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Disclaimer: los personajes de Across the Spider-Verse no me pertenecen, son propiedad de Marvel Comics y Sony Pictures Animation.

Advertencia: muerte de personaje, lenguaje vulgar, depresión, temas sensibles. ¿Lime?

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Réquiem de la araña.
Cuatro.

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«Paralyzed» — NF.

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Fue durante la noche siguiente que Gwen apareció en el departamento de Hobie, acompañada de destellos rosas y celestes de tonos pasteles. Hobie rasgueaba las cuerdas de su guitarra con calma en la comodidad de su sofá, no estaba sorprendido de verla allí, pero sí algo molesto. No es que hubiera hecho algo, pero sabía la razón de su presencia, y la idea de que volviera a revolotear alrededor de Miles lo enfermaba.

— Hobs — saludó ella con calma.

— Gwendy —masculló Hobie, sin dejar de tocar la guitarra.

— ¿Pudiste verlo? —preguntó Gwen, esperando una respuesta sincera. Recordaba que la rubia había preguntado sobre el estado del menor poco tiempo después del funeral, la pregunta le había parecido estúpida, era obvio que estaba fatal.

Miles estaba destruido y haber podido pasar una tarde con él, viéndolo reír, mostrándole un lugar tan íntimo; sin duda había calmado la tormenta que crecía en su interior.

— No —mintió Hobie, evitando el contacto visual con ella. Gwen lo miró molesta, sabiendo que no era cierto. Por supuesto que lo sabía, no se había molestado en ocultar sus visitas de Miguel.

— Miguel me dijo...

— Miguel puede comerme las pelotas —respondió Hobie bruscamente, mostrando su frustración. ¿Desde cuándo Miguel y Gwen eran tan buenos amigos que el maldito idiota le contaba de sus escapadas a la dimensión de Miles?—. No quiere verte, es así de simple.

La chica resopló, cuestionando por qué Hobie le mentía.

— ¡Ahora no puedo creerte! ¿Dónde está mi reloj? Lo dejé aquí, tengo que hablar con él sin que Miguel lo sepa —ahí estaba de nuevo, Gwen lo quería todo. Quería a Miles y quería la aprobación de Miguel.

La rubia empezó a revisar sus cajones desesperadamente, obligándolo a soltar un bufido pesado. Comenzaba a irritarlo.

— Lo tiene Miles —reveló Hobie finalmente, encontrando el valor para mirar a Gwen directamente.

— ¿Disculpa?

— Yo lo hice. Ahora es el único que quiero que lo tenga —respondió con seriedad. Ya no era la Gwen que había sido su amiga, la que había acogido en su casa porque se sentía incomprendida. Esta versión de ella no le gustaba, la que creía que merecía el perdón de un chico al que le habían arrebatado su padre por un par de creencias mezquinas y estúpidas—. Y Gwen, deja de meterte en mi casa como si fuera tuya.

La sorpresa invadió el rostro de la joven. No esperaba esa reacción por parte de Hobie. La estaba tratando como si ella fuera el problema.

— ¿Por qué no me dejas verlo? Debe escucharme, podemos usar tu reloj e ir los dos, y entonces...

Réquiem de la araña |PunkFlower|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora