Diagon Alley

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Aurora Black Allen

Estaba esperando a mamá en el sofá para irnos a la madriguera. Hoy iríamos con los Weasley a comprar todo lo que necesitamos para Hogwarts. Estaba muy emocionada.

Mamá bajo a la sala y me pidió que le tome su mano para aparecernos en el verde cercano a la gran y divertida casa. Caminamos hasta la entrada y llamar a la puerta.

La señora Weasley nos abrió y nos invitó a pasar mientras llamaba al resto de sus hijos para poder irnos. Ginny se quedaría en casa porque no se sentía bien. También sé que esta triste porque ella aun no puede ir a Hogwarts. Pero el año que viene ya nos acompañara.

Cuando todos estuvimos listos, iríamos por Red Flu

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Cuando todos estuvimos listos, iríamos por Red Flu. Aparecimos en la tienda de libros escolares. Creo que esta sería la parte más aburrida, exceptuando los libros de pociones. Por lo que tome el que usaríamos este año y se lo di a mamá para que ella tome el resto de los libros.

"¿Puedo ir a la tienda de Pergaminos, plumas y tintas?" – le pregunte a mamá.

"Si, ten dinero. Compra lo que necesites para la escuela, recuerda también traer sobres para cartas por favor" – me pidió mi madre mientras me daba una bolsita de tela con galeones, sickles y knuts. Antes de salir de la tienda se acercó a mí y me susurro en el oído – "Compra también los útiles para los Weasley. Que no te vean los demás porque Molly no nos dejara hacerlo ¿Si?".

Asentí con una sonrisa de boca cerrada para salir de la tienda rápidamente cuando los chicos estaban distraídos con libros sobre Quidditch. Fui hasta la tienda donde, por suerte, no había mucha gente.

Fui a la tienda de pergaminos, plumas y tintas, y me aseguré de comprar todo lo necesario para mí y también para los Weasley. Mamá me dio una bolsita de dinero y me pidió que comprara los útiles para ellos sin que los demás lo notaran. Llené la canasta con pergaminos, plumas y tinta suficiente para cada uno de ellos. Pagué en la caja y me reuní con el resto del grupo.

"Serían 30 galeones con 13 knuts, por favor" – dijo mientras me pasaba todas las bolsas.

Le di el dinero y me despedí de él, encontrándome a solo unos metros al resto de mis acompañantes.

Ron hizo un comentario divertido sobre la cantidad de bolsas que llevaba, pero le expliqué que tenía material para todos nosotros. Molly, la mamá de los Weasley, agradeció a mamá por su generosidad. Sabemos que su situación económica no es la mejor, y nos alegra poder ayudarles a tener útiles escolares nuevos en lugar de usar los usados y viejos de sus hijos mayores. Es importante apoyarnos entre nosotros.

Pasamos por la tienda de túnicas de Madame Malkin, donde me tomaron las medidas y mamá compró tres para mí. También adquirimos un sombrero negro puntiagudo, unos guantes protectores y una cálida capa de invierno. Vimos unos elegantes zapatos negros de charol que complementarían mi uniforme, así que también los agregamos al carrito.

Mientras mamá se ocupaba de comprar el juego de redomas de cristal y la balanza de latón, yo me dirigí a buscar mi caldero y mi varita. Decidí visitar primero Ollivanders, la famosa tienda donde muchos de mis familiares habían obtenido sus varitas mágicas. Al entrar, noté que un niño de cabello azabache estaba justo en medio de su propia compra. Pacientemente, me senté en una silla que había al lado de la puerta, esperando mi turno.

La tienda parecía impregnada de antigüedad. Los estantes estaban abarrotados de cajas de varitas, algunas cubiertas de polvo, como si nunca se agotaran. Repentinamente, la tienda se sumió en la oscuridad mientras la luz de la ventana detrás de mí desaparecía. Me volteé para encontrarme con un hombre gigantesco sosteniendo una jaula que albergaba a una hermosa lechuza blanca. Este golpeó la ventana para llamar la atención del chico que se encontraba dentro de la tienda.

"¡Harry! ¡Harry! ¡Feliz cumpleaños!" -  exclamó el hombre mientras me mostraba la lechuza.

Ese nombre, Harry, me resultaba familiar, pero no lograba recordar de dónde. Una vez que el dichoso Harry pagó por su varita y salió de la tienda, me acerqué al mostrador mientras el señor Ollivanders regresaba de la parte trasera.

"Pequeña Allen, la última aquí fue su madre" - dijo el anciano vendedor con una sonrisa - "Madera de Cedro y núcleo de pluma de Fénix. Excelente para encantamientos. Una varita muy armónica" -me comentó mientras buscaba entre las millones de cajas a su alrededor.

"Bueno, espero que la mía sea excelente para pociones"- respondí con una sonrisa mientras varias cajas eran colocadas sobre el mostrador. La primera hizo que la lámpara junto a nosotros estallara. Rápidamente la devolví a su caja. La segunda hizo que las demás varitas del mostrador salieran disparadas por el aire. Definitivamente, ninguna de ellas era la mía.

"Mmh, interesante" -  dijo pensativo el hombre mientras subía las escaleras hacia la parte superior de la tienda.

Después de unos minutos, regresó con una caja de terciopelo negro y la depositó sobre el mostrador. La abrió y dentro había una varita hecha de madera de Ébano, con una trenza de cristal negro que decoraba desde el medio hasta el final, donde destacaba una brillante piedra blanca.

"Madera de Ébano con dos núcleos. Pelo de Veela y Hilo de acromántula" - la tomó entre sus manos - "Interesante futuro te espera con esta varita, señorita Allen" -  concluyó acercándome la varita. Yo la tomé y de repente una intensa luz roja surgió de ella, mientras una sensación de frescura recorría todo mi cuerpo.

"¡Sí, esta es!" -  exclamó el señor Ollivanders aplaudiendo. Pagué por mi varita y me dirigí a la tienda de calderos que quedaba al final del callejón. Necesitaba un caldero de peltre número dos. Al entrar en la tienda, noté que no había ningún niño. Parecía que no estaban tan emocionados con las pociones como yo. Mientras exploraba la tienda de calderos, me detuve en un rincón donde había una colección de ingredientes exóticos. Me fascinaba la idea de crear pociones mágicas y experimentar con diferentes combinaciones. Tomé nota mentalmente de algunos ingredientes que me gustaría investigar más adelante. Después de comprar mi caldero y los demás útiles necesarios, salí de la tienda y me reuní con mamá. Ambas estábamos contentas con nuestras compras y emocionadas por mi próximo año en Hogwarts.

Nos despedimos de los Weasley y nos dirigimos de vuelta a casa, llevando con nosotros todas las bolsas llenas de libros, túnicas, varitas y demás artículos mágicos. Al llegar, comenzamos a organizar todo en mis maletas, colocando cada cosa en su lugar.

Miré mi nueva varita con admiración. Era hermosa y sentía una conexión especial con ella. Sabía que juntas podríamos lograr grandes cosas en el mundo de la magia.

Después de cenar en casa de mis abuelos, les mostré mi varita y les conté todo lo que el señor Ollivanders me explicó. También conversamos sobre los ingredientes extraños para mí que descubrí en la tienda de calderos. Comimos el postre y regresamos a casa con mamá. Ambas estábamos exhaustas y deseábamos descansar tras estos días tan agitados que habíamos tenido. Me acosté después de cepillarme los dientes y ponerme el pijama. Intenté hacerme una nota mental de que al día siguiente comenzaría a leer el libro que mi tío Remus me había regalado.

Quería conocer todo sobre Hogwarts antes de empezar. Quedaba poco tiempo para estar allí y estaba emocionada por la experiencia que me esperaba.

Koi No Yokan - Aurora Black AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora