i chapter one; family Potter

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SUS LABIOS SE SEPARARON CUANDO ABRIÓ LA PUERTA DE LA HABITACIÓN, NINGUNO DE LOS DOS ESTABA.
No sabía que hacer, ¿llorar? No, ellos no se merecían nada que viniera por su parte.

Regulus de apenas catorce años se acercó a la cama de quién era su hermana.
Sobre está había un papel con manchas de tinta, era reciente, seguramente lo habría escrito la noche anterior.

Reggie,

Supongo que si estás leyendo esto es porque te diste cuenta de que no estamos.
Sirius dijo que no tendríamos que dejar nada porque sino Walburga y Orión sabrían donde encontrarnos, y no quería que eso pasara.
Pero yo me negué, porque eres nuestro hermano pequeño, y mereces una explicación.
Te quiero mucho, pero no podemos seguir con estas torturas, espero que algún día lo entiendas.
No puedo darte más motivos, pero si quieres saber algo más búscanos en el tren a Hogwarts.
Con amor,

Ris.

Regulus se sentó sobre la cama mientras arrugaba el papel en sus manos reprimiendo las ganas que tenía de gritar e irse corriendo del n° 12 de Grimmauld Place, justo como sus hermanos habían hecho.

Pero como si nada, salió de la habitación, por última vez, cerrando la puerta tras de sí, y bajar las escaleras como si nada hubiera pasado.

En el comedor sus padres estaban sentados, Walburga estaba siendo consolada por Orión.
Y en realidad, Regulus se creyó de verdad que sus padres estaban sufriendo por la perdida de sus dos hijos mayores, aunque todo fuera improvisado.

—¡Quemaré ahora mismo a esos dos!—Bramó El señor Black, levantándose de su asiento.—¡Malditos Traidores!

Pasó como un rayo al lado de su hijo menor.
Regulus miró a su madre.

Esta unió sus ojos con los de Regulus, y aunque estuviera llorando, podía notarse una chispa de felicidad por el hecho de que sus dos odiados hijos se hayan ido.

El Slytherin se sentó a su lado, intentando hacer de consuelo a su madre.

—Por favor, Reggie, tu no te vayas.— dijo la mujer.
Y ese apodo, a partir de ese momento se convirtió en una daga. Un cuchillo que penetraba en su piel poco a poco, haciendo que él se fuera hundiendo en la poca esperanza que le quedaba de que sus hermanos le hayan abandonado.
Porque ese sobrenombre, tierno, adorable, era el que su hermana mayor, Iris, le había puesto cuando él era pequeño y su nombre era demasiado largo para pronunciar.
Por lo que ella dijo que de ahora en adelante, todos en la familia Black le llamarían Reggie, y así no habría más problemas.

Ahora, ese corto apodo, se convirtió en la mayor pesadilla del Black.

Su madre se aferró al brazo de su hijo, mientras los ojos del adolescente se cerraban, y engañaría si no se aguaron, porque ahora, solo quedaba él.

[ . . . ]

Euphemia Potter subía las escaleras de madera de su casa en dirección a la habitación de su hijo, y la de sus dos otros nuevos integrantes de la familia.

Incluso los Potter habían ofrecido que se cambiaran el apellido si ellos querían, pero eso sería negar sus orígenes, y aunque odiaban a su familia, el apellido Black era algo que llevaban en la sangre.

Tocó la puerta de su descendiente y al no recibir respuesta la abrió dejando ver a James tumbado en la cama como estrella mientras sus gafas se encontraban en la mesita de noche.
Sirius estaba tumbado a su lado con la ropa que había llevado esa misma noche, e Iris estaba tumbada a los pies de la cama abrazando sus brazos con una camiseta de su hermano que le quedaba más grande de lo normal.

Euphemia contempló la escena con una enorme sonrisa en su rostro y dando unos pasos hacia delante hizo que el suelo crujiera e hizo que la Black abriera sus ojos.
Se los frotó y de repente, el marrón y el azúl se encontraron.

A Iris se le había olvidado que se encontraba en la casa de los Potter, su nuevo hogar.
Se giró y vió a su hermano con James durmiendo.
Sonrió, porque por simplemente ver eso y no tener que despertar por los gritos de sus padres hacia Kreacher. Se sintió en paz, aún con un cosquilleo en la boca del estómago por pensar en su hermano menor.

—Oh, Iris, estás despierta.— dijo la Potter con una cálida sonrisa.— Venía solo a deciros que el desayuno está listo, Fleamont está terminando de hacer tortitas, por si queréis, si no os gustan podremos hacer...—

—Está genial Señora Potter, enserio.— la hermana Black contestó con una sonrisa.
Jamás había visto tanta cooperación en una familia e igualdad, para los Black era diferente.

—No me llames así querida, siento que soy vieja.— bromeó.—Mejor Euphemia.

Iris asintió y así, la madre de James se fue por la puerta dejando a los tres amigos tumbados en la cama.

Dos de ellos durmiendo con ronquidos y la última mirando el techo de la habitación con pegatinas de estrellas.

Esa noche Sirius e Iris habían dormido en la habitación de James puesto que les daba vergüenza irse directamente a su nuevo cuarto, aunque ahora fuese así.

Euphemia les había preguntado si de verdad querían compartir la habitación, y ellos le habían dicho que sí rotundamente.

La habitación la habían visto la noche anterior, James la había decorado.
Esta consistía en un cuarto muy grande con dos camas y una mesita en medio.
Las paredes estaban repletas de fotos, banderines de Gryffindor y demás cosas demasiado representantes para los hermanos.

Iris se levantó de la cama y sin hacer ruido salió de la habitación hacia la suya.
Abrió la puerta, y justo en el lado donde ella dormiría, pegó en un hueco de la pared un dibujo que los Merodeadores habían hecho durante una clase de Pociones con Slytherin.
Este era un dibujo de un perro negro, un ciervo con una gran Cornamenta, un lobo, una rata y un zorro.

Se sentó sobre su nueva cama y observó lo que ahora sería su nuevo hogar.

Recordaba que su habitación no se parecía en nada a esa, ella no se atrevía a hacer lo que Sirius había hecho de pegar diferentes pósteres mujeres muggle en bikini o banderines de Gryffindor. En cambio, ese cuarto era todo lo que ella siempre deseó.

¹ 𝗜𝗥𝗜𝗦 | 𝖱𝖾𝗆𝗎𝗌 𝖩. 𝖫𝗎𝗉𝗂𝗇 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora