Capítulo 1

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Respiré profundo intentando reunir todo el valor que necesitaba, llevaba varios días ensayando frente al espejo la forma perfecta para decirle, pero en el momento de la verdad me sentía aterrada.

–Necesito decirte algo muy importante. –Sus ojos azules mostraban un brillo de curiosidad y mis manos temblaban. –Estoy embarazada.

Las palabras salieron tan rápido de mi boca que no pude detenerlas, ni siquiera darme cuenta, hasta que sus ojos se abrieron de tal forma que parecía que iban a saltar de su lugar.

–¿Qué? –El grito que pegó hizo que retrocediera del susto. –¿Cómo que estás embarazada? Ese niño no es mío, siempre nos hemos protegido. –Mis nervios se transformaron en incredulidad, sus palabras me estaban afectando, su desconfianza hacia mí me dolía y mucho. Me había preparado para cualquier escenario menos para ese. Pensé que llegaríamos a un acuerdo juntos, nunca que dudara de su paternidad. Me confundí por un momento, no sabía que decir.

–¿Cómo puedes decir que no es tuyo? Eres el único chico con el que he estado, deja de decir estupideces.

–Es imposible que estés embarazada Karen, siempre hemos usado protección. –Caminaba de un lado a otro de la sala de estar por entre los divanes rascando su nuca o enredando los dedos en su cabello de vez en cuando.

–No siempre y lo estoy, he ido al doctor. –Mis respuestas y mi tono de voz no estaban ayudando, pero no podía controlarlo, no estaba preparada para esa reacción de su parte. Jugué nerviosa con mis manos esperando por una respuesta suya hasta que por fin habló.

–¿Y por qué lo tienes todavía, no dices que has ido al doctor? –Mi pulso se detuvo por un instante, no podía estarme insinuando eso, debía ser un mal entendido. Restregué mi rostro con las manos buscando tranquilidad y no la encontré.

–¿De qué hablas? –Fue la única pregunta que pude formular, me encontraba fuera de órbita. Ciertamente abortar hubiera sido la decisión más madura en ese momento, pero no la tenía en mente. No me había a parado a pensar qué hacer tampoco, pero esperaba hablar y decidir juntos. Cosa que no estaba en los planes de Einar, por lo visto.

–¿Me explicas por qué no te deshiciste de eso? –Se detuvo frente a mí lanzándome la mirada más fría que había visto en mi vida; no lo reconocía, su tono de voz era áspero, autoritario. No esperaba una fiesta de celebración, pero que se refiriera de ese modo a un bebe, nunca lo esperaría de él. Por alguna extraña razón desde ese momento supe que haría todo lo contrario y no cambiaría de opinión por nada.

–¿Eso? Estás hablando de nuestro hijo Einar y no pienso deshacerme de él.

–¿Te has vuelto loca? Tienes 17 años y yo 19, no podemos ser padres Karen. Tienes que abortar ese bebé. –Si bien tenía razón la frialdad en sus palabras eran cuchillos que se incrustaban en mi pecho. Inconscientemente llevé una mano a mi vientre y cerré los ojos con fuerza conteniendo las lágrimas, escucharlo hablar así me estaba lastimando. 

–No lo haré. No me importa tener 17 años, ya no podemos regresar el tiempo, solo nos queda afrontar las consecuencias y hay una persona creciendo dentro de mí que no va a morir. –Quizás estaba cometiendo un error y Einar tenía razón, pero algo dentro de mí me hacía querer tener a ese bebé con todas mis fuerzas; el instinto maternal tal vez.

En realidad no me sentía tan segura como aparentaba, estaba aterrada y sabía que las probabilidades de estar haciendo lo correcto eran mínimas, pero las palabras de mi padre diciéndome que siempre debía afrontar las consecuencias de mis actos por muy difíciles que fueran me hicieron mantenerme firme.

–Pues afronta las consecuencias tu solita, no me voy a hacer cargo de un niño que no quiero tener, no voy a arruinar mi vida por un simple capricho tuyo. –Las lágrimas comenzaron a abandonar mis ojos cuando lo escuché pronunciar esas palabras, no podía reconocerlo, nunca me imaginé escucharlo referirse así a un hijo nuestro. Me estaba rompiendo el corazón. Aparté la mirada en dirección a la pecera que se encontraba bajo el televisor intentando encontrar la calma, pero en esa ocasión fue en vano.

Genfødt: Una historia de resilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora