Genfødt: Una historia de resiliencia

Capítulo 10

La hora fijada para el comienzo de la presentación era las 9:00, cosa que Josh pasó completamente por alto y terminamos llegando al teatro desde las 8 con 25; en última instancia no fue la peor decisión, los estilistas tuvieron tiempo suficiente para arreglar a mi hijo y él para prepararse para el espectáculo.

Durante todo ese tiempo Anika y yo esperamos en nuestros puestos a que la función comenzara y cuando las luces se apagaron mi corazón sintió una emoción indescriptible. Desde que la música comenzó a sonar y hasta el momento en que los chicos bajaron del escenario no fui capaz de apartar la mirada ni un solo segundo de ellos. Todos los que estuvimos en ese lugar presenciamos la más hermosa historia de amor contada de una manera tan especial.

Cada movimiento decía más que una de mis novelas enteras, cualquiera que viera esa danza juraría que los chicos se amaban de una manera mágica. Joshua siempre había bailado hermoso, no en vano era el mejor de su clase, pero esa noche y junto a ella era mucho más especial; como si se estuvieran diciendo con su cuerpo lo que no eran capaces de decirse con palabras. La pasión y entrega de esos niños inundó tanto la sala que todos estábamos ansiosos por presenciar ese beso final sin querer, por supuesto, que se terminara.

La profesora principal del salón de Joshua subió al escenario y tras agradecer por la presencia de todos pidió que los padres de los bailarines pasáramos a los camerinos para comunicarnos lo que había decidido el jurado. Anika me esperó fuera mientras nerviosa fui al camerino de mi hijo.

-¿Qué haces tu aquí? -Pregunté deteniéndome en el pasillo fuera del camerino al ver al imbécil con el que había pasado la noche anterior.

-Mi hermana es la bailarina, ¿por qué me hablas así y qué haces tú aquí? -Preguntó confundido. El mundo no podía ser tan pequeño. ¿Podía ser posible que esa chica sea su hermana?

-Mi hijo es el chico con el que bailó tu hermana. -Expliqué. -¿Qué por qué te hablo así? ¿Acaso te olvidaste de lo que pasó anoche y que te fuiste y me dejaste dinero? -Estaba furiosa.

-¿Qué pretendías, que me quedara abrazándote y te llevara el desayuno a la cama? ¿O es que fue muy poco el dinero que te dejé? -Escucharlo hablar así me hirvió la sangre.

-Serás estúpido. ¿Quién te piensas que soy para pasar la noche contigo y recibir dinero de vuelta? -Le pregunté molesta.

-¿Quién te crees ahora para venir a dártelas de señora de sociedad cuando no eres más que una mujer de la noche? -Las palabras salieron de su boca con tal desprecio que retrocedí un milímetro, perpleja.

-Cuida tus palabras. -Espeté intentando contenerme.

-No estoy diciendo algo que sea mentira. A fin de cuentas no eres otra cosa más que un objeto generador de placer. -No podía creer lo que acababa de escuchar. Cerré los ojos con fuerza y respiré profundo intentando recobrar la cordura y me acerqué lo más que pude a él, me miró confundido.

-¿Quieres conocer el verdadero placer? -Susurré en su oído de forma suave y cuando sus músculos se relajaron al punto de cerrar los ojos aproveché su distracción y mi mano izquierda viajó a la velocidad de la luz hasta sostener sus testículos y apretarlos con toda la fuerza que pude reunir. -¿Ese es suficiente placer para ti? Maldito bastardo. -Empujó mi cuerpo en dirección contraria con tanta fuerza que me costó mantenerme en pie, acomodé mi ropa y mi cabello y lo miré directo a los ojos antes de hablar. -Ni que fuera para tanto, nada memorable debió ser cuando ni siquiera lo recuerdo. -Le guiñé un ojo cuando pasaba por su lado y enarcó una ceja en mi dirección. -Jamás recordaría algo mediocre. -El ruido de mis pazos llenó el silencio provocado por el impacto de mis palabras. -Siga practicando, seguramente la próxima vez la chica lo recuerde. -Zanjé dejándolo solo.