# 1 Dragones & Lobos.
Los Dragones son enormemente peligrosos y los Dragones solitarios, sin manada ni pareja, era mucho peor.
Son destructores, son fuego, son locura. No tienen conciencia, no tienen control de ellos mismos... pero son tan bellos.
H...
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Con algo parecido a la desesperación, HongJoong camino hasta MinGi, sus brazos envolvieron su cuello y unió sus labios, casi igual como en la mañana, pero con intensidad diferente.
Hong se propuso algo: no se iba a separar de MinGi hasta que ambos supieran como besarse adecuadamente.
Los instintos de MinGi lo llevaron a envolver aquella cintura con sus brazos, no por temor a que se fuera, sino que por el siemple placer de tocar aquel cuerpo tan suave. Su intención era solo poner sus brazos ahí, pero que ahora sus labios eran claramente devorados por el Omega, sus manos apretaron el cuerpo. A Hong le agrado esa posesión y a MinGi le agrado ese control.
Los labios estaban tibios, casi calientes, estaban perfectos para HongJoong; su sabor era simplemente indescriptible; con insistentes mordiscos pequeños, Hong pudo hacer que MinGi abriera la boca y con apenas rosar sus lenguas ambos suspiraron entendiendo algo mayor que si mismos: se pertenecían.
De una u otra manera lo hacían.
Para MinGi no fue nada nuevo, voló por tanto tiempo para eso, pero para HongJoong, que literalmente sentía con cada celula de su ser que este Alfa era suyo, se le había transformado todo lo que sabía.
HongJoong se separo lentamente, asimilando la información que su naturaleza intentaba darle. Sus mejillas se pusieron coloradas y antes de cualquier contacto visual con MinGi, se apresuro a hablar.
─ Co-comamos ya. ─con los ojos en el suelo HongJoong sintió un ronroneo desde el pecho del Dragón, para luego sentir su mano ser embuelta y siendo llevado hasta la carne.
Ambos habían cambiado después de aquel beso.
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"Ya no lo aguanto cerca."─el Omega arrugaba la nariz.
Y era completamente comprensible. HongJoong llevaba cerca de tres días con el mismo pesar, el olor de MinGi se había puesto agrio, en otras palabras, necesitaba un baño. El sudor, mugre y sangre seca (de la comida que traía cada mañana y tarde), habían impregnado al delicioso olor natural del Dragón. Hong se estaba desesperando.
