–Ya te dije que no quiero a ese niño en mi vida. No quiero ser padre y no estoy dispuesto a arruinar mi vida por tu insensatez. –Einar estaba decidido, lo noté en sus ojos, tenían la profundidad del océano y la frialdad de un iceberg.
–Mi insensatez es responsabilidad de los dos. Este bebé es tan tuyo como mío. –Hice movimientos circulares en mis sienes cerrando los ojos con fuerza y tomando una enorme respiración, necesitaba relajarme, estaba alterada y realmente no quería comenzar a gritar, no lograría nada con ello, no era la manera de resolver las cosas.
–¿BEBÉ? –El grito de mi madre me hizo abrir los ojos sobresaltada.
–¿Mamá? ¿Qué pasa, por qué gritas?
–Estabas teniendo una pesadilla, hablabas en sueños, has mencionado un bebé. ¿De qué hablabas? –Mi cerebro hizo clic instantáneamente, me incorporé y tomé las manos de mi madre entre las mías. No era el mejor momento, pero no podía mentirle, debía decirle la verdad, solo que no sabía cómo. Tomé una respiración profunda y tragué saliva intentando disipar el nudo en la garganta, intenté hablar y no me salió la voz. –¿Karen, me vas a decir de qué hablabas? –Asentí volviendo a tragar saliva e intentando hablar y fracasé nuevamente. Me había esforzado tanto en no pensar en cómo hablaría con mis padres suponiendo que después tendría tiempo para ello que había llegado ese momento y no tenía la menor idea de qué decir.
–Verás mamá. –Comencé, su mirada insistente me obligaba a hablar. No sabía por dónde empezar, pero tenía que hacerlo. Bajé la vista y juguetee con mis dedos nerviosa. –Estoy embarazada. –Terminé diciendo de un tirón, el rostro de mi madre palideció, fue el reflejo claro de la perplejidad.
A pesar del frío mi frente estaba cubierta de pequeñas gotas de sudor, el aspecto de mi madre me aterraba, sabía que lo que vendría después de eso no sería nada bueno, gritos, castigos, encierros.
–¿Cómo que estás embarazada Karen? ¿De qué estás hablando? Si es una broma es de muy mal gusto. –Me estremecí por su tono de voz, pero no me permití levantar la vista, tenía todo el derecho de pedirme una explicación. –Respóndeme Karen. –La miré a los ojos y las lágrimas rodaron por mi rostro, me sentía avergonzada.
–No es una broma mamá, pero no es el momento de hablar de eso, mañana hablamos del tema, cuando estemos más tranquilas. –Intenté mantener la calma, no quería alterarla más de lo que ya estaba. Llevé una mano a mi nuca e hice círculos con la cabeza intentando dar una señal de que estaba cansada. –Es tarde y estoy muy cansada mamá. –La noté dudar por unos segundos hasta que cerró los ojos con fuerza, soltó el aire que estaba conteniendo y salió de mi habitación dando un portazo.
Esa noche mi mente no dejó de dar vueltas así como yo no dejé de llorar; me sentía avergonzada con mis padres, los había defraudado, ellos trabajaban por pagar mis estudios y soñaban con verme estudiar una carrera universitaria, consiguiendo un excelente trabajo y casándome, todo eso antes de ser madre y yo estaba embarazada, sin el apoyo del padre de mi hijo y sin tener la menor idea de qué hacer con mi vida. Caminé de un lado al otro de la habitación muchas veces, me paré frente al espejo y ensayé las diferentes formas de hablar con mis padres y la luz del sol me sorprendió sin tomar una decisión.
Tomé una ducha, me puse mi uniforme del colegio y bajé al comedor sabiendo que no podría probar ni un bocado del desayuno, pero no podía seguir retrasando lo inevitable.
–Buenos días. –Saludé sin demasiados ánimos y mis padres se limitaron a mirarme con cara de funeral.
–¿Ya podrás darnos una explicación? No es hora de dormir. –La voz de mi madre sonó monótona, sin embargo supe que estaba molesta y con razón.
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Genfødt: Una historia de resiliencia
RomansaKaren Bech lo tiene todo en la vida, padres millonarios, un novio perfecto, las mejores notas y una vida tranquila. Pero ¿Qué pasaría si todo eso cambiara? ¿Será Karen capaz de enfrentarse sola a un mundo del cual solo ha sido testigo del lado bue...