𝟶𝟸𝟼

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ㅤEstar de vuelta en el campamento mandaloriano en el planeta fantasmal se sentía, curiosamente, como volver a casa. Como si pudiesen llamar al fin hogar a un lugar específico, con personas de su mismo pueblo y sus mismas creencias (al menos por por la parte que le tocaba a Din).
ㅤAterrizó la nave en la zona portuaria que habían ocupado junto al campamento de forma improvisada, como todo lo que allí había, y Din fue el primero en salir seguido pequeño, siendo recibidos por los mandalorianos casi como si de una familia extensa se tratara. Evana observó aquello en la rampa de la nave. Ella, por el contrario que todos allí, se sentía una intrusa, alguien que no terminaba de encajar, como si no fuese su lugar aún cuando lo quisiera.

ㅤMientras Din se dirigía hacia la estancia que le habían otorgado a los tres para relajarse un poco, Grogu giró su cabeza al no sentir la presencia de aquella mujer a la que tanto quería, solo para ver como Evana caminaba en dirección contraria.
ㅤCon un pequeño sonido confundido, sus grandes ojos se alzaron hacia su figura paterna llamando su atención como si hubiese sido llamando personalmente.

“¿Qué ocurre, pequeño?”   Preguntó con suavidad.

ㅤDejó de soltar lo que llevaba encima sobre la única mesa dentro de la caseta cuando Grogu miró en una dirección específica y salió para fijarse en lo que había llamado su atención. Su ceño se frunció bajo el casco viendo la figura de la morena alejarse del campamento.

“Quédate aquí. Ahora vuelvo.”

Y con ello siguió a la muchacha de dos distintas culturas, como lo eran los jedi y los mandalorianos. La estuvo siguiendo en silencio durante un tiempo que le resultó eterno, simplemente caminando por aquel terreno de escasa vida entre los restos que fueron una vez una gran civilización.

“¿Vas a seguirme mucho más, mandaloriano?”   Oyó hablar a Evana, metros delante de él.

“Hasta que me digas qué es lo que ocurre, sí.”    Pudo escuchar el suspiro de ella, pero no lo hizo callar. Se acercó a ella acelerando sus pasos.   “Desde que nos fuimos del planeta has estado callada, ¿qué es lo que te ronda la cabeza?”

ㅤ“¿Por qué te importa tanto?”  Se quejó con molestia la morena, parando su caminata para enfrentar el casco.

“Evana.”

ㅤ“No, Din. Ambos sabemos que hablar no es tu maldito punto fuerte, así que no lo intentes.”

ㅤ“Al menos lo hago.”

ㅤ“Y ya por eso eres mejor que yo, ¿es lo que intentas decirme.”

Djarin agarró con firmeza la muñeca de ella, haciéndola girar cuando quiso seguir su caminata y así volverle a enfrentar. Podía sentir su mirada taladrarla incluso a traves del visor.

“Dime qué demonios te ocurre.”

ㅤ“¡Todo! ¿Vale?”   Se zafó del agarre con furia, moviendo las manos con exasperación.   “No soy ni jedi, ni mandaloriana. No soy lo suficiente nada para poder considerarme algo. Me siento una impostora entre los tuyos, yo no encajo aquí. No debería estar aquí.”

ㅤ“No digas estupideces, Evana. Después de todo lo que has hecho, y todo lo que has luchado, ¿y eso es todo lo que sacas?”

ㅤ“¿Qué esperas que...?”

ㅤ“No, ahora es mi turno de hablar."  

La calló con molestia Din, e hizo algo que dejó muda a Evana por más que le hubiese encantado protestar por su comentario. Alzó sus manos quitándose el casco frente a ella, el semblante serio e incluso molesto del mandaloriano se podía evidenciar cuando mostró su rostro.

“Has ayudado al pueblo mandaloriano a prosperar, y has nutrido tu lado jedi para que tu herencia materna no muera. Deberías sentirte orgullosa. Tu simple existencia demuestra que es posible un vínculo entre jedis y mandalorianos, después de la enemistad que hubo.”   Sostenía el casco bajo su brazo izquierdo, pero ella no podía quitar su mirada de aquellos brillantes ojos caoba.   “Has logrado entrar en los corazones de nuestro pueblo, incluso del pequeño... Incluso del mío... ¿Y tienes la desfachatez de decir que no encajas aquí?”

ㅤ“Din, yo...”

ㅤ“Estoy aquí, frente a tí, rompiendo mi credo porque siento por tí lo que no he sentido por nadie en toda mi vida. Y sí, llevas razón, no soy bueno hablando, pero sé que lo que digo es la verdad y lo que siento es real.”

Ni siquiera podía decir que fuese una buena demostración de sentimientos, pero tenía el corazón en un puño y se lo estaba entregando de la única forma que sabía.
ㅤHubo un silencio largo en aquella zona desértica del planeta, dónde ninguno de los dos dijo nada, dónde sólo se miraban el uno al otro a los ojos como si no hiciese falta algo más.
ㅤY de pronto hubo algo, como si hubiesen pulsado un botón, que los hizo reaccionar. Se lanzaron el uno contra el otro como en una explosión y sus bocas colisionaron. Las manos de Evana se alzaron hasta la nuca del varón, mientras que Din la abrazó con ambos brazos dejando caer olvidado su amado casco para disfrutar del dulce sabor de aquella boca con la que tanto había fantaseado aún cuando nunca lo admitiese.
ㅤAllí, en presencia de la tierra solitaria en busca de reavivación de Mandalore, ambos sellaron sus sentimientos por el otro que duraría toda su vida, como un voto de compromiso eterno que cumplieron cada día de sus existencias. Cuidando del pequeño como si fuese suyo propio, devolviendo a Mandalore su antigua gloria, convirtiéndose en parte del pueblo mandaloriano al fin, en lugar de ser ambos nómadas. Amándose como solo ellos sabían y demostrando que el amor podía encontrarse en los más recónditos lugares.

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𝐒𝐏𝐄𝐂𝐓𝐑𝐔𝐌 |  𝘛𝘩𝘦 𝘔𝘢𝘯𝘥𝘢𝘭𝘰𝘳𝘪𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora