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ㅤMando salió de la pequeña vivienda que les habían dejado a los invitados para buscar al pequeño, ya que se hacía tarde. Debido a que no contaban con un número aceptable de casas hechas, acomodaron una vivienda de uno para dos. Específicamente para Din y Evana, algo que avergonzaba al mandaloriano aún cuando lo fuese a decirlo en voz alta.
ㅤHabían apartado a un lado la única mesa que tenía el lugar, poniendo una cama junto a la otra, cada una pegada a una pared. Teniendo entre medios el suficiente espacio para poder quedarse en pie y poco más. Tenía una sola ventana en mitad del lugar, que comenzaba a los pies de una de las camas y era cuadriculada. Para el tiempo que iban a estar allí, pensó Din, no sería tan incómodo.

ㅤObservó a mandalorianos rodear una fogata encendida escasos minutos antes debido a que los soles estaban empezando a esconderse, pero allí no vió a su hijo. Siguió buscando con su mirada, viendo a varios jóvenes jugar a atraparse entre ellos, pero allí tampoco estaba. Su ceño se frunció, dando un paso adelante comenzando a preocuparse y entonces lo vió.
ㅤUnos metros antes de llegar al asentamiento, iluminados por una luz artificial blanquecina, pudo ver a Espectro sentada en una piedra sobresaliente con una caja de herramientas que probablemente pidiese a alguno de allí, podía ver en la lejanía como se ocupaba de su speeder. Sentado en una banqueta junto a ella y con un cuenco en sus manos estaba Grogu.
ㅤNo pudo evitar sorprenderse. Grogu siempre iba con los jóvenes en cuánto llegaban a Mandalore, pero en aquella ocasión se quedó junto a aquella mujer a pesar de que parecía ocupada. Parecía que su compañía le gustaba como lo hacía la suya propia, y un miedo interno a que el pequeño sufriese su pérdida le removió algo en el estómago.

ㅤSe acercó en silencio hacia ambos siendo seguido con la mirada por Bo-Katan que no parecía perderse nada, pudiendo apreciar de cerca la destreza con la que sus pálidos dedos trabajan el vehículo, a pesar de que la luz empezaba a escasear. No había elegido una luz muy brillante y, puesto que anochecía, solo le resultaría más y más molesto.

“Mando.”

Saludó la morena sin necesidad de girarse. Fue el pequeño quién se giró para mirarlo, regalándole una de esas sonrisas que le hacían difícil el enfadarse con él.

“¿Cómo haces eso?”

ㅤ“Viene de parte de madre.”   Su tono burlesco le hizo sonreír.

“¿Funciona?”

Mientras preguntaba haciendo un gesto con el casco hacia el vehículo tomó asiento en otra roca sobresaliente, observando de cerca cómo se le había cambiado el color, pues tenía pintura levantada que mostraba que en un pasado fue blanca.

“Eso quiero comprobar.”    Se quejó ella.

ㅤSe puso en pie dejando la herramienta dentro de la caja frotando sus manos manchadas de grasa y alzó con una agilidad envidiable una pierna pasándola al otro lado de la speeder montando en ella. Con un pequeño suspiro giró el manillar buscando la aprobación del vehículo. Le costó tres intentos, pero se pudo apreciar como sus ojos brillaban de emoción cuando el ronroneo del motor hizo acto de presencia. Din pudo ver una galaxia entera en esos ojos azules que otros tanto temían, pensando en lo bonitos que deberían verse de cerca.

“¡Ja!”   Aplaudió una vez como victoria, sintiéndose orgullosa de su trabajo.

ㅤApagó el motor bajando del vehículo, extendiendo la mano al pequeño que le chocó dejando a un sorprendido Djarin en el proceso. Tenían una dinámica bastante curiosa, algo que le enternecía y le horrorizada a partes iguales.

“Empieza a anochecer. Tal vez tengas hambre.”

Aquellos fieros ojos se posaron en Din antes de alzar una bolsa que estaba apoyada junto a la caja de herramientas. Éste pudo reconocer la bolsa de raciones con manchas de grasa a su alrededor. Asintió comprendiendo lo que quería decir y se puso en pie.

“Entonces deberíamos descansar. Mañana será un largo día.”

ㅤ“Estoy de acuerdo.”

Con un asentimiento observó a la morena dejar a un lado su speeder, cerrar la caja y devolvérsela a su legítimo dueño antes de acompañarlo a la pequeña estancia que compartirían esa noche. Pensarlo ponía nervioso a Djarin.
ㅤUna vez dentro, Espectro se limpió las manos de cualquier resto de grasa que pudiese quedar, observando al pequeño Din meterse en su espacio para dormir que consistía en una tela colgada a modo de litera.

“¿Dormirás con el casco?”   Preguntó la morena al ver que se tumbó sobre la cama de la derecha con toda su ropa.

“El credo.”

ㅤ“Cierto, esa mierda.”   Se quejó chasqueando la lengua contra su paladar.   “Espera un momento.”

La puerta había sido cerrada por mando antes de que se tumbase dejando el lugar con la única luz que entraba de la ventana, por lo que no dudó en clavar su mirada en ella mientras la veía quitarse la gabardina. Lo que llevaba puesto no era algo que hubiese visto antes. Parecía una prenda enteriza, que se amoldaba a su cuerpo como si fuese una segunda piel y casi parecía brillar a pesar de la poca luz que quedaba. Pudo sentir el nudo de su garganta mientras sus ojos recorrían la figura femenina de espadas a él, que se quitaba una especie de cinturón que contenía sus dos armas grandes. Se acercó a la cama vacía, metiendo bajo el cojín fino su bláster y volvió dónde había dejado su ropa y su máscara, sacando de un bolsillo lo que parecía una tela oscura.
ㅤCuando se giró mirando al mandaloriano directamente pudo ver como, incluso en aquella oscuridad, sus ojos seguían poseyendo aquella fuerza que había visto antes. Extendió sus manos estirando la tela, mostrando lo que parecía una venda y se la llevó a la cabeza atándola justo sobre sus ojos.
ㅤEl gesto sorprendió al mandaloriano, y lo que éste significaba. El detalle que tuvo con ese gesto llegó incluso a conmover al rudo mandaloriano, que se puso en pie sin hacer el menor ruido posible.

“Tal vez me haya tapado los ojos, pero sigo notándote.”

El susurro de sus labios dió paso a una sonrisa cuando el mandaloriano paró frente a ella. Pudo escuchar el sonido del casco siendo quitado, haciendo que la sonrisa se torciese. Din dejó el casco junto a la máscara de la morena y volvió a mirarla, observando la diferencia de alturas en cortas distancias.

“Gracias, Evana.”

La voz sin modular de Din sonó como el ronroneo de una enorme bestia que podría ser tu aliado o tu enemigo. Pero no fue aquello lo que hizo que la morena tuviese un pequeño escalofrío, si no la osadía que tuvo de pronunciar su nombre y lo bien que le sonó directamente de sus labios.

𝐒𝐏𝐄𝐂𝐓𝐑𝐔𝐌 |  𝘛𝘩𝘦 𝘔𝘢𝘯𝘥𝘢𝘭𝘰𝘳𝘪𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora