Día 17 de 365.

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Es difícil no vivir en el pasado, en este presente.

Es difícil descolgarse de unos labios tan hirientes.

El insomnio se apodera de mi cada noche, como al igual que tú lo hacías. Ahora todo es silencio, soledad y vacío.

La brújula ya no marca el norte. Gira sin sentido.

Y sigo buscando unos ojos, que consigan reflejarme o me pierdan. Que se queden, no se vayan, ni me dejen a la intemperie en este invierno gris.

Apunté las promesas que te hice, por si algún día decidías volver. Las lágrimas mojaron el papel, se destiñó la tinta quedando marcada en mi piel.

Así fue como huiste del lugar en el que cometiste el crimen, rauda y veloz. Y sigilosa, por si me despertaba en mitad de la noche y no te veía al otro lado de la almohada. Te despediste con un beso en la frente y un hasta siempre.

No volví a saber de ti.

En ese momento, comprendí que no todas las personas son lo que parecen, ibas de caperucita y resultaste ser el lobo feroz. Y yo, me sentía indefensa ante tus curvas y tus manos, que tanto me incitaban a pecar.

Y ahora, vivo de madrugadas, desangrándome y ahogando mis penas en folios y cuadernos.

Tu recuerdo me quema, mis ojos viven en llamas. No te acerques, no quiero convertirte en Pompeya.

Quiero que vuelvas, y si vuelves, vuelve siendo lluvia, esa que sana y repara las heridas.

Apaga el incendio en mí.

365 poemas en los que olvidarte o saber de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora