Capítulo 8

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Los gritos de Thomas nos despertaron.

—¡Fus!, ¡fuera bicho!
—¿Por qué gritas?— dije adormilada.
—Un cuervo, que nos quería robar— me miró y rió

Nos levantamos todos, pero Winston no estaba muy bien, estaba pálido y sudaba mucho.

—¿Ya se han ido los tíos esos?— pregunté.
—Por lo que veo sí.
—Hay que contarles a los demás lo que encontramos ayer— dijo Minho.

Sacó las carpetas y le contó a todos lo que habíamos encontrado, y cual era nuestro plan.

—O sea, que vuestro plan es ir a buscar gente en las montañas— Sartén se bufó.
—Pues sí, ¿tienes alguno mejor?
—La verdad que no.
—Pues venga, en marcha.

Nos levantamos y nos pusimos en marcha, para subir teníamos que escalar escombros, luego teníamos que subir una montaña de arena enorme.

—¿Tenemos que subir eso?— dije suspirando.
—Si hija si, ¿no se supone que tenías buena resistencia?— Sartén me miró.
—Cuando has comido mínimo treinta kilos de arena, tienes una herida en el abdomen, y no comes ni bebes desde hace un día y medio, pues la resistencia se va un poco a la mierda.

Sartén simplemente rió y comenzamos a subir.

—Yo no puedo más— Newt se sentó en la arena.
—Que si hombre— cogí su mano y tiré de él.

Tiré de Newt para ayudarle a subir, ahora era subir mi peso y el suyo.

Después de una larga hora, logramos llegar a la cima, desde ahí ya podíamos ver las montañas.

—Siguen muy lejos— dijo Sartén.
—Ya, pero es lo que toca.

Estábamos debatiendo entre todos, y de repente Winston cayó desplomado.

—¡Winston!— grité acercándome a él.

Este no reaccionaba, estaba inconsciente.

—Hay que cargarlo— Thomas nos miró a todos.
—Tengo una idea— dije mirando unos trozos de madera.

No tenía sentido que hubiera madera en medio del desierto, pero al verla se me ocurrió hacer una camilla improvisada, luego puse a Winston encima de ella, y Sartén, Thomas, Minho y Aris la llevaban.

Después de unas tres horas de caernos varias veces, llegamos a un techo con tres paredes, pusimos Winston en el suelo y Thomas y yo fuimos a ver cuanto quedaba para llegar.

—Pues aún queda mucho— dije riendo.
—Pues sí— Thomas se quedó callado un rato— oye Emily.
—Dime.
—Me estoy empezando a acordar de ti— me sonrió.
—¿Ah si?, ¿y de que te acuerdas?— sonreí.
—Recuerdo cuando llegamos a una habitación blanca, estábamos tú y yo, éramos unos críos, nos conocimos ahí, también me acuerdo que yo era más rápido que tú, hacíamos carreras y yo siempre te ganaba— me sonrió cálidamente.

Le devolví la sonrisa.

—¿¡Cuánto queda!?— Newt gritó desde atrás.
—¡No mucho!— Thomas también gritó.
—Que mentiroso eres— dije riendo.
—Hay que darles esperanza— rió.

Estuvimos hablando unos minutos más, hasta que de la nada escuchamos un disparo.

—¡Winston no!— reconocí la voz de Sartén.
—¡Venid aquí!— Newt nos gritó.

Salimos corriendo y Sartén tenía una pistola en la mano.

—¿¡Que ha pasado!?— pregunté gritando.
—¡No sé, simplemente cogió la pistola y trató de disparase!— Sartén estaba nervioso.
—¿Y de dónde salió la pistola?
—De aquel edificio, si ya la habías visto.
—Perdón, con la tensión no pienso.

Contigo [Newt y tú] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora