Capítulo 1 - Prototipo

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Año 2029. Es una calurosa mañana de Mayo en Nueva York. Se acerca la época más dura de un estudiante; la época de exámenes finales. En el Instituto de Stuyvesant el ambiente es opresivo y estresante. Ese mismo día, a última hora, los estudiantes del duodécimo curso del instituto se preparan para un examen particularmente estresante de matemáticas.

Cualquiera de los alumnos de ese curso hubiera explicado con pelos y señales la cantidad de sangre, sudor y lágrimas que les había costado sobrevivir en el sistema escolar estadounidense. Noches enteras de estudiar sin pegar ojo y decenas y decenas de resúmenes, esquemas y otras herramientas con las que ponían toda la carne en el asador para sacar la mejor nota posible en todos y cada uno de los exámenes.

No era una atmósfera tan habitual en un instituto. Y solo se daba en este curso. En esta clase en concreto. ¿Qué hacía a todos estos alumnos partirse la espalda hasta el delirio con tal de llegar al pináculo del rendimiento escolar?

La realidad es que era una competición. Pero no era una entre todos los alumnos, no. Los estudiantes no se estaban desafiando entre ellos. En su lugar, había alguien a quién, y sin éxito alguno, se habían propuesto superar. La persona que, pasivamente, había encendido las llamas de esta guerra y que, aún así, era mayormente ajena a ella. No porque fuera inconsciente de la misma. Esta niña se sentía casi indiferente hacia esta guerra, porque se veía a sí misma por encima de ella. Y, para mejor o para peor, no estaba muy equivocada.

Kiara Sharon caminaba por los pasillos de Stuyvesant en dirección a realizar el examen de matemáticas que tendría en unos pocos minutos, y aún así, su cabeza estaba en otros sitios. Sabía que tenía un examen en poco rato, pero ni la más mínima cantidad de estrés o preocupación recorrían sus nervios. Kiara era una mutante; y su mutación había modificado tanto sus ojos como el funcionamiento de su cabeza respecto a ellos.

Estos ojos tenían un aspecto antinaturalmente robótico, y no era para menos. Kiara podía hiper-analizar su entorno con ellos y, aunque con el tiempo los había orientado a cierta especialidad, en general su capacidad para leer algo, procesarlo y analizarlo en apenas unos pocos segundos era como ver a un superordenador en acción. Esto resultaba en que la niña era capaz de leer un libro entero en pocos minutos, entenderlo y recordarlo con memoria fotográfica, y además podía asimilar fórmulas matemáticas y códigos digitales de forma casi natural y, de esta forma, el proceso de ser una estudiante que tenía que hacer deberes y exámenes era ridículamente fácil. El más difícil de los problemas de álgebra que se podían presentar en uno de los exámenes de Stuyvesant suponían un desafío al nivel de un puzzle de 20 piezas para su mente.

Una vez más, esta capacidad iba a ser expuesta frente al resto de los alumnos que compartían curso con ella. Kiara llegó a su clase, y todo el mundo estaba sentado en su pupitre, esperando en silencio, pero claramente impacientes, al comienzo del examen. La mutante, quién resaltaba frente al resto del grupo, entre otras cosas, por ser unos cuantos años más joven en comparación, hizo lo propio. Y, poco después, el profesor de matemáticas llegó, colocando los exámenes en las mesas.

Cómo era habitual, el profesor declaró que tenían una hora para completar el examen, y, cómo era habitual, Kiara no prestó atención. No le hacía falta saberlo.

A los pocos segundos de que el examen empezase oficialmente, cuando la gran mayoría del alumnado empezaban a leer los problemas y planteándose el proceso de realizar las operaciones matemáticas correspondientes, el sonido de un bolígrafo escribiendo sobre un papel ya había roto el silencio en la clase, llenando a todos los que aún se preparaban mentalmente de una profunda frustración.

Kiara ya estaba empezando a resolver todos los problemas que el examen planteaba. El sonido de su hazaña, si es que algo hecho casi sin esfuerzo debía poder llamarse así, hacía solo un ruido leve, pero envenenaba tanto los pensamientos del alumnado, que, en algún momento, ese ruido fue acompañado del gruñido de rabia de alguno de los alumnos.

Kiara Sharon - MastermindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora