I Want a Daddy ¦❦︎¦ Binwoo (PAUSADA)

０９

Dong Min se carcajeó, ese hombre era tan provocador, lo había dejado con las ganas.

—¡Señor Moon, no sea malo, la casa está sola, podemos aprovechar!

— Descansa. —se escuchó afuera de la habitación. Dong Min bufó, empezando a hacer un berrinche en la cama.

— Esto no se quedará así. —prometió, antes de acomodarse en la cama.

Dong Min despertó, gracias al irritante sonido del timbre, este no dejaba de sonar.

— Mi cabeza. —se quejó al pararse.

No vio por ningún lado al señor Moon, así que supuso que aún estaba dormido.

— ¡Ya voy, mierda! —gritó cuando estuvo cerca de la puerta principal.

El sonido del timbre se dejó de escuchar, cuando comenzó a ser desbloqueada la puerta.

— ¿Qué quieres a las siete de la mañana?

— Hola, ¿Dong Min? ¿Verdad? —el castaño asintió —¿Me recuerdas? Soy Soo Bin, es que, vengo a traerte a tu amigo.

El menor parpadeó, tratando de aclarar su vista, y pudo ver a San Ha ¿Dormido? ser cargado como a un costal.

— Idiota, ¿no pudiste venir más tarde? Quiero mucho a San Ha, pero me duele la cabeza como no tienes idea.

—Por supuesto que habria hecho eso, pero yo ya me regreso a Seúl en una hora. —explicó.

— ¿Es enserio? Ya vas a desaparecer, dejando a mi amigo como si nada. —alzó una ceja, cruzándose de brazos.

— Escucha, lindo, yo no soy de relaciones, la pasamos bien, pero es solo sexo, se lo dije a San Ha.

— Eres un idiota, que se podía esperar de un tipo como tú, dámelo. —extendió sus brazos.

— No lo aguantarás, tu cuerpo es igual de pequeño que el de tu amigo.

Dong Min rodó los ojos, haciéndose a un lado para que entrara.

— Entra y sal rápido, no quiero que la casa se quede con tus gérmenes.

— Listo. —habló dejando el cuerpo de San Ha en uno de los sofás.

Dong Min se acercó a acomodarlo, cuando volteó vio a Soo Bin mirándolo.

— ¿Por qué sigues aquí?

— ¿Sueles dormir con eso puesto? —apuntó su cuerpo.

Dong Min confundido miró su cuerpo, un fuerte sonrojo se hizo presente en sus mejillas al darse cuenta de que aún traía la lencería de ayer.

— ¡¿Y qué haces viendo?! —gritó avergonzado, tratando de taparse con sus manos.

— No, solo que te miras muy bien.