4 - Mi traductor personal

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Alana

Era de noche, son las 10, pasamos todo el día acomodando las maletas y la cabaña desde que llegamos del restaurante.
Estaba sentada en el sillón del balcón mirando el cielo, es hermoso, las estrellas son muy lindas.

Me levanto de mi asiento y salgo del balcón, Bill está acostado en la cama viendo la televisión.

Paso al frente de él y hablo -Ey, voy a salir a caminar un rato para despejar la mente -Digo yendo a mi maleta para buscar una campera.

-¿Quieres que te acompañe? -Pregunta él levantándose un poco de la cama.

-No pero gracias, quiero ir sola -Él asiente -Dentro de un rato vuelvo -Me pongo la campera negra que saque de la maleta.

-Ten cuidado -Lo miro y asiento dándole una sonrisa.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras, en la sala solo está Georg sentado viendo la televisión.

-Voy a salir -Hablo y él gira su cabeza para verme.

-Esta bien -Dice volviendo su mirada al televisor frente a él.

Estoy a punto de abrir la puerta cuando habla -¿Puedes comprarme un chocolate?

-Claro -No se como porque no se hablar italiano pero bueno.

-Toma -Dice extiendo su mano con dinero.

Yo lo agarro y salgo de la cabaña. Camino buscando algún lugar para comprar el chocolate para Georg, hace un poco de frío pero la campera ayuda.

Las luz de la luna alumbra las calles y también luces amarillas colgadas en tiendas pero ninguna está abierta.
Sigo caminando hasta que veo a un chico de más o menos mi edad cerrando un kiosco y corro hacia él.

No recuerdo el idioma así que hablo en Francés, tal vez me entiende -Disculpa, ¿Ya esta cerrando? -Por favor dios que entienda.

-Si, ¿Necesitas algo? -Pregunta él chico, es lindo, tiene el pelo algo largo, con rulos y de color negro, es más alto que yo y tiene ojos claros.

-Solo un chocolate -No quiero soportar a Georg hablar cuarenta minutos sobre lo mala amiga que soy por no comprarle un chocolate.

-¿Solo un chocolate? -Pregunta con obviedad -¿Me harás abrir el lugar solo por un chocolate?

-Porfavor -Hablo juntando mis manos.

Él chico suspira con diversión y abre el kiosco de nuevo entrando y dejando la puerta abierta para que yo también entre.

-¿No hablas italiano? -Pregunta él chico.

-¿No es obvio? -Digo mirando los chocolates del mostrador -¿Eres de Francia? -Pregunto.

-Algo así -Le doy el chocolate que elegí para que lo cobre -Nací en Francia pero me mudé a Italia cuando tenía 10 años -Confiesa él chico cobrandome -Son 2 euros -Habla y yo se los doy.

Amigos o algo más? | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora