertó. Siendo aún muy joven, en un mundo tan hostil como lo es la mafia, el pelirrojo tomó la responsabilidad de guiarlo y estar al pendiente de él cada que podía y a su manera. Se lo había dicho una noche cualquiera mientras cenaban; y aunque no le había contado más de lo que tal vez el chico mafioso habría querido, lo recordaba por la sinceridad expresada en cada palabra.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora