12. La traición

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¡Mamá! - escuché gritar a Lea desde su cuarto. Ya estaba un poco mareada, vino y whisky no era una buena combinación.

¿Qué pasa? - le pregunté asustada corriendo a su habitación.

Tengo un problema - me dijo llevando sus manos a su intimidad. La miré retrocediendo de a poco.

Se me atoró el tampón - confesó - no puedo sacarlo.

Te llevaré a urgencias - le respondí asustada.

No, duele mucho, quítalo ya - me dijo - no puedo aguantar más.

La miré sin saber qué hacer, me estaba metiendo en un gran problema. Dudé varios minutos hasta que Lea interrumpió mi dilema.

¡Mami, quítalo ya! - se quejó gritando. No sabía que hacer, estaba desesperada.

Está bien, está bien - le respondí al borde del colapso.

Agarré mi nuca con ambas manos y me acerqué a ella. En un segundo ella quitó su falda quedando completamente desnuda de la cintura para abajo y se acostó en su cama. Era como ver a Rosé en su época pre-debut, con el pelo castaño y una figura que derretiría al mismo dios. La miré exaltada, mi pecho subía y bajaba con mi fuerte respiración. Comenzó a desabrochar su blusa mientras abría sus piernas, dejándome ver toda su intimidad y me puso una cara perversa.

Rosé... - le dije excitada tirándome sobre ella. Bajé mis pantalones junto a mi ropa interior y empiné mi fruto sobre el de ella. Comencé a darle estocadas desesperadas mientras Lea gemía. Estuvimos así un corto periodo, hasta que me corrí y me di cuenta de lo que había hecho. Me tiré a su lado sintiéndome como una basura.

¿Qué mierda hice? - me pregunté en voz alta llevando las manos a mi cabeza.

Cogerme - dijo Lea abrazándome de costado.

Basta, esto está mal, muy mal - le respondí intentando zafarme de ella.

No está mal - me dijo subiéndose encima y apoyando su fruto contra el mío.

No, Lea basta, esto está mal - le volví a decir. Ella comenzó a mover sus caderas y yo no pude hacer nada. Estaba disfrutando y a la vez sintiéndome como la peor persona del mundo - basta, basta... - murmuraba mientras jadeaba.

Volví a correrme y a sentir una culpa inimaginable, lágrimas corrían por mi cara.

¿Por qué lloras? - me preguntó Lea sin bajarse de encima.

¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer?, destruimos esta familia - le respondí.

Nada va a cambiar si no le dices nada a Rosé - me dijo Lea acariciando mi pelo.

No puedo ocultárselo - le susurré - no podría, no sabría cómo.

No le digas nada, así seguiremos haciendo esto - me dijo besando mis labios - bueno, y si le dices y se divorcian, me voy contigo.

¿Te das cuenta de que si me divorcio de Rosé te irás con ella, y de que ni tú ni tu madre volverán a verme? - le pregunté agarrando su cabeza para hacerla entender - ¡ninguna de las chicas me dejará acercarme a ustedes dos!.

Eso no es cierto, yo me iré contigo - respondió intentando besarme.

¡Basta! - le grité bajándola de encima y poniéndome de pie - hicimos algo horrible.. yo... yo... engañé a Rosé... - murmuré llevando mis manos a mi cabeza.

Salí de la habitación y me dirigí al bar. Me serví un vaso de whisky, lo tomé de un sorbo y me senté en medio de la oscuridad en el sillón de la sala. No paraba de llorar.

Familia Park (Rosé y yo, 2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora