18. Llámame Yoongi.

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Por la mañana, Jungkook nota una dolorosa tensión en los músculos del cuerpo. Todavía logra recordar el ardor de las llamas sobre su piel. Al salir del baño, después de ducharse, a sus fosas nasales llega un olor dulzón a mantequilla. Descubre a Jimin, aun en pijama, moviéndose de un lado a otro en la cocina. Mientras acaba de secarse el cabello con la toalla, toma asiento en uno de los banquitos de la barra y lo saluda. Jimin da un sobresalto al escucharlo.

—Te despertaste temprano —dice Jungkook y observa un bol de cristal con masa de panqueques.

Jimin se queda quieto, como si no hubiera entendido sus palabras. Luego asiente con aire nervioso.

—Quería hacerte el desayuno como agradecimiento. —Aprieta los labios—. ¿Me estoy tomando muchas libertades?

Jungkook niega con las manos.

—Nada de eso. Al contrario, hoy no tenía ganas de cocinar.

Jimin suspira, aliviado.

—Entonces, ¿cuántos panqueques quieres?

—Tres, por favor.

Jimin se ocupa de su tarea en silencio. Al colocar la masa en el sartén, chirría y desprende un delicioso aroma. Jungkook se dedica a sus páginas matutinas. Escribe sobre su sueño y lo que sucedió en Oniros. Cuando va por la mitad de la segunda página, Jimin lo interrumpe:

—Oye, Jungkook, no sé si sea una tontería preguntar. Pero ¿te gusta la pintura ? Vi un par de cuadros apilados en la sala y no supe si los compraste o los hiciste tú —dice, sin descuidar el panqueque.

Jungkook deja el lapicero en medio del cuaderno y lo cierra.

—Son míos, están secándose todavía.

Jimin lo mira de reojo.

—Me sorprendí. No pensé que tuvieras un pasatiempo como ese. Mucho menos que fueras tan bueno.

Jungkook esboza una sonrisa.

—Es mi pasión. Lo descubrí hace poco. Todavía me falta mucho por mejorar, pero al menos ya acepté que existe esta chispa en mí.

Jimin voltea el panqueque con mano hábil. Jungkook lo observa con curiosidad.

—Me alegra que hayas encontrado lo que de verdad te gusta —expresa Jimin—. Hace un tiempo le dije a los demás que tú y yo éramos parecidos. Pero creo que somos más distintos de lo que pensé. Tú llevas una buena vida.

Jungkook enmudece, sin saber qué decir.

—A veces quisiera, ya sabes —prosigue Jimin—, tener una mejor vida. Pero siempre regreso al mismo punto.

—Tal vez es que lo has hecho siempre solo.

Jimin apila el panqueque sobre otros dos en un plato, que deja frente a Jungkook. Se queda un momento mirándolo, como si pensara algo.

—Tal vez tengas razón. —Suspira—. También creo que no he hecho lo suficiente. Es decir, me propongo pasar más tiempo conmigo mismo, pero en cuanto me invitan a una fiesta, asisto y me alcoholizo hasta perder la consciencia.

—Te cuesta poner límites —señala Jungkook.

Jimin asiente con la cabeza. Abre la alacena, saca dos tazas de porcelana, sirve café en ellas y las deja en la barra. Toma asiento en el banquito contiguo.

—¿Es todo lo que comerás? —pregunta Jungkook.

—No tengo mucha hambre. Me pasa siempre que bebo de más —responde Jimin y fija la mirada en la estela blanca que desprende el café.

Oniros ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora