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Muchas veces, se dice que las cosas más inesperadas ocurren cuando no se está del todo preparado para confrontarlas. Para el Rey Jeon, que le hubiesen pillado en una de sus travesuras más retorcidas, le estaba quemando por dentro como un hierro latente. Su lado controlador y totalmente desquiciado de poder le rogaba castigar a la persona que había osado en abrir aquella puerta. Su enfado iba totalmente creciendo conforme los minutos pasaban en total silencio dentro de su oficina con la maldita segunda invitación que su hermana le había dado sobre su asqueroso y próxima unión con aquel idiota de cabellos castaños. El Rey Jeon sin podía escuchar las súplicas de su descarada hermana rogándole que por favor no hiciera nada contra su prometido para impedir la unión. Después de todo, la triste y cruda realidad para el Rey de Nyomg era que su adoración y obsesión, se había enamorado de otro que claramente no era él. Y aunque la princesa de Reom venía muchas más veces a su mente de las que le gustaría y le hiciese sentir cómodo, nunca la amaría como ama a su hermana. Enfermizo, quizás. Para el Rey Jeon era más que eso, total devoción.

- Su majestad. - llamó el caballero con cautela. - El príncipe de Reom solicita el reporte del cargamento enviado esta mañana. - hizo saber el caballero Min, mano derecha del Rey.

- Yoongi, ¿qué piensas tú del matrimonio? - preguntó aún ausente en sus pensamientos el Rey de Nyomg.

- Mm. - pensó por un momento el caballero. - Quizás para los ojos de un caballero de batalla, el matrimonio sería un privilegio y una condena. Para un Rey, la unión sería un augurio de prosperidad, alianza y honor. ¿Está pensando en por fin congraciarse con su Madre y buscar una candidata para desposarla? - preguntó el caballero con cautela.

Una estruendosa risa rompió el ambiente.

- Solo de pensarlo me genera unas profundas náuseas. - contestó el Rey con el asco representando sus facciones.

El caballero Min sonrió ladinamente porque tenía muy en claro los pensamientos de su amigo, así también como de su personalidad muy poco agraciada con las cosas que quizás debería de ser más educado.

- Entonces, el príncipe de Reom. - vociferó el Rey leyendo la carta del Príncipe donde hablaba sobre todo un poco. El pacto del comercio alimenticio para con el Reino de Reom, el papel destacable de su hermana la princesa, lo agradecido que se mostraba por la generosidad del Rey Jeon para con su hermana y por supuesto, la notificación de que sus guardias llegarían mañana por la noche a por la Princesa para que pudiera dar inicio de retorno a su hogar. Eso le había sentado muy mal al Rey Jeon pero tampoco podía hacer mucho puesto que no tenía ningún otro motivo para retener a la doncella en su Palacio Real. 

- ¿Quiere que le informe a la Princesa de Reom? - Preguntó el caballero. 

- Mm. - Pensó por un momento el Rey mirando la rosa blanca en su escritorio aun quizás pensando en el acontecimiento a altas horas de la noche del día anterior. - Sí, informa de su retorno y que en su honor por ayudar con la alianza de Reom y Nyomg, se festejará un maravillosa fiesta en su honor. Después de todo, sigue siendo de la realeza, no podemos ignorar eso. - Dijo sin ningún otro tipo de interés. 

El caballero Min, acató sus intrucciones y con rapidez se dirigió a los aposentos de la doncella. YoungSo quién aún tenía los nervios en punta por haber sido testigo de los actos pecaminosos por parte del Rey Jeon, no se atrevía a pisar ni un bloque fuera de sus aposentos. Sentía el gran peso sobre sus hombros de saber algo que quizás era el secreto más oscuro del Rey. Y aunque quizás era su ticket dorado para poder manipular al Rey, YoungSo no era una persona con pensamientos vengativos. El grado de maldad en su cuerpo fue muy bien entrenado para ser ejercido en campos de batallas, no como armas de manipulación. 

♚ R E A L :  O N E  ♚  전 정 국Donde viven las historias. Descúbrelo ahora