Capítulo 4

4 1 0
                                    

La mezcla entre el olor a cigarrillos y a perfume rancio hacía que sintiera mareos y náuseas, me dolían las muñecas de la fuerza que ese hombre estaba ejerciendo sobre ellas para mantenerme en el lugar y tenía la piel de gallina a causa del aire acondicionado –principalmente la zona derecha del cuello y la clavícula, dónde no dejaba de darme besos húmedos–

Era una situación humillante y necesitaba ponerle fin de inmediato. Tomé una respiración profunda cerrando los ojos con fuerza e hice lo que había visto muchas veces en películas, doblé la rodilla y le propiné un golpe con todas mis fuerzas en sus testículos. Me sorprendió verlo alejarse y soltar una palabrota, no pensé que verdaderamente funcionara.

Salí del lugar lo más rápido que pude limpiando mis lágrimas sin tener en cuenta que llevaba maquillaje. Grité una maldición mirando al cielo cuando las gotas de lluvia comenzaron a impactar contra mi piel, ¿Lloviendo en verano? Eso parecía una broma, una de muy mal gusto.

Me resguardé por un momento bajo el techo de un establecimiento de comida callejera y esperé a que dejara de llover –tenía la esperanza de que lo hiciera pronto, cosa que no sucedió– mi celular comenzó a sonar dentro de la cartera y era una llamada de Anika.

–¿Tardas mucho? –preguntó mi amiga cuando contesté y escuchar el llanto de mi hijo al otro lado de la línea me estrujó el corazón.

–Voy en camino, pero me detuve a esperar a que dejara de llover, no quiero enfermarme, podría contagiar a Josh. –contesté.

–Está bien pero intenta darte prisa, no puedo hacer que deje de llorar, ya es hora de que coma. –Cortó la llamada y unos minutos después cesó la lluvia.

Al día siguiente volví a buscar trabajo y finalmente logré encontrar uno como cantante en un bar donde recibiría un total de 100 euros la noche, lo mejor que pude encontrar teniendo en cuenta que solo trabajaría seis horas y cuando comenzaran las clases sería solamente los fines de semana.

Varios meses después de comenzar la universidad –exactamente cuando realizábamos nuestros exámenes inter-semestrales– mis esperanzas de que todo fuera a mejor desaparecieron. Faltaba una hora para el examen de semiótica y no me encontraba muy preparada; había estudiado hasta el cansancio, mientras desayunaba, en el bus camino a la librería, en el horario de almuerzo, durante la cena, antes de ir a la universidad y luego de dormir a Josh; pero aún no me sentía preparada.

–¿Puedes estarte tranquila? Creo que mareaste Josh. –Me detuve y miré a esas pupilas azules intensas que me seguían mientras yo recorría el interior de la habitación de un lado al otro con nerviosismo, parecía entender lo que estaba haciendo, pero solamente tenía cuatro meses y medio.

–Estoy muy nerviosa. –contesté, Anika intentaba captar la atención de mi hijo moviendo un pequeño juguete frente a él.

–No tengo la menor duda de eso y Josh tampoco. Todo va a estar bien Kam, saldrás de maravilla en ese examen y con la llegada del nuevo año todo mejorará.

–No lo sé Anika, ya no sé si todo mejorará o empeorará. Pensé que estudiar esta carrera sería fácil porque me gusta, pero no está siendo nada fácil, nada es fácil demonios. –Me dejé caer en la cama y cubrí mi rostro para ocultar el llanto, pero los sollozos que escaparon de mi boca me lo impidieron. –Estoy harta de trabajar a toda hora y que el dinero me dé contado, de no obtener los resultados que quiero en la universidad, de no dormir, de no ser la madre que Joshua se merece, estoy harta de todo Anika.

–Lo se cariño, la vida que llevas ahora no se parece en absoluto a la que tenías el año pasado, viviste 17 años con todo en tus manos, sin tener la necesidad de mover un dedo para obtener lo que querías, tus únicos problemas eran que tus padres no te dejaran ir a alguna fiesta o tener una discusión con tu novio, tenías las mejores calificaciones y no tenías que preocuparte por el dinero, en un abrir y cerrar de ojos pasaste de ser una princesa a no tener nada. ¿Pero sabes qué? La Karen de ahora es mucho mejor que la de hace un año, eres una guerrera, mantienes dos trabajos, una carrera universitaria y la crianza de un bebé con el único apoyo de tu amiga adolescente ¿Qué más quieres, que tu vida sea rosa? Lo siento pero ya ves que no es así, se vale que te sientas harta porque la carga que llevas es inmensa, tanto física como sentimental, lo que no se vale es que digas que no eres buena madre, te veo desangrarte diariamente y dar todo lo que tienes e incluso más por este niño Karen, soy testigo de la increíble madre que eres y no voy a permitir que pienses lo contrario.

Genfødt: Una historia de resilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora